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Una presunta maltratada, en pleno juicio: «La Policía se lo inventó»

Una presunta maltratada, en pleno juicio: «La Policía se lo inventó»

Una vecina de Fuerteventura que en 2013 acusó a su pareja y padre de sus hijos de maltrato y abuso sexual a los niños se desdijo ayer en el juicio de la denuncia, aseguró que la Policía se la había inventado. Uno de los hijos del acusado sí confirmó maltrato. El imputado se declaró inocente.

Antonio F. de la Gándara

Jueves, 1 de enero 1970

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La vecina de Puerto del Rosario L.A.A. –se omiten datos que faciliten identificar a sus hijos– se desdijo ayer en el juicio contra su pareja de la denuncia que le había presentado en 2013 por maltrato y abusos a los niños, y por videoconferencia desde Fuerteventura aseguró que la Policía «se la había inventado».

La supuesta víctima, que admitió que ahora vive con los padres de él –F.F. en prisión preventiva por estos cargos–, aseguró ante la Sección Segunda de la Audiencia que sus padres siempre habían hecho lo posible para separarlos, y manifestó su deseo de volver a vivir con el acusado. Éste, durante su interrogatorio, se había declarado inocente de toda acusación, y había culpado a sus suegros de montar «una película» para deshacerse de él.

El fiscal Pedro Gimeno no se creyó ni una palabra, ni del relato del acusado ni de la marcha atrás de su pareja –«No es la primera vez que una mujer maltratada se cree su propia mentira, producto de la alienación», diagnosticó– y confirmó su petición de una condena global de 12 años de prisión para F.F. por un delito de maltrato habitual, tres de lesiones y uno de abusos sexuales continuados, planteando alternativamente a este último cargo el de exhibicionismo, por el que pediría un año de cárcel.

El relato del fiscal entiende probado que el acusado, soldador valenciano, y L.A.A. iniciaron una relación en 2002, fruto de la cual nacieron tres niños; una niña en 2005, un niño en 2006 y otra niña en 2010.

Afirma que durante toda su relación, él «humilló y vejó» de manera constante a su pareja, ejerciendo un control absoluto sobre ella y alejándola de su familia. Recuerda que un testigo –que ayer lo confirmó– vio como el 25 de octubre de 2013 el acusado abofeteaba a su pareja en la cara, diciéndole: «hija de puta, rompe los putos dibujos [de los niños], que te voy a matar».

Añade la acusación que, con anterioridad a 2013, el acusado pegaba a sus dos hijos menores con un cinturón, o los encerraba durante días. En referencia a la hija mayor, asegura que se masturbaba ante ella e intentaba después que le practicase felaciones, sin considerar probado si la niña llegó a consumarlas.

Complot.

Ayer, F.F. respondió con aspavientos y sollozos a todo lo que relataba el fiscal. Dijo que era víctima de una trampa de los padres y la hermana de su pareja, que desde el principio no lo tragaban. Aseguró que entre su suegra, funcionaria de los juzgados en Puerto del Rosario y su suegro –acomodado vecino de Fuerteventura— lo habían orquestado todo contra él para quitarle a sus hijos y dárselos a una hermana de su mujer, pero, dijo, era todo mentira: «Dicen que soy un godo hijo de puta que ha venido a arrebatarles lo suyo, y hasta que no lo han conseguido no han parado, pero todo Puerto del Rosario sabe que soy un padre genial», expuso entre lágrimas.

Aseguró que «jamás» había pegado a su pareja, negó que la hubiera encerrado con los niños –«en casa no hay cerraduras», alegó– y, en relación a los cargos sexuales, pidió al fiscal que «por favor» ni se los mencionara, por el dolor que le causaban.

Maltrato. El hijo mediano del acusado, de 11 años, admitió por videoconferencia que su padre le había pegado «con el cinturón» en la espalda. Recordó igualmente que había presenciado como su padre le pegaba a su madre, y que les había encerrado, aunque no recordó el por qué del encierro. Lo que no recordó fue que su padre le hubiera enseñado «la cuca», como refirió el fiscal.

La niña. El Ministerio Público fiscal consideró especialmente dramático el caso de la hija mayor, de 12 años hoy: «La madre aún pudo elegir; ella, no», lamentó. En su día, la niña había asombrado a las psicólogas forenses Nieves González y Claudia Cabrera relatándoles que su padre «sacaba la cuca» y le decía «come, come» haciendo un «pis blanco», y que «si no lo comía me pegaba con el cinto y con el palo». También les confirmó que la encerraba.

Bloqueo. Ayer, la menor se bloqueó a la hora de declarar por videoconferencia, y ni las psicólogas ni sus familiares lograron sacarle una palabra. Las peritos recomendaron no insistir para no causarle más traumas. El acusado alega que están dirigidas por su familia política. Las forenses no creen que esa teoría encaje.

«Le oí decirle a su hijo que dijera que lo del cinto era mentira».

Frente a las alegaciones del acusado sobre que la familia de su pareja había instrumentalizado a sus hijos contra él, la única prueba de instrumentalización que se vio en el intenso plenario –más allá de conjeturas– fue precisamente al contrario: el director del centro donde habían estado acogidos los hijos del acusado recordó que un cuidador que estaba presente cuando el procesado había llamado por teléfono a su hijo varón, le había escuchado diciendo: ahora te van a hacer unas preguntas, si te preguntan por la correa [el cinturón de los malos tratos] dices que no era verdad, dices que te lo dijo la tía.

La hermana de la supuesta maltratada negó que la familia hubiera orquestado un complot para sacarse de en medio al acusado. En referencia a su supuesto ánimo de quitarle los hijos para quedárselos ella, declaró: «Ojalá la pareja se curara y pudiera recuperar a sus hijos, porque a mí tenerlos me causa problemas con mi hijo de verdad, que tienen celos».

Aseguró que el acusado había alienado a su hermana, que al irse a vivir con él había perdido «todo contacto» con la familia, y dijo que las pocas veces que la veía tenía «arañazos» y marcas, y «decía que era el gato», detalló.

Expuso que un día descubrió a su sobrina, con 8 años, masturbándose, y que la niña le dijo que le había enseñado «papá, que se bajaba el pantalón, hacía pis y después me decía, come, come». En referencia al hecho de que su hermana vive actualmente con la familia del acusado, alegó: «está obligada, seguro».

Los padres de la supuesta maltratada declararon que hacía «cuatro años» que no veían a su hija. La madre alegó que las últimas veces que la había visto le había encontrado «picadas de cúter, que decía que habían sido jugando». Afirmó que su nieta jugaba a hacer actos sexuales con sus muñecos.

El abogado del acusado, Alfonso Alemán, abundó en la idea de que la madre de L.A.A. había ayudado a preparar la encerrona a su cliente y aseguró que «los infiernos hay que probarlos».

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