Caso Yéremi, el podcast (VI y última entrega)
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Caso Yéremi, el podcast (VI y última entrega)
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El año 2019 marcó un punto de inflexión en la búsqueda de justicia para Yéremi Vargas, el niño que desapareció en Vecindario, Gran Canaria, en 2007. Con el caso archivado por falta de pruebas y ratificado por la Audiencia Provincial, la familia del pequeño enfrentaba la posibilidad de que el caso se olvidara para siempre. Ante esta situación desesperada, Milagros Suárez, la tía de Yéremi, decidió actuar. Contactó con Marcos García Montes, uno de los abogados más renombrados del país, conocido por su habilidad en casos complejos y de alto perfil mediático.
García Montes recuerda con claridad cómo Milagros lo localizó, buscando desesperadamente mantener viva la investigación sobre la desaparición de su sobrino. «Me contactó Milagros, una gran persona. Le dije que para reabrir un procedimiento hay que estudiarlo a fondo, ya que se necesitan nuevos motivos o pruebas», explica García Montes. Fue un proceso que requirió de meses de trabajo meticuloso. «Estuvimos estudiándolo durante siete u ocho meses y vimos que el caso tenía muchas fisuras, hacía aguas por todos los sitios», añade.
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El abogado examinó el archivo del procedimiento con un nivel de detalle minucioso, encontrando numerosas inconsistencias y puntos débiles en la investigación inicial. Un aspecto particularmente llamativo fue el conflicto entre los agentes encargados de la investigación y el juez instructor, que resultó en una sanción de 500 euros impuesta al magistrado por el Consejo General del Poder Judicial por una «falta leve de desconsideración». Este incidente fue solo una de las muchas grietas que descubrió García Montes.
El trabajo del letrado no solo consistió en identificar los errores cometidos en la investigación inicial, sino también en demostrar que había razones válidas y suficientes para reabrirla. «Para mí lo más grave era que el juez, al que tengo todo mi respeto, que sobreseyó el caso, además de que fue sancionado por el CGPJ porque tuvo un enfrentamiento con el coronel Corvín de la UCO, magnífico guardia civil y gran investigador, vimos que hacía aguas porque decía cosas en sus resoluciones que eran francamente graves y lo digo siempre con respeto para el juzgado», señala.
Uno de los elementos más críticos que García Montes descubrió fue cómo el juez en sus resoluciones llegaba a acusar, indirectamente y según él, a las instituciones penitenciarias de prevaricación y cohecho. «Por ejemplo, decía que las declaraciones de unos presos preventivos de la prisión de Botafuegos y de Juan Grande, Las Palmas II, estaban producidas por el Consejero de Manifestos Penitenciarios. Eso quiere decir que está acusando a la Junta de Tratamiento y a la prisión de prevaricación y cohecho y al juez de vigilancia también», expone.
Durante el proceso de revisión del caso, el abogado encontró un aspecto completamente nuevo y fundamental al repasar las declaraciones de Antonio Ojeda Bordón, alias El Rubio, el único investigado por la desaparición de Yéremi. «Leyendo sus declaraciones vi algo que era absolutamente nuevo. Primero, que él se ubicaba allí. Si se ubica allí, tiene que dar explicaciones. En el caso de Bretón, él se ubica con los niños de la mano y a partir de aquí no es la prueba diabólica, es la contraprueba. Si usted tiene a los niños, dígame qué ha hecho con ellos. En este caso, si el Rubio dice que él estaba allí y luego nos cuenta una película...», razona el abogado. Este descubrimiento dio un giro de 180 grados al caso.
«El Rubio dice también algo que me sorprendió y era que el niño estaba azulado. El azul supone una pérdida de oxígeno en la sangre, una cianosis, y lo primero que hice fue preguntar a la familia si el niño tenía alguna enfermedad, hablé con Milagros y con Ithaisa, y con el magnífico abuelo coraje, la abuela Mima y el abuelo Pepe. Digo, ¿el niño tenía alguna enfermedad? Me dijeron: 'Claro', y recuerdo que se me pusieron los pelos de punta», rememora el abogado.
