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El frontón Recoletos de Madrid fue una de las obras más vanguardistas de la época; su estructura parecía flotar en el aire, con una de sus dos grandes bóvedas de cristal, para que entrara luz natural. R. C.
Glamour a pelotazos

Glamour a pelotazos

Lugares imposibles ·

El frontón Recoletos de Madrid llegó a ser una de las mejores instalaciones del mundo para este deporte

Óscar B. de Otálora

Domingo, 9 de agosto 2020

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Hubo un tiempo en que el jai alai, el deporte de la cesta punta, reunía a la cúspide del glamour. Actores de Hollywood, millonarios, aristócratas, vividores... Para ser alguien, en muchas partes había que dejarse ver en un frontón. Estaba de moda en España, pero también en México, China, Italia, Cuba, Egipto, Filipinas o Estados Unidos, entre otros países. Y en ese época se levantó el frontón de Recoletos en Madrid, una de las capitales del mundo de este deporte; un edificio llamado a ser el epicentro de la pelota vasca, y también de la nueva arquitectura. La historia le pasó por encima.

El frontón de Recoletos fue una de las construcciones más vanguardistas de su tiempo._Su diseño corrió a cargo del ingeniero Eduardo Torroja –abuelo de la cantante de Mecano, Ana Torroja– y el arquitecto bilbaíno Secundino Zuazo. Concibieron una obra si parangón, en la que utilizaron homigón armado para poner en pie una estructura que parecía flotar en el aire.

El techo lo formaban dos bóvedas de cañón, divididas de forma longitudinal. Una de ellas de cristal, para que el local dispusiera de luz natural. Los palcos voladizos y las gradas daban cabida a 2.200 personas. Las soluciones arquitectónicas de Zuazo y Torroja todavía se estudian. Era un edificio multifuncional: elegante club social con restaurante, salón de té, baños turcos... y apuestas. La inauguración fue un evento, pero eligieron un mal año: 1936.

El local cerró a los pocos meses de estallar la Guerra Civil y se convirtió en un hospital de sangre de los anarquistas de la FAI. Durante el asedio de la capital, fue alcanzado por obuses franquistas y sufrió daños estructurales. Tras el conflicto bélico, el edificio se reformó y volvió a abrir al público, convertido en un escenario habitual de combates de boxeo, lucha libre y hasta cancha de baloncesto, ya que era uno de los espacios donde jugaba el Real Madrid. Pero las necesidades urbanísticas de la capital acabaron con él. Situado en la calle Valenzuela, cerca de la Biblioteca Nacional, fue derribado en 1973 para construir viviendas.

Jai alai en El Cairo

El tiempo también puso fin a los días del jai alai como evento deportivo global. Los cambios de hábitos sociales, las sospechas de amaño en las apuestas y una huelga de pelotaris de tres años de duración en Estados Unidos en la década de los ochenta enterraron la fascinación que ejercía la cesta punta.

Uno de los personajes que más ayudó a exportar el jai alai fue Marga D'Andurain, una aventurera vascofrancesa con un oscuro papel en la Segunda Guerra Mundial. Tuvo un hotel en Palmira en el que se alojó Agatha Christie y fue encerrada en un harén por intentar visitar La Me¬ca. En 1948 desapareció en su yate, frente a Tánger, asesinada por su tripulación. Según el pelotari y divulgador Juan Ignacio Zulaika, esta dama contribuyó a que la cesta punta se extendiera en Egipto, adonde había viajado con su marido y su amante, un pelotari retirado al que impulsó en sus negocios.

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