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DANIEL CRESPO
Cómo solucionar esas pequeñas cosas que nos complican la vida

Cómo solucionar esas pequeñas cosas que nos complican la vida

Por sí solas parecen insignificantes, pero juntas nos boicotean. ¿Y si las atamos en corto?

Domingo, 7 de noviembre 2021, 23:20

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Sí, lo de que somos nuestro peor enemigo suele ser verdad, lo que pasa es que normalmente preferimos buscar culpables 'externos' para no sentirnos responsables. Pero lo cierto es que cada día nos autoboicoteamos sin darnos cuenta con un buen número de pequeñas cosas que al final forman una montaña. ¿El resultado? Acabamos con una sobrecarga y mucho menos felices de lo que podríamos ser solo con unos pequeños cambios.

La escritora Sara Knight, autora de 'bestsellers' como 'La magia de mandarlo todo a la mierda', nos explica en su nueva obra 'Cómo solucionar tus mierdas' (sí, le gusta la palabra) qué hacer «cuando tu propio 'yo' se interpone en el camino» diseminando pequeños guijarros que destrozan nuestra paz de ánimo.

Para ello parte de dos consejos básicos. Primero, a la hora de afrontar cualquier problema (del calado que sea) hay que compartimentarlo en tareas pequeñas y manejables para que no nos supere. Y segundo: si algún aspecto de tu vida te disgusta, pasa a la acción, que no quiere decir necesariamente romper con todo (como hizo ella, que era editora, dejó su trabajo y se fue a vivir al Caribe). Se trata de intervenir, de tomar cartas en el asunto. He aquí unas claves que da Knight para que solucionemos esos microsabotajes diarios que nos hacemos. Sin ellos, nuestra calidad de vida crecería muchos enteros. ¿Probamos?

  1. Microboicoteo 1: Dejar que los problemas campen a sus anchas

    El método del 'qué/por qué'

Vivimos sobrecargados, sí, como una central eléctrica a punto de soltar chispazos. Y suele ser porque dejamos campar a sus anchas los problemillas que van surgiendo en lugar de ir solucionándolos o eliminándolos de nuestra cabeza. Sara Knight propone que usemos el método 'qué/por qué'. ¿En que consiste? En plantearnos qué problemas tenemos y por qué y apuntarlos en una lista. A continuación, anotamos el objetivo. Por ejemplo, un clásico. Qué (problema): salgo tarde del trabajo. Por qué: tengo muchas tareas, pero también pierdo tiempo en las redes sociales o escuchando las quejas del compañero de turno.

Objetivo: voy a hacer parcelitas de tiempo en las que me voy a concentrar en el trabajo como si no existiese el resto del universo (ni móvil, ni hablar, ni email), voy a acotar las distracciones y, diez minutos antes de marcharme, haré balance de lo que he terminado, apuntaré lo que queda pendiente, recogeré mis bártulos y, a la hora de salir, saldré. ¿Por qué apuntar esos 'qué-por qué' y el objetivo? El acto de escribir algo es traspasar un pensamiento o intención a un plano físico. Y para nuestro cerebro ya se convierte un poco en realidad. Es como si recibiese la orden de ponerse en marcha, de activarse.

  1. Microboicoteo 2: Darle a todo #la misma importancia

    Todo en su lugar y a su tiempo

A veces estamos fuera de nuestras casillas por tareas o supuestas obligaciones que son realmente ridículas. En la práctica, las ponemos al mismo nivel de las cosas importantes. Por ejemplo: esta tarde tengo cita con el médico, debo acabar un trabajo, hacerme las uñas y comprar una planta para el salón. Qué agobio, ¿no? Error. Realiza una lista diaria de lo que hay hacer por orden de urgencia. Y empieza a tachar cosas si ves que la jornada ya es exigente. Seguro que hay cuestiones que no son de vida o muerte.

Además, Knight propone que un día «nos cronometremos haciendo nuestras actividades diarias»: los desplazamientos, la ducha, preparar a los niños para ir al cole. Y, sabiendo cuánto tardamos, nos organizaremos en consecuencia. Volvamos al ejemplo de salir del trabajo: calcula cuánto tardas desde que dices que te vas hasta que realmente lo haces (apagas el ordenador, recoges la mesa, metes todo en la mochila, te despides de la gente, pasas por el baño...). ¿Para qué? Para empezar antes a irte si eres de los tardones.

  1. Microboicoteo 3: Sentirse mal por #desatender a los amigos

    Haz un 'estoy aquí'

«El reto es mantener o mejorar los que en realidad son importantes para ti», indica Knight. Perder el contacto con gente que queremos nos boicotea: necesitamos amigos, de los grandes y de los superficiales. Todos llenan huecos. Para que no perdamos el contacto con ellos, un lastre que llevamos mal aunque pensemos que no, Knight propone que, periódicamente, hagamos un repaso y mandemos un email a los que hemos dejado de ver por culpa de nuestra atareada vida. A continuación, les decimos que pensamos en ellos «y que estamos deseando quedar en cuanto se pueda».

  1. Microboicoteo 4: Ver cómo se desgasta la pareja y no actuar

    ¿Y si probamos a ser amables?

«No ser cuidadoso puede acabar provocando que un buen número de personas desaparezcan de tu vida», alerta Knight. Puede que un cataclismo emocional termine con una relación, pero a menudo los culpables son el desgaste y la falta de amabilidad diaria. Así, la autora anima a todos a que se propongan ser adorables al máximo con el otro (con frases como 'uy, perdona, que hoy no te he hecho mucho caso y eso no puede ser') durante un día, por ejemplo, y ver los resultados. Seguramente, repetiremos.

  1. Microboicoteo 5: No delegar y asumir responsabilidades ajenas

    No arregles lo de los demás

Para Knight, la sobrecarga de 'mierdas', como ella las llama, se debe en buena medida a nuestra incapacidad para delegar. «Tu trabajo es arreglar tus cosas, no las de los demás», sentencia. Así que Knight anima a centrarse en uno mismo. Pongamos en práctica lo siguiente: cuando tengamos en mente un montón de obligaciones, pensemos cuántas son cosa nuestra. Nos sorprenderemos.

  1. Microboicoteo 6: No proteger nuestras aficiones

    Hay que programarlas

Leer, ir al cine, cocinar, bailar, nadar, pintar... Sean cuales sean nuestras aficiones, hay que protegerlas. Cuando las cosas vienen mal dadas, esa inyección de placer que nos dan es medicinal. Y, para cuidarlas, lo primero que hay que hacer es programarlas; si no, el día a día y el ajetreo se las 'tragan'. «Por último, en caso de duda, no pienses, hazlo», aconseja Knight. Así no le damos tiempo de actuar a la pereza.

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