A partir de esta revelación, García Montes se centró en demostrar que Yéremi efectivamente padecía cianosis. Sin embargo, este esfuerzo se ha topado con numerosas dificultades. A pesar de que en noviembre de 2021 el juez accedió a que los médicos forenses realizaran un informe sobre el problema médico del niño, la respuesta ha sido frustrantemente insuficiente. «Bien, contestan en febrero del año 2022, tres meses después, han tenido tiempo, eh, han tenido tiempo, diciendo una serie de cosas que eran pájaros y flores, no respondían a las preguntas que les hemos formulado», explica con evidente frustración.
El abogado se muestra crítico con la falta de respuestas claras por parte de los forenses y del sistema judicial. «Hemos pedido una nueva aclaración, en octubre del año pasado, y estamos pendientes de ver qué pasa con esto. Pero todo ello salpicado con que el juzgado tiene pendiente de que nuestros peritos privados nos hagan un informe», detalla García Montes, subrayando que la lucha por acreditar la cianosis de Yéremi sigue en curso.
Precisamente, el Juzgado de Primera Instancia número 2 de San Bartolomé de Tirajana, que investiga el caso, acordó el pasado 20 de septiembre prorrogar seis meses más la investigación por la desaparición del pequeño, al existir diligencias ya acordadas que aún no han podido practicarse y recursos por tramitar contra la denegación de pruebas propuestas por la acusación particular.
Para García Montes, la única línea de investigación viable sigue apuntando a Antonio Ojeda Bordón. Resalta que no existen otras sospechas o hipótesis que puedan ser investigadas con el mismo nivel de credibilidad. «Nosotros nos centramos en vías de investigación. ¿Qué más vías de investigación habría? Habría más que la que se practicó sobre el Rubio, y no había ninguna más. O sea, no tenemos ninguna sospecha de que sean terceras personas», afirma categóricamente.
El abogado destaca varios indicios de peso que señalan a Ojeda: un informe detallado de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, las propias declaraciones de Ojeda ubicándose en el lugar y momento de los hechos, y ofreciendo detalles inéditos de Yéremi, como que padecía cianosis o el color de las gafas que llevaba cuando se le perdió la pista. Además, un testigo ubicó a Ojeda en la zona de la desaparición, lo que refuerza aún más la hipótesis de que estuvo involucrado.
García Montes no solo se ha centrado en los hechos y pruebas, sino que también ha explorado el perfil psicológico de Ojeda, basándose en el informe de la Guardia Civil. Describe a Ojeda como una persona marginal y marginada, con una clara psicopatología. «Es un psicópata de corazón frío, no le duele lo que hace, pero hay algo más. Es que encima, es un pederasta, porque está condenado como tal», afirma García Montes.
Este perfil psicológico es crucial para entender la capacidad de Ojeda para cometer actos atroces sin mostrar remordimiento ni sentir la necesidad de rendir cuentas. «La psicopatía, que se llama trastorno asocial, es el señor que está contra el mundo, pero que no tiene ninguna reducción de pena ni ninguna enfermedad mental ni trastorno, salvo que estuviera potenciado con drogas o con alcohol», explica el abogado.
Más allá del aspecto técnico y jurídico, el caso de Yéremi Vargas ha dejado una profunda marca emocional en Marcos García Montes. A lo largo de su carrera, ha defendido a figuras destacadas como Ruiz Mateos o Juan Guerra, y asumido casos mediáticos como el de Rocío Wanninkhof o la defensa de Daniel Sancho, pero el vínculo que ha forjado con la familia Vargas va mucho más allá de lo profesional. «La abuela Mima me prepara para el viaje de vuelta unos sándwiches con unas Coca-Cola, que eso es, vamos, increíble. Milagros, la tía, es la pera limonera. La madre es una buena persona. Te sientes un poco más de la familia», comenta el abogado.
García Montes describe cómo el dolor de la familia es palpable cada vez que visita su casa. «Entras en esa casa y te metes en la habitación de Yéremi. Y ves que está todo conservado igual, esperando que vuelva. Ya la esperanza está muy, muy lejana, ¿no? Y ves que esas familias siguen pidiendo justicia, siguen sin ánimo de venganza y siguen diciendo: no sabemos lo que ha pasado, pero entendemos que a mi hijo le han secuestrado y lo han matado. Entonces, claro, eso hay que, como sea, llegar al fondo», expresa con determinación.
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