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¿Existe la hora ideal para hacer un examen?

¿Existe la hora ideal para hacer un examen?

Ni la primera de la mañana ni la última de la tarde, en la mitad del día está la virtud

Miércoles, 29 de septiembre 2021, 23:06

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Si preguntamos a un estudiante cuál cree que es la mejor hora para examinarse, seguro que contesta que ninguna. Pero, más allá de las pocas ganas que se tengan de someterse a una prueba, lo cierto es que la Ciencia sí tiene una idea clara de cuál es el mejor –y el peor– momento del día para hacerla. Y no, no es a primera hora de la mañana. Aunque sea lógico pensar que es cuando la mente está fresca y el cerebro despierto, lo ideal es someterse a los test de conocimientos en las horas centrales del día.

Ni muy temprano ni ya por la tarde cuando el cansancio físico y la fatiga mental pasan factura. Esto, que ha sido estudiado por investigadores expertos en Educación y Fisiología, tiene especial relevancia cuando hablamos de alumnos en la preadolescencia y los primeros cursos universitarios, esto es, entre los 11 y los 20 años. Tanto es así que si le toca el examen a una u otra hora el resultado puede verse afectado.

Existen estudios internacionales –pocos, por ahora– que han analizado la influencia de los horarios en el resultado académico de los alumnos en las citadas etapas. Pero el más reciente ha sido publicado por el profesor de la Universidad de les Illes Balears (UIB) Pau Balart, Economista especializado, entre otras materias, en Economía de la Educación.

A partir de los datos de panel de una institución del sistema de educación superior español, el investigador observa que los estudiantes exhiben un peor rendimiento cuando las pruebas se llevan a cabo en las franjas más temprana y tardía del día. Esto podría ser causado por dos fenómenos distintos que afectan al rendimiento a lo largo del día.

El estudio

«Planteamos esta investigación al observar en las pruebas de PISA que la misma pregunta tenía distinta nota si aparecía retrasada en el test»

pau balart

Economista, profesor de la Universidad de les Illes Balears

Por un lado, la fatiga cognitiva lo reduce a medida que transcurre el día y explicaría el peor rendimiento observado en las franjas tardías de la jornada. Por otro lado, los ritmos circadianos específicos de los adolescentes y de los jóvenes adultos, juegan en su contra a primera hora de la mañana. «La combinación de estos dos efectos, fatiga cognitiva y ritmo circadiano, es consistente con los efectos hallados en los resultados», versa el estudio.

La gráfica que arroja el análisis de los datos muestra que existe una diferencia de algo más de 1,10 puntos en los resultados de las pruebas que se realizan entre las ocho y las diez de la mañana y las que se sitúan entre las doce y las dos de la tarde.

«La atención sobre las habilidades no cognitivas ha crecido en los últimos años y yo, personalmente, he participado en distintos estudios al respecto. Nos fijamos específicamente en las pruebas de PISA, donde se daba un decaimiento del rendimiento a medida que pasaba el tiempo durante el que los estudiantes hacían el test», recuerda el profesor Balart.

Una misma pregunta obtenía mejores o peores resultados cuando ocupaba una posición anterior o posterior en el test (pueden ocupar disientas, ser la tercera o la número 20). «Vimos que la puntuación variaba, pero no sabíamos la razón. Lo que teníamos claro era que no era consecuencia de los conocimientos, sino de cuestiones no cognitivas. Por eso planteamos esta investigación, para trasladar este fenómeno a los distintos momentos del día y determinar si los horarios influyen en las notas», prosigue el Economista de la UIB.

La biología

«A partir de los 11 años el reloj biológico se retrasa y los adolescentes están más activos a mediodía; no es pereza sino que su biología está programada así»

Juan antonio madrid

Cronobiólogo, profesor de la Universidad de Murcia

Con el sí como respuesta, este especialista cree que el sistema debería tener en cuenta estos factores para fijar la hora más adecuada para hacer pruebas. «Esto podría ser también especialmente relevante en aquellas con consecuencias irreversibles y que determinan el futuro académico de los estudiantes, como es, por ejemplo, la prueba de acceso a la universidad», concreta.

Juan Antonio Madrid, Cronobiólgo profesor de Fisiología de la Universidad de Murcia, secunda la recomendación y ahonda en el fondo biológico que subyace tras los datos del estudio: el reloj biológico de los adolescentes. No se sabe el motivo cierto –hay diversas teorías al respecto– pero sí está comprobado que el reloj biológico tiende a retrasarse a partir de los 11 años. «En los pequeños, está muy adelantado, por eso se activan muy temprano. Punto al que se retorna en la edad madura. Pero a partir de la preadolescencia este momento se desplaza a mitad de la mañana: la hora en la que realmente están activos es a mediodía. No es un problema de pereza, sino que biológicamente están preparados para retrasar sus ritmos», concreta Madrid.

En la base de este retraso están los cambios hormonales de la adolescencia que tienden a retrasar el reloj cerebral y su funcionamiento, pero no se puede obviar otro fenómeno que se da en paralelo. «Con la incorporación a las redes sociales y al uso excesivo del móvil durante la noche, se produce una excitación cerebral, alimentada además por la luz blanca, que retrasa el inicio del sueño. Así, se van a la cama pasadas las doce, pero hay que madrugar mucho para llegar a la escuela. Es como si a los padres les sonara el despertador a las cuatro de la madrugada. El rendimiento se ve inevitablemente comprometido», explica el experto en Cronobiología.

La falta de sueño, a veces «dramático» con menos de seis horas, provoca peor rendimiento, más faltas, comportamientos conflictivos y más bajas por enfermedad. No se puede ir contra el reloj biológico de la adolescencia, pero sí acompañarlo con una serie de normas: nada de móvil una hora antes de irse a dormir; cenar dos horas antes de irse a la cama y dejar pasar tres entre el deporte (muy beneficioso) y ese momento. Si se dedica un tiempo a relajarse ya acostado, que no sea con luz blanca. «Leer un libro (incluso un 'e-book') o escuchar música o un podcast ayudará a mejorar el sueño», concuye Madrid.

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