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Estos son los errores ortográficos más habituales

Estos son los errores ortográficos más habituales

'Y decir que habían muchos que se ponían echos un obelisco'. Trate de cazar todas los errores de esta frase, a eso se dedican los correctores de texto

Miércoles, 17 de febrero 2021

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Álvaro Martín es el presidente de la Unión de Correctores (UniCo). Y presidente, con minúscula, pues todos los cargos se escriben así, «aunque vete tú a decirle a una empresa que en su revista corporativa el director general no va en mayúscula... Muchas te dicen que no, y al final es cosa suya, nosotros les asesoramos, pero la decisión última la tienen ellos», desvela Álvaro, que lleva tilde en la A mayúscula, incluso en esa capitular. Sí, contradiciendo a una de las leyendas urbanas del lenguaje más extendidas, esa especie de mandamiento que sentencia que 'las mayúsculas no se acentúan'. «Viene de cuando en las máquinas de escribir estas letras altas tapaban la tilde y no se debían poner. Y así lo vemos en los rótulos de los comercios en las calles; España es un país lleno de 'cafeterias', 'peluquerias', 'tintorerias'...». Lo peor es que se ve también en minúsculas.

Los correctores se enfrentan cada día a textos que deben dejar 'limpios' y correctos, a sabiendas de que «las erratas son las últimas en abandonar el barco», como dice el mítico Manuel Seco, filólogo y lingüista de la Real Academia Española (RAE). Y no solo se dedican a la literatura, a repasar narrativa, poesía o teatro, como explica Martín, volcado en estos momentos en una novela juvenil pero también en un artículo para una revista de automoción sobre la palanca de cambios automática: «Muchos te dicen '¡qué suerte tienes, trabajas leyendo libros!', y nos envuelven en un halo romántico. Pero esto es un trabajo como otro cualquiera en el que tienes que meter muchas horas con una gran concentración. Y a veces lees cosas que te gustan y otras no tanto. Además, somos autónomos, con lo que ello conlleva». Porque la asociación UniCo, que cuenta con más de 250 profesionales dedicados a esta labor en España y en América, corrige libros, pero también revistas corporativas, informes de todo tipo, textos médicos como prospectos de fármacos, los casi siempre farragosos textos legales, las actas de las sesiones del Congreso de los Diputados y del Senado... «Y muchas veces no es el corrector el que se especializa en determinadas áreas, sino que especialistas en los distintos temas, como médicos, psicólogos, músicos... se forman como correctores. Cada texto tiene sus particularidades y dificultades, especialmente los que son muy técnicos, donde puedes encontrar además gran cantidad de neologismos o extranjerismos. Lo que sí debe tener un corrector es una vasta cultura general».

Señala que errata habitual de nuestros textos es la muy literariamente llamada 'coma asesina', esa que se pone entre el sujeto y el predicado y también entre el verbo y el complemento directo, como en 'las niñas, comieron macarrones' o 'las niñas comieron, macarrones'. «Muchos creen que la coma se pone cuando necesitas hacer una pausa mientras lees, pero entonces alguien con problemas respiratorios tendría que colocar muchas», bromea el presidente de los correctores. Califica también de fallo muy frecuente el uso del infinitivo en casos como 'decir que hay que escuchar más y hablar menos', cuando debería ser 'hay que decir'. Y a eso le pone nombre: «Algunos le llamamos 'tarzanismos' porque con infinitivos es como hablaba Tarzán. Es similar al uso del infinitivo en lugar del imperativo, ese 'volver' en vez de lo correcto, que es volved, o 'callaros' en vez de callaos». Por no hablar de algo que se extiende como la pólvora: utilizar 'habían muchos árboles', cuando en realidad es 'había muchos árboles'. Entre otras carencias comunes, destaca el poco o mal uso del punto y coma, «que no lo sabe utilizar casi nadie»,

Divertidas son las equivocaciones al mezclar conceptos; es el caso de 'contra la espada y la pared' o 'poner entre las cuerdas'. De la misma manera arrancan una sonrisa confusiones de términos como 'te voy a dar una 'samanta' o una 'tundra' de golpes... (en vez de somanta y tunda). Más ejemplos: un 'matojo' de nervios (manojo) o el hombre 'esporádico' (espontáneo). En otro orden de cosas, ¿quién no ha escuchado una expresión tan frecuente como 'detrás mío' (igualmente con encima o delante), que en algunos casos llega a cambiar de 'sexo' y pasa al femenino convirtiéndose en 'detrás mía', cuando en realidad debe decirse 'detrás de mí' o de ti, que por cierto, nunca, nunca va con tilde.

Corrección indispensable

Siempre es necesaria una corrección, hasta miembros de la RAE que publican libros los dejan en manos de un profesional, pues siempre se escapan cosas. Porque son muchas, desde los signos de puntuación (tildes, comas, comillas...) hasta las faltas de ortografía, pasando por las repeticiones, frases demasiado largas por culpa de la encadenación sin fin de oraciones subordinadas, pasajes que no se entienden, espacios dobles entre palabras, uso incorrecto de mayúsculas, unificación de estilo, confusiones varias... «De hecho, lo ideal es hacer dos correcciones, la primera, más profunda, llamada de estilo, centrada en el contenido, la gramática y la sintaxis, que incluso llega a cambiar párrafos completos si no se entienden, a acortar frases si son excesivamente largas... Y luego la denominada de ortotipografía, que supone comprobar comas, tildes, faltas...».

Muchas veces, sin embargo, para ahorrar dinero les piden que realicen solo la segunda, más formal y menos de fondo, o incluso las dos en una, algo que Martín considera insuficiente y a lo que se opone radicalmente, «porque puedes no tener ni una errata pero que no se entienda nada. Y somos mucho más que 'cazaerratas', de hecho, a veces tenemos discusiones de varios días sobre la oportunidad de poner una coma o no, con decenas de mensajes entre nosotros intercambiando argumentos». Imagine una novela larga; a veces hay personajes secundarios que al final han cambiado de nombre, y de eso hay que darse cuenta. Y luego están los escritores que escriben por partes, un capítulo del medio, luego otro del principio, y puede haber desfases, alguien que, según el hilo narrativo se dispone a sentarse cuando ya estaba sentado. «Y no puedes poner, por ejemplo, en una novela histórica ambientada en España en el siglo XII que los protagonistas están desayunando chocolate porque entonces no había llegado a Europa». Explica que llevar a cabo las dos clases de correcciones no va a suponer un coste muy excesivo, por lo que merece la pena hacerlo bien. Estas dos se hacen normalmente en el ordenador, y, luego, por último, cuando ya tienes el texto completo en papel, haces la corrección de pruebas, es decir, comprobar que el diseño esté bien, que en una revista el pie de foto coincida con la imagen y que un libro el capítulo 15 lo encuentres donde dice el índice...». Alega el corrector que si esta labor no se lleva a cabo o no se hace bien, las publicaciones salen con errores, «que el lector no se merece: Yo animaría a la gente a devolver los libros que encuentren en ese estado, pues has pagado 25 o 30 euros por él y no debe estar defectuoso. Por eso es necesario que todos los libros pasen por un corrector».

En esa labor de corrección, los trabajadores de UniCo se encuentran con cosas curiosas, como un texto en el que se repetía constantemente 'en plan' (político, por ejemplo) cuando se refería a 'en el plano' (político). En otro caso, se hablaba de Simeón el estilita, un santo asceta cristiano inventor del cilicio, que se convertía por arte de birlibirloque en Simeón el 'estilista'. «En un libro sobre la guerra de Crimea, en el XIX, nos encontramos con que 'los rusos atacaron a los trucos (turcos)'. Y en otro caso, se decía que el programa no 'caga', entendiendo que lo que se quería poner era 'carga'». 'Freelander' aparecía en otro ejemplo en lugar del correcto 'freelancer' y en otro más escribían declinar en vez de inclinar la balanza. También hay mezclas de expresiones como 'entre diario' (surgido de la suma de entre semana y a diario). «Y como ejemplo de diéresis errónea descubrimos un 'paragüas'».

