Inflamación, dolor punzante e intenso, especialmente al subir y bajar escaleras, sentarse e incorporarse, cruzar las piernas en incluso al permanecer acostado sobre la zona afectada. Estos son los síntomas de la bursitis trocantérea o trocanteritis, una afección inflamatoria que se desarrolla en la cadera.
«Sobrecargas y traumatismos incluso de escasa incidencia por movimientos reiterados en el tiempo, provocan la irritación de la bolsa serosa o bursa, una estructura compuesta por líquido sinovial y presente en las principales articulaciones, incluida la cadera, actuando como un pequeño saco de amortiguación frente al deslizamiento de músculos y tendones. Esta patología constituye una de las causas más frecuentes de terapia rehabilitadora», explica la doctora Ana Muñoz, responsable de la unidad de Rehabilitación de Hospital Perpetuo Socorro.
Entre los principales factores predisponentes se encuentran la descompensación en la musculatura de la pelvis-cadera, originado casi siempre por problemas en la zona lumbar por malas posturas, la edad, las diferencias en la longitud de las piernas, las intervenciones quirúrgicas, las hernias de disco, los pies planos, tendinitis crónica de los músculos rotadores de la cadera, el síndrome de la banda iliotibial o los espolones óseos.
Ante su aparición «se debe valorar la presencia de cualquiera de estas afecciones para determinar el tratamiento más adecuado que permita una mejora funcional de la articulación y evite que el problema pueda volverse crónico con una correcta rehabilitación», asegura la doctora Muñoz.
Es un tratamiento bastante habitual, y de los más frecuentes, ya que la bursitis trocantérea se estima que afecta en algún momento de su vida al 10-15% de la población. Personas de mediana edad, que practican actividades por las que pueden sufrir reiterados impactos en la cadera y ancianos son los grupos que la sufren con mayor frecuencia, especialmente las mujeres de entre 40 y 60 años, entre las que es tres veces más habitual que en los varones.
En cualquier caso, cuando aparezcan los síntomas debe consultarse con Traumatología y Rehabilitación para confirmar el diagnóstico y marcar el tratamiento más adecuado según las características específicas de cada caso. La primera medida a adoptar en esta fase aguda es el reposo mientras se mantenga la inflamación y el dolor, y tratarse con los antiinflamatorios no esteroideos indicados en consulta.
Para el reposo de la cadera puede ser de utilidad el uso de cojines anatómicos y a la hora de dormir colocarse boca arriba o sobre el lado contrario al afectado con una almohada entre las rodillas. Además, es conveniente la aplicación de frío en la cadera.
Una vez superada esta fase, es decir, cuando el dolor disminuya es el momento de comenzar a retomar la actividad con precaución e iniciar la rehabilitación. Su objetivo principal es disminuir la inflamación de la bolsa serosa y la fricción en la zona así como reequilibrar progresivamente el balance articular de la cadera. Para ello, nada mejor que la realización de un programa de rehabilitación que incluya estiramientos. Esta terapia, además de propiciar la desaparición de la bursitis trocantérea, servirá para impedir la reaparición del problema, circunstancia mucho más frecuente en los casos en los que se obvia esta etapa, detalla la especialista en Rehabilitación de Hospital Perpetuo Socorro. Estos ejercicios estarán especialmente centrados en la región de la banda iliotibial o tensor de la fascia lata y se diseñarán según las necesidades y características de cada paciente.
Esta patología suele tener muy buen pronóstico y la mayoría de los pacientes responde adecuadamente al tratamiento rehabilitador, que incluye asimismo indicaciones para modificar las actividades diarias y los hábitos de trabajo que contribuyan a prevenir una nueva lesión. El proceso de rehabilitación de la bursitis trocantérea suele ir de cuatro a seis semanas, siempre dependiendo de cada caso y su grado de dolor; y se divide en tres fases.
Aunque con estas medidas remiten la gran mayoría de los casos, hay ocasiones en las que no se consigue, ya sea por falta de respuesta al tratamiento o por una limitación funcional importante, lo que da lugar a la necesidad de otros procedimientos. Uno de los más utilizados por su eficacia es la infiltración de corticoides con anestésico local inyectándolo directamente en la bursa inflamada mientras el paciente permanece colocado en posición lateral, detalla la doctora Muñoz. Otra posibilidad es la aplicación de ondas de choque, una por semana, durante un mes.
Y si todo esto fallara es hora de valorar la necesidad de una cirugía mediante una técnica conocida como bursectomía artoscópica que se completa posteriormente con terapia rehabilitadora, concluye la especialista en Rehabilitación de Hospital Perpetuo Socorro.
La mejor forma de luchar contra la bursitis trocantérea es sin duda la prevención, especialmente para las personas que realizan actividades con riesgo de frecuentes impactos en las caderas o que suponen un sobreuso de las mismas, como deportistas, bailarines o patinadores. Ejercicios si se realizan de forma frecuente como subir escaleras, ir en bicicleta o incluso permanecer de pie durante mucho tiempo aconsejan asimismo extremar la precaución.
Por ello, para evitar que aparezca esta patología o que puedan producirse nuevos episodios si ya se ha padecido es recomendable evitar malas posturas y mantener un adecuado peso corporal. Otras medidas aconsejables las constituyen la utilización de zapatos cómodos que se adapten bien al pie y que corrijan diferencias de longitud en las piernas de existir y no permanecer de pie y estáticos por largos períodos que puedan sobrecargar la cadera y, en caso de estarlo, repartiendo equitativamente el peso entre las dos piernas.
Igualmente, debe evitarse el sedentarismo que pueda conducir a la atrofia muscular y, sobre todo, realizar sin excepciones ejercicios de calentamiento y estiramiento, especialmente de los flexores de la cadera y los músculos cuádriceps, antes de practicar deporte o una actividad intensa.
De esta forma es posible disminuir de forma progresiva la posible fricción del tendón del músculo tensor de la fascia lata sobre el trocánter mayor del fémur y así evitar su sobrecarga y posterior inflamación.
A ello contribuye un programa de fortalecimiento general y potenciación del rango de movimiento de los músculos situados alrededor de la articulación de la cadera. Extensiones de cadera para las que se pueden utilizar bandas elásticas, o el entrenamiento de la marcha son algunos de los ejercicios más adecuados.