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IRRIMARRA
Efecto nocebo, el lado oscuro del placebo

Efecto nocebo, el lado oscuro del placebo

Cuando crees que un tratamiento te va a hacer daño y termina haciéndotelo

Sábado, 30 de enero 2021

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Gonzalo sufre ataques de ansiedad desde hace varios años, pero se niega a tomar la medicación que le ha recetado su psiquiatra pese a que los episodios de «taquicardias y mareos» se repiten cada vez con mayor frecuencia e intensidad. No quiere ni oír hablar de pastillas. «Las he tomado un par de veces y me sentaron fatal. Incluso llegué a vomitar. Me encuentro mucho peor que si no tomo nada», asegura este joven madrileño, propietario de un pequeño negocio de alimentación al que se ve «obligado a faltar de vez en cuando» por su enfermedad. Su psiquiatra está convencida de que su caso mejoraría «notablemente» si tomase la medicación y no tuviese ese «miedo infundado» a los posibles efectos secundarios que se describen en el prospecto del fármaco, entre los que figuran «dependencia, náuseas, cefalea, visión borrosa, alteraciones del sueño y pesadillas». Y que, por supuesto, 'sufre' cada vez que toma una pastilla.

Lo que le ocurre a Gonzalo, ese empeoramiento de los síntomas de su enfermedad al tomar el tratamiento –o incluso sin tomarlo– por «las expectativas negativas que le atribuye a los fármacos» es lo que en la práctica clínica se conoce como efecto nocebo, el culpable de que algunas personas sufran efectos adversos al tomar un fármaco o recibir una instrucción sanitaria solo porque lo esperan de antemano. «Es como una especie de profecía autocumplida», resume la psiquiatra Rosa Molina.

¿Pastilla roja o azul?

Los estudios sobre el efecto placebo de las medicaciones arrojan conclusiones tan curiosas como que las pastillas de color rojo se consideran más efectivas que las de color azul, excepto en Italia, donde es justo al contrario, probablemente porque la gente se siente más identificada con el color azul de la camiseta de la selección de fútbol. También se piensa que tomar dos píldoras hace más efecto que tomar una aunque sea la misma dosis. Por otro lado, a afectos de percepción, una inyección funciona mejor que una pastilla, y una pastilla mejor que un fármaco en sobre...

A grandes rasgos, se podría decir que el nocebo es «el lado oscuro» del efecto placebo, mucho más conocido y que consiste precisamente en todo lo contrario. El clásico 'cura, cura, sana, culito de rana' que tampoco tiene nada de científico, pero que es capaz de acabar con algunos 'males' de un plumazo. «No cabe duda de que las expectativas que tiene un paciente sobre un tratamiento, ya sean positivas o negativas, juegan un papel decisivo en el éxito o fracaso del mismo», admiten los profesionales sanitarios.

Las personas que trabajan en el ámbito de la salud mental lo ven a diario. «Hay gente que nada más entrar en la consulta ya te dice que no cree en la psiquiatría o en las pastillas, como si fuese un acto de fe. En ese momento ya sabes que su evolución va a ser mucho más torcida de lo habitual. Un paciente que en condiciones normales respondería en un 70% a un antidepresivo, puede torpedear su recuperación simplemente porque no 'cree' en el tratamiento. Yo siempre les digo lo mismo: ¿Se ha leído usted el prospecto del paracetamol? Porque tiene más efectos secundarios que el fármaco que le estoy recentando yo y se los toma como caramelos. El estigma de la salud mental ya es un efecto nocebo 'per se'», precisa la doctora Molina, psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.

«¡Siéntese bien!»

Otras veces es el propio profesional el que, queriendo ayudar, genera ese efecto nocebo. Por ejemplo, cuando un fisioterapeuta le dice a un paciente: 'siéntate bien' evidentemente lo que quiere es ayudarle, porque como profesional sanitario entiende que esa persona debería sentarse de una manera distinta a cómo lo hace habitualmente. «Lo que ocurre es que esta instrucción puede provocar en el paciente una conducta de hipervigilancia. Es decir, el estar constantemente pendiente de la postura le va a generar tensiones musculares en zonas donde no debería tenerlas. Consecuencia: acaba teniendo dolores por intentar sentarse bien. La intención del profesional era buena, pero en la práctica resultó fallida», explica Raúl Ferrer, vicesecretario general del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.

