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CRISTINA LEAL
«Soy tartamudo... ¿y qué?»

«Soy tartamudo... ¿y qué?»

Hoy se celebra el Día Internacional de la Tartamudez, un trastorno en la fluidez del habla que solo en nuestro país afecta a más de 800.000 personas

Jueves, 21 de octubre 2021, 18:40

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Hoy se celebra el Día Internacional de la Tartamudez, un trastorno en la fluidez del habla del que todavía se desconocen las causas concretas que lo originan y que afecta a más de 72 millones de personas en todo el mundo (800.000 en España), la gran mayoría varones –lo padecen el doble de niños que de niñas y hasta cinco veces más hombres que mujeres en la edad adulta–. «Los tartamudos saben lo que quieren decir, pero tienen dificultades para hacerlo. Nada más», tranquiliza Antonio Clemente, presidente del Colegio Oficial de Logopedas del País Vasco. Pese a que sobre el papel las personas con disfemia pueden hacer una vida absolutamente normal –«simplemente necesitan emplear un poco más de tiempo en la exposición oral»–, la realidad es que la tartamudez condiciona todos los ámbitos de su vida, desde el personal hasta el escolar y laboral.

Félix, bilbaíno de 70 años, es tartamudo desde niño y sabe muy bien lo que se siente cuando «te bloqueas y empiezas a repetir sílabas como una metralleta delante de toda una clase muerta de la risa o eres incapaz de contestar al teléfono por la ansiedad que te genera pensar que no te van a entender. Es un proceso muy duro. Te crea mucho complejo de inferioridad y una falta de autoestima brutal. En mi caso, la clave fue aceptar lo que me pasaba y, a partir de ahí, y con ayuda profesional, se me abrió el cielo. Fui por primera vez a un logopeda a los 45 años y mañana voy a dar una formación a 25 personas por videollamada», desliza con orgullo.

¿Qué es?

La disfemia no es una enfermedad

Empecemos por lo básico. «La tartamudez no es una enfermedad, ni lleva aparejada ninguna clase de deficiencia. Se trata simplemente de una dificultad en la fluidez del habla», explican en la Fundación Española de la Tartamudez (TTM).

Los niños o adultos con disfemia pueden repetir o prolongar una palabra, una sílaba o una letra, pero también es posible que hagan pausas mientras hablan porque han llegado a una palabra o sonido problemático para ellos. «La 'p', la 'k' y la 't' son terribles», puntualiza Félix, con conocimiento de causa. Una curiosidad: la gran mayoría de las personas con problemas de fluidez pueden expresarse sin tartamudear cuando charlan consigo mismas, cuando cantan o cuando hablan al unísono con otras personas.

Causas

Se desconoce su origen, pero es habitual que se herede

Respecto a las causas de la tartamudez no hay un consenso claro. «De hecho, es un tema recurrente en los estudios y después de más de un siglo de investigaciones se desconoce con exactitud la verdadera naturaleza del trastorno. No podemos negar que la genética juega un papel importante, de la misma forma que también lo juega en la capacidad de recuperación de la disfemia en la infancia o en el hecho de mantener la tartamudez en la vida adulta», explica Estela Fernández, vocal de la comisión de Educación del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid (CPLCM). Ahora bien, los expertos insisten en que lo más probable es que intervengan una combinación de factores. «Desde los genéticos (es muy importante tener en cuenta los antecedentes familiares), a los orgánicos, ambientales, el lenguaje o las habilidades motoras», enumera Clemente.

Cómo comportarse ante una persona con disfemia

  • Respétanos: Trata de comportarte exactamente igual que lo harías con otra persona. Es la mejor ayuda que nos puedes brindar.

  • Ojo con los comentarios: Evita frases del tipo 'habla más despacio' o 'no te pongas nervioso' porque hacen que la conversación se vuelva más tensa y desagradable.

  • Déjanos hablar: No nos 'ayudes' completándonos las frases.

  • No te burles: Mantén el contacto visual y no te rías de la situación.

  • Usa un ritmo pausado: Cuando hables, utiliza un ritmo tranquilo, sin que parezca poco natural o exagerado.

  • Importancia del qué frente al cómo: Intenta transmitir a tu interlocutor que lo importante es lo que dice y no cómo lo dice.

  • No nos evalúes: Cuando la persona que tartamudea salga del bloqueo o hable con fluidez no hagas comentarios como 'lo hiciste bien', 'te felicito, estás hablando mucho mejor'.

  • Sé paciente por teléfono.

¿Cuándo consultar a un especialista?

Por encima de tres repeticiones de una sílaba por cada cien palabras

La tartamudez suele presentarse en la infancia, aunque para su diagnóstico debe esperarse, al menos, hasta los 6 años. Que los niños pequeños repitan palabras o sílabas es frecuente. «Durante el desarrollo del lenguaje e incluso durante la infancia pueden aparecer episodios de dificultades en la fluidez del habla que no tienen por qué ser una disfemia permanente. Puede tratarse, simplemente, de una dificultad temporal relacionada con un estado emocional transitorio, ligado a un contexto o a una vivencia concreta», aclara Estela Fernández.

A juicio de Clemente, lo que ocurre en algunos de estos casos es que los padres están «demasiado alerta y cada vez que el niño se queda bloqueado o repite una sílaba se ponen tan nerviosos que le trasladan su ansiedad al pequeño, de manera que esos síntomas a los que no se les debería dar tanta importancia, porque son habituales dentro del desarrollo del lenguaje, se acentúan».

