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Andropausia: más allá de una bajada de los niveles de testosterona

Andropausia: más allá de una bajada de los niveles de testosterona

El hipogonadismo masculino va acompañado de una serie de síntomas que aparecen de manera gradual, desde la disfunción erectil a problemas de concentración o ansiedad

Viernes, 25 de marzo 2022, 23:05

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Antes de entrar en materia, conviene aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de andropausia, puesto que es un término que suele generar bastante confusión entre la población en general y no solo entre la masculina. «La propia palabra ya lleva a equivocación porque suele equipararse a la menopausia femenina y no tiene nada que ver, más allá de su origen hormonal. Es más acertado hablar de hipogonadismo masculino, que no es otra cosa que una bajada progresiva de los niveles de testosterona, acompañada de una serie de síntomas que repercuten no solo en la esfera sexual del paciente, sino también en su estado de ánimo e incluso en la condición física», aclara el doctor Ander Astobieta, urólogo del Igualatorio Médico Quirúrgico (IMQ).

A diferencia de lo que ocurre con la menopausia, que afecta a todas las mujeres en una determinada etapa de su vida en mayor o menor grado, el síndrome de deficiencia de testosterona, la hormona masculina que se produce en los testículos y que cumple unas funciones similares a los estrógenos en las mujeres, no lo padecen todos los hombres. De hecho, los últimos estudios cifran entre un 6% y un 12% el porcentaje de varones de entre 40 y 80 años afectados por esta patología, aunque existe bastante controversia en la comunidad científica a este respecto. Algunos especialistas estiman que afecta a la mitad de la población masculina.

Al margen de las cifras, el hipogonadismo secundario o de aparición tardía –el más habitual– «suele presentarse a partir de los 40 o 45 años, aunque lo más frecuente es que el paciente debute a partir de la quinta o sexta década», precisa el doctor Juan Ignacio Martínez-Salamanca, urólogo en el hospital madrileño Puerta de Hierro y en el Lyx Instituto de Urología.

En el diagnóstico de una andropenia tienen que combinarse dos factores: una bajada de los niveles de testosterona y una sintomatología concreta. «Que con el paso de los años bajen los niveles de la hormona masculina es de lo más normal y eso no quiere decir que ese hombre sufra hipogonadismo. Ahora bien, si ese descenso de la testosterona se acompaña de un cuadro clínico determinado la cosa ya cambia», coinciden ambos especialistas. Estas son algunas claves para conocer mejor el síndrome por déficit de testosterona.

Causas

Edad, obesidad, diabetes, colesterol elevado...

Según explica el doctor Martínez-Salamanca, coordinador nacional del Grupo Uro-Andrológico de la Asociación Española de Urología (AEU), «la edad es un factor clave en la aparición del hipogonadismo, pero hay otros muchos que juegan un papel muy importante, como es el caso de todos los factores de riesgo que rodean las enfermedades cardiovasculares: obesidad, hipercolesterolemia, diabetes, síndrome metabólico... O, dicho de otra manera, en muchas patologías vasculares se produce, además, un déficit de testosterona. Y esto es muy importante reseñarlo porque se calcula que aproximadamente la mitad de los pacientes diabéticos de larga duración presentan niveles bajos de esta hormona».

De manera que no solo la edad explica la disminución progresiva de la testosterona en los hombres, sino que «también se debe a los malos hábitos y a las enfermedades que nos echamos encima con el paso de los años», añade el urólogo madrileño.

Síntomas

Disfunción erectil, falta de deseo sexual, pero también cansancio e incluso depresión

«Los síntomas son variados y graduales», advierten los especialistas. Es decir, van apareciendo a medida que se perpetúa la bajada progresiva de los niveles de testosterona. «Lo primero que suelen notar los pacientes –señala Martínez-Salamanca– son cambios en el ámbito sexual: disminución de la líbido, problemas de disfuncion erectil... Pero después estos síntomas suelen ir acompañados de otros como, por ejemplo, irritabilidad, cambios en el estado de ánimo, disminución de la capacidad de concentración, pérdida de fuerza, cansancio, incluso cuadros que pueden rozar la depresión o la ansiedad... Todos relacionados con un déficit de testosterona de larga evolución, que también puede llegar a desencademar alteraciones como la pérdida de masa ósea y muscular y, en los casos más graves, problemas cardiacos».

El problema es que muchas veces «se trata de síntomas difíciles de distinguir de los achaques propios del paso del tiempo. De hecho, la mayoría de los pacientes consultan por disfunción erectil no porque se sientan cansados o desanimados. Sin embargo, el hipogonadismo se debe a una combinación de todos estos factores, por eso es importante consultarlo», aconseja el doctor Astobieta.

El tratamiento

Suplementos hormonales hasta que se normalicen los niveles de testosterona

Una vez realizado el diagnóstico por parte del urólogo –comprobar al menos en un par de analíticas que los niveles de testosterona total y disponible están bajos, además de los síntomas que ya hemos comentado–, se inicia lo que los especialistas llaman terapia hormonal de sustitución o de reemplazamiento de testosterona, que consiste en suplementar la falta de esta hormona por por vía transdérmica –un gel que se aplica a diario– o intramuscular por vía parenteral –una inyección cada tres semanas–. El paciente debe someterse a controles periodicos mientras dure el tratamiento, que puede prolongarse durante meses e incluso años hasta que se recuperen los niveles de testosterona y cesen los síntomas. «En el hipogonadismo de aparición tardía no es que algo esté roto, por decirlo de alguna manera. El testículo funciona, lo que ocurre es que funciona lento. La fábrica produce menos de lo que se necesita y lo que hace el tratamiento es añadir lo que falta. Por eso les decimos a los pacientes que, además de suplementarse, deben perder peso, hacer un mejor control de la hipoglucemia y practicar ejercicio físico, porque se ha demostrado que el ejercicio aeróbico eleva los niveles de la hormona masculina. La obesidad, por ejemplo, es un factor de riesgo clarísimo. Cuanta más grasa, más testosterona se transforma en estrógenos. Es decir, es el paciente el que destruye su propia testosterona», explica Martínez-Salamanca.

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