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En los años más secos, cientos de personas aprovechan para bañarse en las aguas sulfurosas y rebozarse en los lodos de este emplazamiento, que data de la época romana y fue en tiempos refugio de la aristocracia española. EFE
El spa invisible

El spa invisible

Lugares imposibles ·

El antiguo balneario de Tiermas, en el embalse de Yesa, reaparece los años de sequía

óscar Beltrán de Otálora

Martes, 25 de agosto 2020, 23:05

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El balneario de Tiermas es uno de los pocos spas del mundo que reaparece con la sequía. Para poder visitarlo hay que estar atento a los partes meteorológicos. Tiermas desapareció en los años sesenta, cuando el embalse de Yesa represó el río Aragón. El pantano anegó un establecimiento del que ya se tenía constancia desde la época romana y que en su momento fue refugio de la aristocracia española. Hoy en día, en los años de sed, sus ruinas reaparecen y cientos de personas aprovechan para bañarse en sus aguas sulfurosas y rebozarse con sus lodos. Pero si las lluvias son constantes, el lugar es invisible.

Tiermas está situado en la frontera con Aragón y Navarra, en lo que bien podría ser el paradigma de la España vacía/vaciada. El pueblo lleva décadas abandonado y, si no fuera por las aguas turquesa del embalse, parecería un lugar a punto de ser devorado por el desierto. En los primeros años del siglo XX, sin embargo, era un bullicioso paraíso para la aristocracia del norte de España. Según los cronistas locales, no solo tenía piscinas, hoteles, billares y zonas de descanso. La publicidad ponía en valor que las instalaciones contaban hasta con gramófono. Una modernidad entonces, equiparable al primer hotel con wifi de nuestros días.

Medicinales.

  • Agua a 40 grados Se vendían sus beneficios para enfermedades cardiovasculares, alteraciones respiratorias y del sistema nervioso, de la piel, ginecológicas, gota, obesidad, reumatismos...

  • 1960 Ese año estaba ya en funcionamiento el embalse de Yesa, entre Zaragoza y Navarra.

Su visitante más célebre fue la infanta Isabel de Borbón y Borbón, hermana de Alfonso XII. El hotel del balneario se bautizó con su nombre. Ella era una más de los usuarios que acudían a Tiermas a tomar unas aguas consideradas beneficiosas para «enfermedades cardiovasculares, alteraciones respiratorias, rinitis, sinusitis, alteraciones del sistema nervioso, de la piel, ginecológicas, gota, obesidad, reumatismos» y un largo etcétera. En los años cuarenta, un incendio arrasó parte de sus instalaciones y en 1960, con la apertura del embalse, pasó a la historia.

La ruta de las almadías

Hoy en día, cuando las termas reaparecen, se saturan con visitantes que acuden a bañarse en lagunas que retienen aguas a más de 40 grados. Los tramientos medicinales de Tiermas se han democratizado por efecto de la modernidad y el paso del tiempo, que también hicieron esfumarse otras actividades en la zona. El pueblo era un lugar de paso para los almadieros –almadías es un término procedente del árabe al'madiya– que bajaban desde el Roncal con grandes balsas fabricadas con troncos de pinos cortados. La navegación fluvial era la única forma de hacer llegar la madera a muchos de sus destinos. Un trabajo complicado y peligroso por los rápidos, los remolinos y las represas de los ríos que surcaban.

En el siglo XIV ya se transportaban los troncos en almadías. En los siglos XVI y XVII, estas embarcaciones aseguraban la madera necesaria para construir las naves de la Armada Real. El negocio fue decayendo hasta mediados del siglo XX, y la construcción de la presa de Yesa acabó para siempre con él.

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