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LIDIA CARVAJAL
¿Qué tipo de amigos tienes? Aprender a 'colocarles' evita disgustos

¿Qué tipo de amigos tienes? Aprender a 'colocarles' evita disgustos

No todas las amistades son iguales, ni debemos 'exigirles' lo mismo, así que conviene olvidarse de los tópicos y saber qué lugar ocupan en nuestra vida (y nosotros en la suya)

Martes, 7 de septiembre 2021, 23:02

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La amistad, 'eso' que nos aúpa cuando estamos hundidos, que nos hace sentir menos solos, que hace la vida más llevadera... ¡y que tantos quebraderos de cabeza nos da! Porque, como en toda relación más o menos intensa entre dos personas, siempre hay roces. Es decir, quien tiene un amigo tiene un tesoro, sí, pero también una preciosa y delicada bomba de relojería que hay que aprender a gestionar para no sufrir. ¿Quién no se ha llevado más de un chasco?

Si existiese alguna clave para mantener amistades que no acaben con un poso de amarga decepción... Pues bien, las hay. Algunas recomendaciones nos pueden ahorrar disgustos. Según la psicóloga y escritora Valeria Sabater, la primera 'norma' es buscar siempre la reciprocidad: «Ese balance perfecto entre lo que tú me das y lo que yo te doy. En el momento en que hay uno que exige más de lo que ofrece, esa amistad ya no tiene sentido». Así que lo mejor es dejar correr esa relación. ¿Otra clave? «A los amigos les pedimos favores, consejos y, sobre todo, su tiempo. Son muchas cosas. Pero la más importante de todas, la más sagrada, es la confianza».

Partiendo de estos dos requisitos, la experta recalca que necesitamos tener amigos: el cerebro precisa de estas conexiones cotidianas para aliviar el estrés, aprender cosas nuevas, relativizar los problemas y sentirnos validados emocionalmente. Pero, ojo, no debe ser a cualquier precio. Hay que huir de cualquier relación que nos proporcione más desazones que alegrías.

Aunque, a veces, los 'culpables' de ello somos nosotros. Primero, por no huir de relaciones tóxicas y, segundo, por 'clasificar' mal a nuestros amigos y, por tanto, pedirles demasiado. Así que lo más inteligente es entender que no todos nuestros amigos nos van a aportar lo mismo ni van a ser igual de 'intensos'. De hecho, una persona tiene capacidad para mantener unas 150 amistades, según las teorías del antropólogo británico Robin Dunbar, 'padre' del 'número Dunbar'. Según sus tesis, esa es la cantidad de amistades que un humano, con sus limitaciones cognitivas y de tiempo, puede tener. Pero, claro, no todas con el mismo peso: en el epicentro amistoso solo habría de tres a cinco individuos, después el abanico se abre y contamos con una docena de buenos amigos... ¿Y el resto hasta llegar a 150? Conocidos, amiguetes..., relaciones menos estrechas, pero útiles.

He aquí una guía para saber colocar a esas 150 'amigos' que parece que todos tenemos y no llevarnos decepciones. Es decir, pondremos a cada uno en su sitio (y, si contamos con la capacidad de autocrítica suficiente, también podemos autoclasificarnos).

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    De la infancia

Todos tenemos amigos de este tipo, a los que nos une un cariño entrañable. ¡Quien nos conoce de niños sabe mucho de nosotros, de nuestras debilidades y fortalezas! Porque de peques tenemos pocos filtros. «Esas experiencias tempranas edificaron una parte de lo que somos ahora», subraya Sabater. Es decir, nos han moldeado.

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    Los que se ven poco, pero 'reconectan' al momento

Son amistades auténticas que todos deberíamos tener. «Las define la confianza, la fuerza de las experiencias vividas en común y esa complicidad instantánea para la cual no importa el tiempo ni la distancia», explica Sabater. Así que no les atosiguemos (ni nos enfademos) pidiéndoles más atención. Saber que siempre estarán ahí debería bastar.

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    De distinto sexo

Es sumamente enriquecedora. «Nos permite, por ejemplo, comprender más cosas sobre el sexo opuesto y encontrar un apoyo cotidiano diferente al que tenemos con nuestras amistades del mismo sexo». Lo que ocurre es que, tradicionalmente, este tipo de amistad está marcada «por ese condicionamiento social que nos dice que en algún momento aparecerá la atracción sexual». O por el temor a que, cuando uno de los dos tiene pareja, puedan producirse situaciones incómodas. «Debemos romper ya esos viejos estereotipos de la 'friend zone'», recalca la psicóloga.

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    Interesados

Tienen muy mala prensa, pero, en el fondo... ¡todas lo son! Sí, porque siempre esperamos de los demás ciertas cosas: lealtad, sinceridad, apoyo… Nadie se 'mete' en una amistad si no le reporta algo placentero. Las amistades interesadas no son malas si ambas partes comparten conscientemente los beneficios y ven cubiertas unas necesidades.

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    Superficiales

«En psicología las definimos como el poder de los lazos débiles o de segundo orden: los vínculos que mantenemos con algunos compañeros de trabajo, 'amigos de amigos', vecinos o personas con las que nos encontramos de vez en cuando y con quienes mantenemos conversaciones puntuales». ¿Son inútiles? Para nada, esos contactos 'inocuos' nos ayudan a reducir el estrés.

Falsos mitos sobre la amistad

  • La amistad es para siempre Este es un falso mito que aprendemos ya en la adolescencia con las primeras decepciones. En esta etapa de la vida damos el carné de amigo con demasiada ligereza y luego vienen los disgustos. Pero es un aprendizaje y con los años nos volvemos más exigentes y selectivos, tal y como explica Sabater.

  • Todo el mundo necesita un mejor amigo. «Las personas contamos con dos o tres personas a las que consideramos 'familia'. No hay que obsesionarse en buscar 'un mejor amigo' como quien busca pareja.

  • Los buenos amigos nunca defraudan «Todos somos falibles: los amigos, la familia e incluso nosotros mismos», apunta.

  • Las amistades con como flechazos «¡Otro mito, hay amistades que se cuecen a fuego lento y con el tiempo!», apunta.

  • Los buenos amigos lo perdonan todo Error. «Hay barreras que no pueden cruzarse. No todo es permisible y, para nuestro bienestar psicológico, habrá amigos que deberemos dejar ir porque nos traen más tormentas que días luminosos».

Tóxicas o 'caducadas'... mejor dejarlas correr

En el caso de las tóxicas, parece que nadie se escapa de sufrirlas alguna vez en la vida. Si creemos que no, quizá es que han hecho muy bien su trabajo y ni nos hemos dado cuenta. He ahí una pista para detectar al amigo tóxico: manipulan y mueven sus hilos solo para beneficio propio. «Vulneran las bases de la confianza y la lealtad y se convierten en auténticos francotiradores emocionales hasta que, finalmente, logramos poner distancia», recalca Sabater. ¿Y las amistades 'caducadas'? Es cuando un día nos damos cuenta de que sólo nos unen los buenos recuerdos, de ahí que nos queramos y, a ratos, no nos entendamos (porque ya no hay nada en común entre nosotros). «Son vínculos emocionales que nos cuesta romper. Las personas cambiamos con el tiempo y hay amistades que también caducan –aclara–. Por curioso que parezca, las relaciones tormentosas se dan con mayor frecuencia con muchos de esos amigos de infancia, de instituto o universidad que conservamos a lo largo de los años», señala la psicóloga.

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