
Secciones
Servicios
Destacamos
Ingenio aprobó en octubre otorgarle al agricultor y ganadero José Guedes el título de Hijo Predilecto, una distinción que recogerá el 18 de enero y que asegura que aún está asimilando. «Esto me ha llegado de sorpresa. Yo no sé si habré hecho algo sin darme cuenta que ha merecido ese galardón, pero no lo esperaba. Yo creía que se le daba a la gente poderosa, a la de muchos estudios o a la que había hecho casi un milagro. Y yo no he hecho nada de eso, sino que ha sido una rutina. Es la rutina de mi vida, porque creía que era necesario para mi sostenibilidad».
Y su rutina, esa a la que él le quita mérito, es la fuente de una sabiduría de la tierra de los que pocos pueden presumir. Hasta el punto de que el Cabildo de Gran Canaria lo designó años atrás como 'Sabio de la tierra', título que tampoco asimila porque no se considera sabio de nada, y editó un libro bajo el título 'El jardín de los sabios' en el que plasma su labor para mantener las raíces y las tradiciones en su finca de Lomo Caballo, en La Pasadilla de Ingenio, desde la que tiene unas vistas privilegiadas de Telde a Arinaga, pasando por el barranco de Guayadeque.
En este espacio de 22.000 metros cuadrados, heredado de sus abuelos y en el que hay registro de cultivos desde mediados del siglo XVI, tiene en la actualidad cabras, ovejas, gallinas y patos. Se trata de una labor que no tiene descanso, que comparte con su esposa Pino y su hijo José, y que ha ido disminuyendo con el paso del tiempo ya que llegó a tener vacas con las que elaboraba queso y cultivaba cereales para los animales y para su propio sustento. La falta de agua ha pasado factura. Pero la de agricultor y ganadero no fue su principal actividad durante su vida, ya que antes de jubilarse la dedicó mayormente a la hostelería. A su vez, la compaginaba con el campo, al que ahora le dedica su tiempo.
Reconoce su amor por Ingenio, porque como suele decir «las personas no son de Inglaterra, de Alemania, de Francia o de Estados Unidos. Son de donde están bien, tienen la comida y son felices. Yo aquí en mi pueblo me he sentido muy feliz y creo que es el mejor pueblo del mundo, porque es el único que conozco y en el que he estado siempre. Y si he permanecido en el mismo sitio durante tantísimos años, por algo será».
Su influencia ha ido más allá de su municipio, ya que una de las principales aportaciones que ha hecho Guedes ha sido la cesión al Cabildo de 26 variedades de las 30 semillas que han existido en Gran Canaria, entre las que se incluye el trigo negro, centeno, arvejas, lentejas, chícharos, chochos, habas y papas, que fueron pasando de generación en generación y que ahora se atesoran para que no se pierdan tras estar alrededor de una década reproduciéndolas para la institución insular. La escasez de lluvias ha provocado que ya no se pueda sembrar y no barrunta una situación muy esperanzadora para el futuro por los cambios en la naturaleza.
«Llevamos cuatro o cinco años que ya se veía venir lo que estamos viviendo. Las lluvias cada año vienen menos y tardan más en volver». Pocas soluciones aprecia ante este panorama, salvo la de potabilizar agua para el campo, para que la gente trabaje y tenga para comer, para ser más independiente y que haya más ocupación para que no muera.
«El campo no da dinero, pero da mucho que comer, tanto para los animales como para nosotros, y se puede conseguir muchas cosas buenas todavía», detalla, a la vez que apunta que el cambio «cada vez lo tenemos más dentro de casa, lo estamos viendo». Por eso pide que si algún político o alguien poderoso puede hacer algo y mejorarlo «que nos enseñen, que yo estoy dispuesto a aprender, a colaborar y a mejorar todo lo que pueda, porque esto es un bien para todos».
Si la situación continúa en la línea que va es consciente de que pasará factura. Por eso, como consejo apunta que formemos a nuestros hijos y nietos para la escasez que puede venir en un futuro, porque serán ellos los que de verdad sentirán el cambio climático y ahora están acostumbrados a tenerlo todo fácil. «Yo por la edad que tengo como de todo, pero hay mucha gente que no», así que cree necesario preparar a las nuevas generaciones para que puedan vivir con lo que tienen y aprender de los mayores, porque no habrá distinciones para nadie.
«Quizás los que mejor lo vayan a pasar, si llueve y la naturaleza ayuda, son la gente del campo, porque antiguamente los únicos ricos éramos la gente que vivía en el campo, porque siempre teníamos que comer. Las personas de la capital era tan ricas que tenían nada más que dinero», asegura.
«Dice el refrán que cuanto más pronto te adaptas a lo que tienes, más pronto serás feliz. Y eso es lo que tenemos. Para poder convivir y seguir, tenemos que ser felices con lo que tenemos», resume. Y en esa labor divulgativa también está él, ya que abre habitualmente su finca para dar a conocer a colectivos y escolares la importancia del campo, la agricultura y ganadería tradicionales y la agrobiodiversidad.
Publicidad
Carlos G. Fernández y Lidia Carvajal
Rocío Mendoza | Madrid, Lidia Carvajal y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.