Los médicos conocen bien el efecto placebo y saben cómo gestionarlo, pero no ocurre lo mismo con el nocebo, más desconocido para la mayoría de profesionales, y cuyas consecuencias para el paciente pueden ser, sin embargo, mucho más peligrosas. «Sabemos desde hace tiempo que las expectativas sobre la posibilidad de contraer una enfermedad pueden llegar a resultar tan peligrosas para algunos individuos como el propio virus que la causa», explicó en la BBC el reconocido neurólogo griego Dimos Mitsikostas al hablar sobre la magnitud del efecto nocebo en algunas personas.

El miedo y la hipervigilancia de posibles efectos adversos son, precisamente, dos de los factores que más alientan esta sensación de malestar. De ahí la importancia de cómo se transmiten los mensajes a los pacientes. «Tenemos que tener mucho cuidado porque a veces somos nosotros mismos los que generamos esa expectativa negativa sobre un tratamiento. No se trata de minimizar lo que tiene el paciente, pero se puede abordar de otra manera, porque nuestras palabras pueden hacer que el cuadro clínico empeore», admite la doctora Molina. Una opinión que comparte Raúl Ferrer. «El clásico 'te vas a quedar en silla de ruedas como no hagas tal cosa'. No podemos ser tan categóricos con los diagnósticos porque, aunque la intención del profesional no sea mala, puede estar haciendo más mal que bien de cara a la recuperación de ese paciente. El poder del efecto nocebo sobre determinados individuos es muy potente».

El precio de los fármacos

Los últimos estudios revelan que incluso el precio de los medicamentos influye en la percepción de qué efecto nos causará. Un experimento realizado por investigadores de la Universidad de Medicina de Hamburg-Eppendorf (Alemania) y publicado en la revista 'Science' concluyó que cuanto más caro es un fármaco mayor es el efecto placebo que genera. «Lo que sugiere que en la mente de las personas un medicamento más costoso se percibe como más efectivo que el barato. Pero no solo eso. Los efectos secundarios del medicamento más caro también son considerados más potentes que los del fármaco de menor precio. De manera que habrá pacientes que experimenten un empeoramiento de sus síntomas» fijándose ya solo en su precio.

El gran poder de los rumores malintencionados

El profesor de fisiología y neurociencia de la facultad de Medicina de la Universidad de Turín, Fabrizio Benedetti, toda una autoridad en el estudio de los efectos nocebo y placebo, hizo un experimento hace unos años para demostrar cómo afecta a nuestro cerebro la propagación de rumores relacionados con la salud, muchas veces malintencionados o sin base científica suficiente pero que mucha gente se cree a pies juntillas porque confían en la persona que lo difunde.

El investigador se llevó a un centenar de estudiantes a los Alpes italianos, situados a una altura de más de 3.000 metros. Antes del viaje le dijo a uno de los alumnos que la falta de aire por la altitud podría ocasionar migrañas. El rumor llegó a oídos de una cuarta parte de los estudiantes y, curiosamente, quienes lo sabían sufrieron dolores de cabeza mucho más acusados que los compañeros que ignoraban esa información.

Un estudio de la saliva realizado a los estudiantes sugestionados por el conocimiento de los supuestos efectos secundarios llegó a mostrar una exagerada respuesta a las condiciones de poco oxígeno, con una proliferación de enzimas asociadas a los dolores de cabeza por la altura. «El rumor llegó la bioquímica de sus cerebros –alertó Benedetti–. En los casos más extremos, en los que el miedo y las creencias son lo suficientemente fuertes, el coctel de hormonas resultante podría llegar a ser letal», advierte.

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