En cualquier caso, los especialistas en el tratamiento de la disfemia entienden que se puede empezar a hablar de tartamudez cuando la persona repite más de tres veces una misma sílaba o letra cada cien palabras.

Consecuencias

«La gran lucha es lograr que acepten su trastorno»

El psicólogo y autor del libro 'Deja de sufrir por la tartamudez', José Antonio García Higuera, mantiene que «la gran lucha» de las personas que tienen dificultades de fluidez al hablar se debe, en gran parte, a que no aceptan su trastorno. «Se niegan en rotundo a aceptar que son tartamudos por todas las connotaciones negativas que supone para ellos, tanto a nivel social como personal».

Una opinión con la que coincide plenamente el presidente de los logopedas vascos y el propio Félix, que experimentó en primera persona esa negación de la disfemia. «La autoaceptación es una parte fundamental para recuperar la confianza en uno mismo. Asumir que 'esto es lo que hay' y tirar para adelante sin darle más vueltas», aconseja Félix.

«Suele ocurrir –precisa Clemente– que la persona tartamuda considera que tiene un problema gravísimo, independientemente de su grado de disfemia, mientras que sus interlocutores le dan mucha menos importancia. Están más atentos a lo qué dicen que a cómo lo dicen».

Tratamientos

Sesiones de logopedia y «trabajo de campo»

«La tartamudez se puede mejorar e incluso corregir –dependiendo del tipo– con sesiones de logopedia», avanza Fernández. Clemente es partidario de salir de la consulta y hacer trabajo de campo. «Todas esas técnicas de control respiratorio, de pronunciación no sirven de nada si después no eres capaz de aplicarlas en tu día a día. Así que, a veces, bajo a la cafetería con los pacientes y les hago pedir la consumición. Hay que hacerles ver que han pedido un café, que incluso han pedido la cuenta y que no se ha montado ningún circo a nuestro alrededor».

«Tenía una librería y cobraba las cartulinas las cobraba a 29 pesestas para no tener que decir 30»

Félix tartamudea desde muy pequeño, pero no acudió a un logopeda hasta los 45 años (ahora tiene 70). Entró en la consulta de Antonio Clemente «cabizbajo y con la autoestima por los suelos» y lo primero que escuchó nada más cruzar la puerta fue un contundente 'Félix, hostia, esa cabeza para arriba'. «Puede parecer una tontería, pero a mí ese 'levanta la cabeza' y que me mirara a los ojos de igual a igual me ayudó mucho. Para mí fue un antes y un después. La actitud, el cómo te tomas las cosas es fundamental. Antonio me dio la confianza que me faltaba», explica Félix, que recuerda como un «auténtico martirio» cada vez que su logopeda, «ya amigo», le hacía repetir la cifra 333.333. «Fíjate si me costaba, que yo tenía una librería y cobraba las cartulinas a 29 pesetas por no decir 30. ¡Perdía dinero!». Cuando Félix nota que se va a bloquear, le viene a la cabeza la imagen de Clemente de pie en la consulta diciéndole 't-r-e-i-n-t-a y t-r-e-s'. «Entonces me calmo, ralentizo el habla y digo para mis adentros '33' antes de empezar a hablar», explica este bilbaíno, que ha mantenido esta conversación a tres (con la periodista y su logopeda) sin trabarse en ningún momento. El hombre que entró con la cabeza baja en la consulta del presidente de los logopedas vascos, acaba de llegar de Barcelona de un congreso en el que ha hablado delante de 45 personas. «Ahí lo dejo».

Trastornos de la fluidez del habla no preocupantes

  1. 1. Variaciones

«Pues... pues eso es de papá»

  1. 2. Reformulación de las frases

«Voy a... esto... me quedo con papá».

  1. 3. Una o dos repeticiones de toda la palabra o la frase

«Mamá, mamá ven» o «para bañarme, para bañarme».

  1. 4. Silencios entre las palabras

«Este es... mi amigo Javi».

  1. 5. Interjecciones

«Um, um, yo... quiero ir a casa».

  1. 6. Muletillas

«Es un juego,... bueno, una cosa... bueno, es un juguete».

Trastornos de la fluidez del habla que sí se deben consultar

  1. 1. Repeticiones de sonidos.

«P... p... p... papá» o «s... s...s... s... sí quiero»

  1. 2. Repeticiones de sílabas

«Pa... pa... pa... pajarito» o «mi... mi... mi... mío».

  1. 3. Más de dos repeticiones de palabras cortas

«Pero... pero... pero... pero dámelo»

  1. 4. Alargar un sonido durante varios segundos

«Eeeeeeese niño» o «Ddddddddímelo otra vez».

  1. 5. Bloqueos o interrupción del flujo de aire.

Atascos al hablar.

  1. 6. Silencios tensos entre palabras

«¿Por qué... (silencio, mientras mantiene la boca abierta) se llama Pablo?».

  1. 7. Palabras partidas

«Vamos to...dos a casa» o «tele...visión».

  1. 8. Tensión mientras habla

Esfuerzos por hacer salir las palabras.

  1. 9. Movimientos de esfuerzo en la cara o el cuerpo asociados al habla.

Cerrar los ojos, hacer muecas, mover las manos...

  1. 10. Velocidad rápida del habla

Cambio de volumen o de tono.

  1. 11. La frecuencia de esta dificultades es alta

De diez palabras, se bloquea más de una vez.

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