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HIGINIA GARAY
364 días de sororidad

364 días de sororidad

En qué consiste elapoyo entre mujeres que promulga el movimiento feminista como el camino obligado hacia la igualdad

Domingo, 7 de marzo 2021

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El movimiento feminista ha perdido este año una de sus formas más eficaces de expresión: las manifestaciones del 8 de marzo. El entorno sanitario no aconsejaba celebrar este día de lucha por la igualdad de la forma que se viene haciendo en los últimos años, con rotundidad y de manera multitudinaria. Quizá, cuando toca guardar la pancarta y la camiseta, acallar el grito y las ganas, no esté de más pensar en cómo se puede trasladar a la vida cotidiana el activismo.

Para las personas que estén interesadas en participar más allá de una fecha señalada, si no están ya implicadas del todo, proponemos la práctica de la sororidad en el día a día como uno de los caminos más directos hacia la meta de la igualdad. Tanto es así que, creen desde el movimiento feminista, sin ella sería del todo inalcanzable.

Para empezar a comprender qué significa este término, lo primero que habría que corregir es este mismo artículo, ya que cualquier invitación a poner en práctica la sororidad debe expresarse solo en femenino. ¿Le resulta demasiado excluyente? Sin duda: esto es algo que solo se ejerce entre mujeres. Eso sí, no está de más que el concepto sea de manejo global.

La propia etimología de la palabra da las claves de qué significa. Para expresar la hermandad entre las personas se utiliza la palabra fraternidad. Pero esta viene del latín 'frater', que es como se dice hermano. De hecho, la definición exacta del diccionario es «unión entre hermanos». Con ello, esta misma relación entre mujeres se quedaría huérfana en nuestro lenguaje, si se tiene en cuenta que en latín hermana es 'soror'. No sería raro, pues, emplear 'sororidad' para expresar esa hermandad exclusiva del género femenino.

El primero en citar la necesidad de acuñar el término fue el escritor Miguel de Unamuno allá por 1920. En su novela 'La tía Tula' ya lo empleaba sin reparos para expresar esa solidaridad entre mujeres que las sostiene, alienta y defiende. Cincuenta años después, en los 70, fue la activista estadounidense Kate Millet quien puso en el centro del feminismo la 'sisterhood', o sea la alianza entre hermanas. Esto que puede parecer una perorata semántica no es gratuito: tiene sentido y significado. Y es que, a pesar de ser una realidad que estaba en la calle, la palabra no mereció ser reconocida como tal por la Real Academia de la Lengua Española (RAE) hasta hace tres años.

«Partimos de la base de que el sistema nos discrimina, por eso hay que apoyarse»

Pilar Águilar | escritora

«En igualdad de méritos, a la hora de elegir, se trata de apostar por una mujer»

iria marañón

«Debemos reconocer que nosotras también podemos tener actitudes machistas y dejarlas atrás»

nadia khalil

A partir de 2016, en paralelo al mayor auge de los movimientos feministas en España, el término estaba muy extendido y empezaba a merecerse un puesto en el 'olimpo' de la Academia. Y entró en la lista de palabras de nuevo cuño de 2018. Ahora bien, no importa que la RAE haya tardado casi 80 años en darle una definición («especial hermandad que se fragua entre las mujeres para luchar por su empoderamiento») porque, de alguna manera, siempre ha estado ahí, sustentando la lucha por la igualdad femenina.

Pilar Aguilar, autora de 'Feminismo o barbarie' (La Moderna) rechaza «esa idea 'bambi' de que todas nos amamos y no nos criticamos porque seamos mujeres» en cualquier circunstancia como definición de sororidad. Ella huye de la imagen de hermandad 'naive' para defender una postura más dura. «Hay que realizar un análisis crítico del entorno y reconocer que estamos en desventaja porque el sistema nos discrimina; por lo tanto, necesitamos el apoyo mutuo para hacer frente a esto».

Esta teórica y activista cita algo que sí persigue la sororidad, que no es otra cosa que atacar a la línea de flotación de uno de «los argumentos machistas del patriarcado». Este es, que las mujeres siempre estamos en competencia, somos rivales. Pero nada más lejos de la realidad, eso es lo que nos hacen creer hasta llegar a calar, dice: «¿A quién ha acudido la mujer cuando ha necesitado apoyo, consuelo o ayuda? A otras mujeres: hermanas, amigas o vecinas. Esas redes siempre han existido».

