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Ilustración: Iván Bravo
Seis claves para entrenar nuestra creatividad

Seis claves para entrenar nuestra creatividad

Montemos un pequeño gimnasio a nuestro cerebro: es como «pasar a la fibra óptica» entre redes neuronales

CARLOS BENITO

Jueves, 23 de septiembre 2021, 23:50

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Muchas veces nos ponemos derrotistas y pensamos que la creatividad es cosa de otros. Pero, en realidad, hubo un tiempo en el que todos nos aplicábamos de igual manera a crear cosas nuevas, a inventar, a cultivar nuestras ocurrencias y transformarlas en algo que nos parecía valioso: «De niños todos tuvimos imaginación, jugábamos y preguntábamos miles de veces los porqués», destaca la neuróloga Mónica Kurtis, que en el libro 'Potencia tu creatividad de la mano de la neurociencia' (editorial Larousse) brinda algunas pautas para 'entrenar' esa facultad a menudo tan descuidada. «El cerebro es plástico –nos recuerda–, se puede recablear, y a base de ejercitarlo afianzamos conexiones entre neuronas que facilitan las cosas. Es como pasar a la fibra óptica entre las redes cerebrales involucradas en la creatividad».

En realidad, esto exige un entrenamiento doble, porque en la creatividad intervienen dos redes que son en buena medida opuestas y que están en continua interacción. Una es la llamada red por defecto, que funciona cuando nos ensimismamos, nos abstraemos, dejamos que nuestra mente vague de un asunto a otro: es en esos momentos cuando muchas veces nos viene a la cabeza la solución creativa a un problema, lo que Kurtis llama el 'momento eureka'. La otra es la red ejecutiva, la que planifica y curra para que ese chispazo de inventiva se desarrolle y adquiera forma. «La red ejecutiva, la que yo llamo 'de codos', es más 'fácil' de entrenar, porque se trata de cuestiones de atención, flexibilidad mental, memoria de trabajo... La 'red del eureka', la del 'momento ducha', es más difícil de trabajar como tal: lo que tenemos que hacer es darle pie, encontrar tiempos para que eso ocurra, algo que se ha vuelto muy complicado en este mundo sin momentos de desconexión». He aquí algunos consejos de Kurtis para montarle un buen gimnasio a nuestra creatividad.

Almacena ideas: son puertas para el futuro

Es fundamental tener un almacén de buenas ideas, un cuaderno (o un archivo de texto, o una app del móvil) donde anotar las cosas que se nos van ocurriendo o que nos llaman la atención. «Nos tenemos que dejar interpelar. Vamos por el mundo y hay cosas que captan nuestra atención: deben ir al almacén, aunque no sepamos por qué nos atraen. Una cita que leemos en Instagram, la forma de unas nubes, un chaval hablando con su padre... Nos han captado por algo y pueden abrir la puerta a cosas». De vez en cuando, hay que revisar esas anotaciones y alguna se revelará útil.

Planifícate: el caos, para los genios

Todos tenemos nuestros biorritmos, nuestros momentos mejores y peores a lo largo del día. Pues bien, los primeros, los de plenitud, son ideales para poner a trabajar la red ejecutiva, mientras que los ratos más 'bajos' se prestan a ese descentramiento que da lugar a la iluminación. Como dijo Julio Cortázar, «tienes que permitirte el distraerte cuando no puedes concentrarte». Hay que establecer rutinas, que ahorran energía y permiten que la glucosa y el oxígeno estén a disposición de nuestra mente. «El caos puede funcionar para algunos genios que hacen maratones de creatividad, pero los demás tenemos que organizarnos. Y, además, en esas rutinas debemos meter tiempos de paseo, de observación, de consumir creatividad...», propone Kurtis.

Camina: es mucho mejor que mirar al techo

El ejercicio físico da alas a la imaginación: para este fin, mejor caminar que correr, porque no consume tantos recursos energéticos. Un estudio con universitarios de Stanford demostró que la creatividad mejora andando. «Incluso se han inventado cintas de caminar con una especie de escritorio para tomar notas mientras las usas. Si le planteas a alguien un problema y lo pones a caminar durante diez minutos, se le ocurrirán más soluciones que si lo dejas en una habitación mirando al techo. El ejercicio puede ser, hasta cierto punto, meditativo, de observación del mundo y también de introspección», explica la neuróloga.

Copia y así tendrás mentores de altura

Quizá suene feo, pero es una gimnasia excepcional para el cerebro: copiar un cuadro de Van Gogh o un texto de Francisco Umbral es un modo de estudiarlos en profundidad. «Permite descubrir por qué los admiras. Te metes en su cabeza, en su método, y aprendes con qué te encuentras cómodo y qué prefieres de otro modo. Al imitar a las personas que admiras, se convierten en tus mentores», comenta Kurtis. A la vez, hay que ampliar horizontes: pídele a alguien de confianza que te recomiende algo que le guste (un libro, una película, una exposición) y que quede fuera de tu zona de confort. Y siempre, si algo te llama la atención, investígalo: busca en internet información sobre ello y déjate arrastrar por la curiosidad.

Plantéate pequeños retos de creatividad

Hay muchos ejercicios para entrenar las redes neuronales implicadas en la creatividad. Un clásico es el test de los usos alternativos: pensar en dos minutos posibles usos para un objeto cotidiano, por extravagantes que suenen. O, por ejemplo, buscar una palabra en el diccionario y centrar nuestro siguiente ejercicio creativo en ella.

Abúrrete... y deja que tus hijos se aburran

Cada vez lo hacemos menos. Mónica Kurtis propone incluso 'agendar' el aburrimiento, es decir, planificar ratos vacíos, como resistencia a esas costumbres de nuestro siglo que nos empujan a hacer cosas constantemente. «Vivimos tiempos complejos para la supervivencia de la red neuronal por defecto», lamenta la neuróloga. «A los niños –añade– hay que darles pie para fomentar su imaginación. La creatividad, a nivel individual, es un método para resolver un problema. El chaval que tiene el problema de aburrirse ha de solucionarlo de forma creativa, pensar qué hace. Y, si le dejamos, encontrará la forma de entretenerse».

«Memorizar te da piezas para después crear algo nuevo»

Mónica Kurtis.

Nos hemos acostumbrado a ver la memoria y la creatividad como malas amigas, pero, en realidad, nuestra inventiva solo puede trabajar con los materiales que atesoramos en nuestro almacén. A Mónica Kurtis le gusta compararlos con piecitas de Lego. «La memoria está muy denostada, pero hacer las cosas tuyas significa muchas veces memorizarlas: eso te proporciona piezas que después podrás combinar para construir algo nuevo».

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