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Zigor Aldama / Madrid
Jueves, 1 de enero 1970
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Las cifras macroeconómicas demuestran que España compra mucho más a China de lo que le vende. Según datos del ICEX, el año pasado nuestro país exportó al Gran Dragón bienes y servicios por valor de 6.801 millones de euros, lo cual representa solo el 2,3% de todo lo que vendió fuera de sus fronteras. Sin embargo, importó productos chinos por valor de 29.155 millones de euros -un 9,1% del total-, lo cual convierte al país comunista en el tercer mayor proveedor de España.
Además de este desequilibrio en la balanza comercial, la estructura del comercio bilateral también deja en evidencia cómo China ha subido peldaños en la escala de valor. Ya no es la fábrica del 'todo a cien': de hecho, mientras el 15,8% de lo que España exporta a China es carne de cerdo congelada, la partida más relevante del país asiático es la de los equipos de telecomunicaciones (6,3%), seguida de máquinas de tratamiento y procesamiento de datos e información (4,4%).
Eso sí, la calidad y la homologación de los productos es una preocupación relevante, razón por la que Víctor Fernández hace hincapié en la necesidad de no bajar nunca la guardia. «China ha mejorado mucho, pero los fabricantes a menudo aprovechan múltiples pedidos para ir rebajando la calidad. El primero puede llegar perfecto, pero con el segundo ya empiezan a cambiar el diseño, el material, o cualquier otra cosa que les permita reducir los costes. Si cuela, cuela», señala. «Por eso, no solo hay que destinar mucho tiempo a encontrar el fabricante adecuado. Hay que vivir aquí, y hacer un control de calidad constante»
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