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El artesano Gregorio Ramírez ha escogido un oficio que como tal no está ni siquiera reconocido en el listado oficial, por lo que no puede tener carné, pero gracias a su ingenio y paciencia ha conseguido dar una segunda vida a los cuernos y huesos, con los que crea artículos de uso cotidiano sorprendentes. Con la cornamenta de cabra, macho o carnero y hasta con hueso, puede hacer casi cualquier cosa, tanto como su imaginación, que es mucha, y el material, que en ocasiones es frágil para trabajar, se lo permita.
Así, en el taller que tiene en Vecindario elabora un listado tan amplio de objetos que van desde los cuchillos y navajas con hojas de acero inoxidable que son casi indestructibles, hasta sacachapas, sacacorchos, pendientes, collares, lámparas o portavelas, además de llaveros, bolígrafos y hasta candelabros. Pero su propuesta no se queda solo ahí, sino que también realiza, tanto con cuernos como con diferentes troncos o metales, los soportes para los cuchillos o para copas y chupitos, además de soporte para incienso, bastones, tapas para botellas o percheros.
De los animales utiliza también diferentes partes de sus huesos, como las escápulas, la columna, la dentadura o las patas. Y también ha ampliado los materiales ya que crea cucharas realizadas con lapas.
Es una nueva vida de objetos que para la mayoría son ya inservibles y que él revive para darle utilidad. Y conseguir el material no resulta fácil, aunque se lo facilita su conocimiento de la ganadería debido a que su familia se dedicó al pastoreo en San Bartolomé de Tirajana.
Ramírez explica que empezó a trabajar con los cuernos casi por casualidad. Un día decidió ponerlo en un cuchillo y un amigo artesano le dio ideas que puso en práctica y así fue probando y creando otros objetos llamativos siendo autodidacta porque no existe nada previo con lo que aprender. Así lleva una década. Y no para de innovar ya que no le gusta repetir ideas y así seguirá porque ya tiene una inversión realizada, tanto en material, que le ha costado conseguir pateando el campo y que tiene acumulado para varios años, como en herramientas específicas que utiliza para trabajarlo.
Reconoce que su arte llama mucho la atención porque no es lo habitual que se encuentra la gente cuando va a ferias de artesanía, ya que es el único en Gran Canaria. Al no poder tener carné de artesano no participa en las de la Fedac, pero suele acudir a las que organizan los ayuntamientos o la mancomunidad del Sureste, gracias al apoyo también de su esposa, Marinieves. Sus creaciones pueden verse en Instagram bajo el nombre artesanía 'Va de cuernos', así como en la tienda de Cueva Pintada.
No sabría especificar que es lo que más sorprende ya que todo lo que ofrece es diferente, aunque sus cuchillos son uno de sus platos fuertes, que en ocasiones compran coleccionistas. Sin embargo, este objeto no está pensado solo para admirar, sino que puede utilizarse ya que el tratamiento que le da al cuerno o al hueso que usa para el mango lo hacen apto para un uso diario.
«Si a la hoja la cuidas como la tienes que cuidar, te dura toda la vida. Y el mango también», apunta. Ramírez asegura que esta época del año es la de mayor venta, pero no puede vivir de esta profesión, por lo que tiene un trabajo principal y le dedica sus ratos libres a estas creaciones.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Kevin Fontecha | Las Palmas de Gran Canaria
Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
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