Borrar
Ilustración: Alina Antares
¿Tiene sueños raros cada noche? No es el único: sepa por qué

¿Tiene sueños raros cada noche? No es el único: sepa por qué

La pandemia ha dado lugar a este nuevo fenómeno que experimentan ahora cientos de personas

Jueves, 16 de abril 2020

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Miguel arranca cada mañana como padre de familia teletrabajador confinado. Pero no sabe cómo acabará cada noche. Ayer tocó conserje de un misterioso balneario en la oscura Edad Media. Esta noche, quién sabe. ¿Doble vida? Sí, o mejor múltiple. Pero solo en sueños. Como él se encuentra gran parte de la población: sorprendidos cada día del nivel de rareza de los sueños de cada noche. Muchísimos se han arrancado a compartir en redes sociales su extrañeza, buscando a semejantes. Los hay a decenas. ¿No es su caso? Desde la Sociedad Española del Sueño advierten de que, efectivamente, le está pasando a mucha gente y no les extraña. Se trata de un efecto colateral, generalizado e inesperado de la cuarentena a la que la pandemia de Covid-19 nos tiene a todos sometidos. Y tiene su explicación médico-científica.

Los sueños creados por el cerebro mientras dormimos ejercen un papel esencial relacionado con la salud de este órgano vital. Las investigaciones en la materia han determinado que ayudan a los mecanismos neuronales implicados en la consolidación de la memoria y del aprendizaje; pero también han sido asociados con las emociones. Se cree que son un importante regulador de las mismas y su objetivo es aportarnos el equilibrio que necesitamos para afrontar el día a día con cierta normalidad.

«De alguna forma, la actividad onírica se dedica a recoger y procesar por la noche una gran cantidad de información que, de forma consciente e inconsciente, recopilamos durante el día. Estímulos que suelen ser buenos y malos. La contrasta con la vida emocional previa de la persona y genera un resultado en forma de sueño», explica Javier Puertas, vicepresidente de la Sociedad Española del Sueño, doctor en la Unidad del Sueño del hospital valenciano de La Ribera. Otra de las funciones que también les atribuyen los especialistas es la recreación de escenarios inventados para entrenar al cerebro sobre la respuesta que tendríamos en la vida real.

Pero esto sería su función en circunstancias normales. Y precisamente ahora la situación puede ser calificada de todo menos de normal. «No solo hemos asistido al un cambio brutal de nuestras rutinas, sino que recibimos todos los días noticias impactantes, intensas... Desarrollamos inevitablemente temores, inseguridades, incertidumbres muy intensas concentradas en poco tiempo. Y sobre las cuales no llegamos a tener sensación de certezas: nadie sabe qué va a pasar. Además, toda esta inseguridad se proyecta a aspectos muy importantes de nuestra vida emocional: familia, salud, trabajo y economía», reflexiona Puertas.

Todo esto se puede traducir en una sola palabra: ansiedad. Y no es necesario que seamos muy conscientes de ella. A veces los estímulos que generan reacciones en nuestra mente son subliminales, algo ampliamente demostrado con los experimentos publicitarios. Y el subconsciente tiene marcas de las que tampoco tenemos que ser del todo conscientes. Pero están ahí.

En esta situación de temor el cerebro intenta asimilar ese cúmulo de emociones experimentadas durante el día para contrarrestar la ansiedad. «Esto está generando una presión sobre nuestra actividad mental durante el sueño; el cerebro intenta procesar, pero no lo consigue» y surgen estas ensoñaciones en forma de sueños raros. ¿Por qué son especialmente estrafalarios? Los sueños representan en imágenes o situaciones cada estímulo del día o preocupación. Al ser muchos y muy variados, y teniendo en cuenta que en ellos la secuencia temporal se altera, el resultado es realmente bizarro.

Ahora bien, mientras tanta agitación mental nocturna no afecte al descanso, no hay que darle importancia. Ahora que ya sabe la razón de sus madrugadas rocambolescas (y que no está solo), el consejo de los médicos es no pensar demasiado en ello. Como bien apuntan, cuando no se hace el esfuerzo de recordarlos, los sueños se olvidan rápidamente. A no ser que quiera echar unas risas (si no ha alcanzado la categoría de pesadilla) no hable de ellos. Le restará estrés.

Hábitos de desconexión

A veces, la intensidad, la frecuencia y el contenido de los sueños en circunstancias de estrés mental, como la que se vive actualmente, afectan al estado de bienestar general de quien los tiene. Cuando se descontrolan, a veces en forma de pesadilla, la salud se resiente. Realmente, como advierte el especialista Javier Puertas, «esta actividad mental es incontrolable». Pero existen hábitos de desconexión que ayudan a que este fenómeno no vaya a más. En primer lugar, hay que poner el teléfono móvil lejos de la cama. Si lo último que hacemos antes de dormir es repasar las noticias la agitación estará casi asegurada. Dos horas antes de irse a la cama hay que dedicarse a alguna actividad que relaje, que ayude a desconectar: ver una serie (mejor animosa), leer, escuchar música... También es bueno escribir lo que nos inquieta para poner orden. Al fin y al cabo, «lo que hacen los sueños es buscar salida a las preocupaciones», concluye el doctor.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios