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Con una lealtad inquebrantable hacia su amo, de fuerte temperamento, imponente aspecto físcico pero noble y equilibrado, el perro de presa canario vuelve a estar en el disparadero y no precisamente por sus bondades. Una vez más, su aspecto fiero y dominante lo rodea de mala fama. En la tarde del pasado miércoles la Guardia Civil localizó en un chalé de la localidad madrileña de El Molar el cuerpo sin vida de Olga J.R., de 53 años, con golpes y mordidas por todo el cuerpo, al parecer tras sufrir el ataque de uno de sus perros, un presa canario.
Los agentes de la Benemérita han abierto una investigación para esclarecer las causas del suceso, si bien la víctima mantenía al perro en pésimas condiciones de higiene y nutricionales, en un espacio no apto. El perro permanecía aislado sin tener contacto con otros canes y con evidentes signos de malnutrición, según apuntan los investigadores del caso. Tampoco han encontrado la cartilla de vacunación del ejemplar ni se conoce nada sobre su pasado.
No descartan que el perro fuese víctima de malos tratos y que por todo ello se abalanzase sobre la víctima causándole la muerte. Los criadores isleños de esta raza destacan que «quien conoce realmente la raza sabe que la fidelidad, la nobleza y el equilibrio psíquico son algunas de sus virtudes y por las que se le aprecia». Su negativa y falsa imagen responde más a estereotipos que a la realidad de una raza, que es emblema de Gran Canaria, y que vuelve a estar salpicada por la tragedia sin tener en cuenta las circunstancias que lo rodean.
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