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«En este duelo surge el sentimiento de culpa por no haber podido despedirse»

«En este duelo surge el sentimiento de culpa por no haber podido despedirse»

La psicóloga de Cuidados Paliativos del Negrín, Carmen Batista, explica los problemas psicológicos asociados a la muerte por coronavirus de un familiar. Ante la imposibilidad celebrar el ritual funerario, recomienda simbolizarlo.

Jueves, 1 de enero 1970

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La muerte de un familiar o de una persona cercana siempre es dolorosa, un dolor al que en el caso de las muertes por Covid-19 se unen varios factores que harán el duelo aún más «complicado». Así lo explica la psicóloga Carmen Batista Rodríguez, que trabaja en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Doctor Negrín. «El Covid-19 es una realidad de un gran impacto, algo desconocido para todos, lo que nos bloquea a nivel emocional, es una experiencia de amenaza intensa. Esto hace que se sumen factores de riesgo adicionales, aumentando los duelos complicados», afirma la experta.

Entre estas complicaciones se encuentran la forma traumática de la muerte y los miedos implícitos a padecer la enfermedad. Además la presencia constante del «sentimiento de soledad por el confinamiento, que hace que no se pueda realizar una despedida normalizada» y los sentimientos «de frustración, el enfado y la culpa son emociones que pueden estar muy presentes estos días y tal vez durante algún tiempo, porque en estos momentos hay que añadir las circunstancias especiales de la muerte: no poder cuidar al familiar enfermo, acompañarle y despedirle». Esto contrasta con la «cultura latina» de acompañar al enfermo y velar en comunidad al fallecido con los rituales funerarios correspondientes. «Esta situación genera síntomas de desregulación física y psicológica, con taquicardias, sensación de ahogo, mayor ansiedad, irritabilidad, sensación de mareo o cambios de humor en los familiares de quienes fallecen», añade la psicóloga. «La soledad y el sentimiento de no haber podido despedir a tu ser querido en muchas ocasiones podría general sentimientos de culpa: ‘No pude despedirme’, ‘No le dije’ algo importante»... El paciente muere solo en el hospital y el no acompañarlo podría generar remordimientos a lo largo del proceso de duelo, a lo largo de un año o quizás más, y en algunos casos, con sintomatología física y psicológica, susceptibles de atención profesional.

Entre estas secuelas la psicóloga destaca que la persona «doliente» podría tener dificultades para adaptarse a su «nueva vida» sin el ser querido fallecido, a nivel profesional, familiar, social, y de pareja. Es por ello por lo que se orienta en realizar una despedida simbólica como mecanismo protector, «una ceremonia o encuentro virtual con familiares íntimos, donde cada uno pueda aportar un objeto o frase que represente a la persona fallecida y dar espacio para que cada uno pueda compartir y expresar lo que desee».

La muerte por coronavirus «es un impacto que todavía no se puede entender, no hay suficiente formación en cómo manejarnos, y el miedo implícito, bloquea a las personas en su manejo. Por eso puede haber un sentimiento de culpa. Quizás te preguntes ‘Toqué algo que no debería haber tocado y lo contagié?’ Pero la culpa no es de nadie. Esto escapa al control de cualquier ser humano. Es una pandemia, no podemos controlar cada paso que damos. No necesitamos añadir más dolor al dolor», afirma.

«Algunas personas en Canarias han perdido a sus cónyuges y no han podido acompañarlo ni tampoco hacer el ritual funerario» al que estamos acostumbrados, explica. «Son matrimonios que ahora no solo queda uno de los miembros viudos o viudas, sino que están en confinamiento, sin haber podido despedirse de su cónyuge», por eso, añade, comparte el cambio de criterio de que ahora se permita que dos personas, equipadas con EPI se acerquen al enfermo en estado terminal. «Esto va a hacer que mejore la calidad de la despedida y la posibilidad de cerrar el ciclo vital».

Después de un ingreso la persona que se queda sola tiene incertidumbre, se estará preguntando ‘¿Cómo estará?’ Son preguntas normales, pero con un alto contenido de sufrimiento por la incertidumbre».

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