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El asesino de Saray: «Me arrepiento, no era yo»

El asesino de Saray: «Me arrepiento, no era yo»

Este lunes arrancó en la Audiencia de Las Palmas el juicio con jurado contra Alberto Montesdeoca, de 20 años, acusado de matar a su vecina, Saray González, el 27 de octubre de 2015 en la calle Pérez del Toro de la capital grancanaria. Y lo hizo, según la acusación, porque la víctima se quejó de los ruidos que hacía.

Jueves, 1 de enero 1970

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«Me arrepiento. No me van a poder perdonar. Me arrepiento porque no era yo, no lo pensé», estas fueron las últimas palabras de Alberto Montesdeoca, de 20 años, acusado del crimen de Saray González, antes de dar por finalizada la primera jornada del juicio que arrancó ayer en la Audiencia Provincial de Las Palmas. El joven solo respondió a las preguntas de su defensa, ejercida por Olivia Rodríguez.

Tras escuchar los planteamientos de la fiscalía, la acusación particular y la defensa, los componentes del jurado popular tuvieron unos minutos, mediante un receso, para leer con detenimiento la declaración que realizó Alberto ante el juzgado durante la instrucción por petición del fiscal del caso, Pedro Gimeno, tras la negativa del joven a responder a sus preguntas y a las de la acusación particular, ejercida por Ignacio Pastor.

La defensa basó sus preguntas en el mundo del videojuego, al que Alberto dedicaba varias horas al día, en su intento de conectar su dependencia y de que cometió el crimen bajo su influencia en un estado de enajenación mental transitorio.

«De jueves a domingo tenía todo el tiempo que quería para jugar. Jugaba después de comer y de noche desde las 00.00 hasta las 04.00 horas», afirmó. Además, admitió que «tenía problemas con mi madre» por su supuesta adicción a los juegos y que esta llegó a «esconder el ordenador y el router» aunque «no era consciente» de que tenía un problema con los videojuegos.

Alberto admitió que el día del crimen, cuando Saray le tocó en la puerta, «dejar lo que estaba haciendo me enfurece» y que al volver había perdido «todos los logros que llevaba en la partida».

No recuerda porqué cogió la cizalla antes de subir a ver a Saray ni que la ocultase y tampoco las respuestas que dio a la Policía. «Me hacían preguntas con intención de hacer una historia (...) respondía que sí porque sólo quería terminar y que me llevasen al calabozo», aseguró.

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