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La primera vez que escuché 'Un día en el mundo' -el alabado disco debut de Vetusta Morla, considerado por la crítica especializada como el álbum indie nacional por excelencia- paseaba por la playa del Confital. El grupo de Tres Cantos -Madrid- decidió titularlo así porque, además de considerarla como una «pequeña miniatura o retrato robot de lo que contiene el disco», nos invitaba a «darle importancia a cada día», incluso si solo se pretende, como era el caso, desconectar de absolutamente todo en un día de verano cualquiera.
Porque al Confital se va a disfrutar. Mejorado con mimo hace años su acceso con unas bonitas y cómodas escaleras, cuando se accede a la playa ya se percibe que el lugar es especial y único. Allí, entre mar y montaña, se para literalmente el tiempo y nada importa más allá de gozar de un marco natural incomparable.
El paisaje es impresionante, con el encuadre perfecto de la playa de Las Canteras en todo su esplendor y el paseo -con sus numerosos miradores- que desde la zona de La Puntilla lleva a la zona protegida.
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Pero hay mucho más. Bañarse en El Confital, por aquello de sus aguas cristalinas y limpias, es tarea obligada para todo el que lo visita. Cuando la marea está baja, los charcos de diversos tamaños que se forman invitan al chapuzón si el tiempo acompaña, ideal sobre todo para zambullirse con los más pequeños de la familia.
Practicar surf o bodyboar también es un lujo, ya que su ola está considerada como la mejor derecha de Europa, un privilegio, sin embargo, reservado para los profesionales o más avezados de la modalidad.
Pero el Confital también se puede disfrutar sin meterse en el agua. Los amantes del ciclismo de montaña o el running la pueden atravesar hasta encontrarse con las vallas militares, donde se quedará con ganas de más. Pasearse por la playa disfrutando del aire puro y su paisaje tampoco es mal plan. Se puede recorrer de lado a lado, bordeando las montañas hasta subir a la famosa Cruz de La Isleta, donde se topará con unas espectaculares vistas aéreas de toda la ciudad. Hacerlo a primera hora o cuando cae la tarde -si es entre semana mejor- es mágico.
Enseñar esta pequeña joya de la corona es incluso mejor. Hacerlo con orgullo a aquellos que, maravillados por la playa de Las Canteras, no miran un poco más allá, donde se ubica el paisaje natural protegido. Porque ir al Confital es siempre un plan perfecto. Los que vivimos en Gran Canaria lo tenemos a tiro, así que si no la conoce ya tiene ruta pendiente. Y si ya ha estado, ¿cuánto hace que no se da un capricho?.
La playa es de fácil acceso. Hay varias guaguas con rutas que pasan cerca (12, 24, 33, 47, 20, 41, 1, L1, 2, 19, 328, 21 y X47). Si va en coche, solo tiene que llegar a la Isleta, al noreste de la isla, y acceder a la playa por su cómodo acceso. Mi recomendación es que lo haga caminando desde La Puntilla (playa de las Canteras). Un recorrido de unos 20-25 minutos cómodo lleno de encanto, con varios miradores para pararse a sacarse una foto hasta llegar a la playa
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Iker Barinagarrementeria, Álex Sánchez y Sara I. Belled
José A. González, Sara I. Belled y Beatriz de Zúñiga
Sara I. Belled
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