Entre las cuestiones problemáticas figuran evidentemente las tildes. Uno de los fallos más habituales se produce con las palabras cuándo, dónde, qué... cuando son interrogativas. Producen asimismo confusión términos como té (infusión) y te (pronombre), o dé (de dar) y de (preposición). También con las palabras que se pueden escribir de dos maneras, con tilde y sin tilde, como período o periodo, y cardíaco o cardiaco; «las dos son correctas, pero una vez que hemos elegido cómo ponerla, debe aparecer siempre igual en el texto, de lo contrario será una errata». Igualmente plantean conflictos y fallos los casos de 'solo' –que antes se acentuaba si era sinónimo de solamente para distinguirlo de solo en referencia a en soledad– y los pronombres este, ese, aquel... antaño con tilde para distinguirlos de los adjetivos demostrativos: «Hay gente, escritores que se niegan a quitar la tilde a ese 'solo', pues era algo que estaba bien, y ellos tienen la última palabra en sus textos». El experto destaca también que el miedo al 'dequeísmo' (el apabullante 'resulta de que') provoca otro error, el 'queísmo', en casos como 'me alegro que' en vez de 'me alegro de que' (sí está bien 'me alegra que'). Es el mismo caso de 'me acuerdo que' o 'me informó que', que van con 'de que'.

¿Iría al 'hodontólogo'?

¿Se escribe peor ahora? ¿Tiene la culpa el 'whatsapp'? «Lo de escribir en el móvil no lo veo como un problema, pues tiene su propio lenguaje, no pasa nada por poner ahí una 'q' en vez de 'que', aunque sí pasa si lo haces luego en un texto normal, un mail, una carta. En los telegramas se omitían palabras y no ocurría nada. De todos modos, sí creo que se escribe peor, pero como un síntoma de carencias en la educación; no sabemos la capital de Islandia o qué presidente tenían en 2000 en EE UU. Antes cometías dos faltas de ortografía y suspendías, así que por la cuenta que te traía intentabas escribir bien. Ahora puedes pasar de curso aunque tengas muchos suspensos».

Considera Martín que nuestras palabras son nuestra imagen y que por eso hay que cuidarlas: «Imagina una empresa que se publicitara con eslóganes llenos de faltas. ¿Irías a un dentista que se anunciara en el cartel del portal como 'hodontólogo'? A mí no me tocaba la boca ni loco». Es importante no olvidar las variedades del español. Todos conocemos países donde no se puede emplear ciertas palabras porque significan cosas diferentes, como coger y su connotación sexual. Sucede también que se emplea manejar por conducir, tomar por beber y carro por coche. «Sin hablar de cuestiones más complejas como el voseo y el común uso del usted».

¡Ah, la solución al problema planteado en el título! Encontramos cuatro errores: el uso del infinitivo sin el auxiliar delante, el plural 'habían' que debe ir en singular, 'echos' que por ser del verbo hacer lleva 'h', y obelisco, por confusión, en vez de basilisco. La frase correcta es: «Hay que decir que había muchos que se ponían hechos un basilisco».

Errores frecuentes

  • Fallos de concordancia: De número, persona o género, que te llevan a no entender la frase y a pararte a pensar quién es el sujeto del verbo, o si el verbo estará mal... «Los puntos de acceso son una parte importantísima y vienen determinados por el control de autoridades, que dan lugar a los ficheros, de tres tipos distintos…». El error está en 'el control de autoridades' con 'dan lugar'. Y hay redundancia en 'tres tipos distintos', está claro que serán distintos.

  • Abuso de mayúsculas: Director, Jefe... Los cargos van en minúscula.

  • Guiones: Es habitual encontrar guiones en lugar de rayas de intervención de personajes en novelas.

  • Comas: Es frecuente su uso incorrecto. La coma elíptica («Pedro quería comer pan y Paco lentejas», necesitaría coma después de Paco) y la del vocativo («Ven, María») no las pone casi nadie.

  • Expresiones: «Vamos hacer» por «vamos a hacer», «haber/a ver»...

  • Erratas en palabras: Palabras en las que falta alguna letra o está cambiada, como en sin 'embrago'.

  • Tiempos verbales: Ha/a en tiempos verbales.

  • Tildes: Falta de tildes en mayúsculas y en general.

  • Abreviaturas y símbolos: Desconocimiento de cuáles son los correctos.

  • Confusión con: Aún (todavía) /aun (incluso) no se distinguen bien. Tampoco cuanto menos/cuando menos.

  • Puntos suspensivos: Poner más de tres o incluso después de etcétera.

  • Exclamación de interrogación: Falta sistemática de los signos de apertura al inicio de la frase.

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