Ahora bien, el término tiene también una faceta política cuando llama a ejercer la discriminación positiva en favor de la mujer siempre que sea conveniente para limar las diferencias que persisten: salariales, de oportunidades, de carrera. Como Pilar Aguilar, Iria Marañón, autora de 'Educar en el feminismo' (Plataforma Editorial), no tiene reparo en reconocer que, «por supuesto», si tiene que elegir en igualdad de méritos entre un hombre y una mujer, cuando busca médico, por ejemplo, elegirá a una mujer. «Los hombres se han apoyado entre ellos desde siempre y ya han tenido su espacio. Por eso entre nosotras tenemos que apoyarnos de la misma manera», advierte.

Aguilar hace notar que cuando una mujer llega a un determinado puesto lo ha tenido más difícil. «Así que siempre pienso que, con todo lo que ha tenido que pasar, debe ser buenísima en lo suyo», ejemplifica. «No se trata de no criticar la mala gestión de una mujer en ningún caso -prosigue-, sino evitar sumarse al machaque que muchas sufren por asuntos ajenos a su desempeño».

Nadia Khalil Tolosa, autora de 'Feminismo para Dummies' (Planeta), añade en este sentido que «no se trata de santificarnos, sino de entendernos mejor para crear un mundo más amable porque nuestros actos tienen repercusión en lo social, lo personal e incluso en lo político. Debemos reconocer que nosotras también podemos tener actitudes machistas, dejarlas atrás y ser más consideradas con otras mujeres». Estas tres feministas 'de libro' dan diez ideas para ser ejercer la sororidad los otros 364 días del año, más allá del 8-M.

IDEAS QUE INSPIRAN LA SORORIDAD

Con una mujer al mando, colabore

«Puede haber malas jefas, claro», dice Aguilar, pero cuando no es así, si se apoya a las que han llegado a puestos de responsabilidad se ejerce una sororidad que ataca a la «mentira» que atribuye rivalidad innata a las mujeres. Si se suma en estos casos, y en las dos direcciones, las dos crecen.

Evite las críticas por la apariencia

Khalil recalca que «se debe evitar criticar a una mujer por su aspecto físico y forma de vestir. Es mucho más habitual juzgar a las mujeres por su apariencia que a los hombres. Además de ser injusto, sin darnos cuenta estamos contribuyendo a la perpetuación de los estereotipos de género».

Luche contra la hipersexualización

Para Marañón, la exaltación de la belleza física como un valor superior a otros cosifica a las mujeres y es otro instrumento del sistema que no trata a las mujeres por igual, sino como «sumisas y complacientes». El posicionamiento en contra de la prostitución también es sororidad, cree.

En igualdad, vote siempre por ella

Pilar Aguilar ve en la apuesta siempre por una mujer a la hora de votar entre dos personas de distinto género, y de igual formación, méritos o valía, un ejemplo de sororidad política. Marañón cree que los hombres «lo llevan tan impregnado que no tienen ni que plantearse» si es justo o no.

Elija una doctora, profesora, abogada...

No quiere decir que uno sea mejor que otro por el género, pero cuando se habla de ejercer la sororidad el consejo de las feministas es elegir siempre a un profesional que sea mujer en igualdad de conocimientos. «Si tengo que elegir, busco a una doctora o a una profesora», asegura Marañón.

Si puede, no se calle y sea crítica

Reconoce Pilar Aguilar que no siempre se tiene la posición privilegiada de poder denunciar una situación injusta contra una mujer. Pero siempre que el estatus lo permita, una forma de sororidad es no callarse ante el sistema y denunciar desigualdades a través de los foros que se tenga a mano.

Delegue responsabilidades en ellas

Aunque siempre haya excepciones, en términos generales, Khalil recomienda también que, de ser posible, en el ámbito laboral «hay que intentar delegar más responsabilidades en las mujeres para que se las incluya y puedan participar también en los procesos de toma de decisiones».

Empatice y haga notar situaciones machistas

«Si vemos que se critica a una compañera de trabajo por cuestiones que no atañen a su desempeño laboral, se debe indicar cortésmente que no es motivo para hablar mal de nadie», señala Khalil. Ponerse en el lugar de la otra persona y censurar los comentarios machistas en voz alta es clave.

Participe en alguna asociación

Una de las formas básicas de ejercer la sororidad es, para Iria Marañón, formar parte de algún movimiento feminista de forma activa, a través de alguna asociación que encaje con nuestros planteamientos. En estos entornos donde se participa y se está al pie del cañón se fomentan estos lazos.

Cuide el lenguaje para no estereotipar

«Debemos cuidar nuestro lenguaje y lo que decimos», advierte Nadia Nhalil, ya que sin darnos cuenta caemos en expresiones muy ancladas en el lenguaje y que tienen connotaciones negativas en contra de las mujeres, especialmente cuando se las quiere atacar en la esfera de lo personal.

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