Peleas de gallos, ¿tradición o maltrato?
El anteproyecto de la ley de protección y tenencia de animales de compañía que tramita el Gobierno de Canarias para prohibir las peleas de gallos aviva el debate entre galleros y opositores a las riñas. Unos defienden el acervo y otros la protección al animal
Alberto Artiles Castellano y Agüïmes
Domingo, 26 de noviembre 2017, 11:33
Mientras unos se amparan en la tradición de generaciones de galleros, el arraigo en el acervo popular y el carácter connatural, según ellos y rechazado por veterinarios, a la pelea de la raza en cuestión; los que aplauden la prohibición discuten el trato que se les dispensa a los animales para predisponerlos a la pelea, el espectáculo violento y cruel que se vive en las galleras y el negocio clandestino de apuestas que esconden las riñas entre gallos.
La medida del Gobierno canario, que tendrá respuesta mediante alegaciones por parte de la Federación Gallística Canaria, sustituirá la ley de protección animal de 1991 con la que prohibieron los espectáculos sangrientos en los que participaban animales como las corridas de toros. Sin embargo, la única actividad que quedó sin regular, y que ahora se quiere prohibir, fueron las peleas de gallos argumentando que se trataba de una actividad tradicional.
Galleros como el matrimonio formado por Magdalena Fraile y Manolo Acosta no se oponen a la regulación de la actividad, «es más, aplaudimos que haya un control de los gallos y rechazamos el maltrato a los animales, pero no estamos de acuerdo con la prohibición de las peleas», se defienden al tiempo que reivindican su amor por los animales e invitan a que se conozca más la actividad para que se comprenda «una tradición» de tres siglos en las islas que, además, sostiene «la perpetuación de una raza».
«Se están diciendo muchas barbaridades y mentiras sobre los criadores de gallos de pelea. Que si nosotros incentivamos a los animales para que peleen, que los mutilamos y los maltratamos. No es cierto, los gallos están en las mejores condiciones, tanto en los cuidados, como en su alimentación y el control veterinario. La acción de pelear la llevan en la sangre, los machos de la especie son así de territoriales y dominantes, cuando son todavía pollos tenemos que separarlos para que no se maten entre ellos», dice Magdalena, que se siente «perseguida y criminalizada» por aquellos que no comprenden la actividad y exigen su prohibición.
Manolo siguió la tradición de su padre, Manolín Acosta Acosta, que aún le ayuda en los quehaceres de la finca que la familia tiene en Agüimes, fronteriza con Ingenio, en el sureste de Gran Canaria. «Soy palmero, una isla donde hay una gran tradición de gallos, y no entiendo el motivo de la polémica porque las peleas ha sido una tradición de toda la vida que se ha heredado de padres a hijos. Pocos gallos mueren en la riña, los menos. Morirían muchos más si desde los primeros meses se dejasen juntos en el corral. El resto de gallos mueren de viejos porque tras pelear tres o cuatro veces y tener los mejores cuidados, son utilizados para criar nuevos pollos», afirma el patriarca de los Acosta, quien no entendería que se aprobase la prohibición de lo que para él es un símbolo cultural de las islas.
Los partidarios de su abolición, por su parte, argumentan que el manto de la tradición no justifica una actividad violenta y que incentiva las apuestas ilegales en las islas.
Andrés Roda, de Abogados Animalistas de Las Palmas, aplaude la prohibición
«Me parece perfecta la reforma de la Ley. A los abogados que defendemos a los animales nos parece un espectáculo bastante sádico. Los animales después de las peleas quedan destrozados, ensangrentados y con los ojos caídos, eso los que sobreviven. Es un mundo poco transparente en el que hay apuestas ilegales, aunque ellos lo nieguen. Se les ponen en los espolones a los gallos aparatos, incluso se les ponían antes cuchillas para que se hicieran más daño, o también veneno para acabar con el gallo contrario. El hecho de que se les mutilen las crestas o corten las plumas demuestra que no los quieren de verdad. El gallo es territorial, pero en las galleras está más predispuesto a peleas. Lo que nosotros condenamos es que se haga un espectáculo del sufrimiento animal. No vale el argumento de la tradición y que ellos cuidan a los animales, porque si los quisieran los cuidarían con independencia de que hubiese peleas o no. La raza no se perdería si se amase el animal como tal. Lo que realmente perderían sería el negocio que hay detrás de las peleas de gallos».
La postura de José Luis Martín, presidente de la Federación
«Este anteproyecto de Ley provocaría la desaparición de una raza y el sacrificio de más de 50.000 aves en las islas. Entendemos que hay alternativas a este anteproyecto de Ley que se pliega a unos intereses disparatados y dictatoriales. Es una tradición de Canarias que tiene más de 300 años y nosotros somos los primeros interesados que se regule la actividad, de hecho la Federación ha ido dando pasos para el control de las peleas en beneficio del bienestar de los animales, pero no estamos de acuerdo en que se prohiba. El animal no sufre porque libera endorfinas, y hay estudios que lo demuestran, pero es muy fácil hablar sin saber y no sé los intereses que tienen los animalistas. Invito a que visiten los criaderos y los reñideros y vean la realidad, porque ni obligamos a pelear a los gallos, ni les ponemos cuchillas ni los mutilamos. Es falso y demostrable, somos transparentes. Los verdaderos animalistas y conservacionistas somos nosotros. Vamos a presentar alegaciones a la Ley».
Las riñas de gallo en cifras
1.200 carnés federativos
La Federación Gallística Canaria, nacida en el año 2005, tiene emitidos más de 1.200 carnés que dan derecho a criar estos animales en las islas.
52 clubes en las islas
En las islas hay 52 asociaciones, siendo La Palma, Gran Canaria y Fuerteventura, por este orden, en donde hay más tradición de peleas de gallos en estos momentos.
50.000 aves en Canarias
La Federación calcula que hay en las islas entre 50.000 y 100.000 aves de esta clase en las islas en estos momentos. Los animales se tatúan para tenerlos identificados y se les hace un control veterinario.
6 meses de temporada
La temporada oficial comienza en enero y suele durar hasta finales de mayo o mediados de junio, cuando los animales comienzan la muda. Luego están los campeonatos por islas o el de Canarias.
7 gallos por contrata
El sistema es de contratas entre asociaciones y se pactan peleas, normalmente a 7 gallos por cada bando de 10, 12 o 14 jornadas según acuerden. Al final vence el que más peleas haya ganado.
1980 gallera López Socas
El principal recinto de las islas, y en concreto de Gran Canaria, es la gallera del López Socas, inaugurado en 1980 para esta actividad, aunque se realizan también otros eventos deportivos.
1.500 asistentes
El Teatro Cuyás, de Las Palmas de Gran Canaria, fue una gallera en la que se llegó a acoger peleas que presenciaron hasta 1.500 personas.