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Pájaro atrapada en el pegamento puesto en un najarando para luchar contra la plaga del 'cotonet'. L. P.
Un pegamento contra parásitos, trampa mortal para la fauna silvestre

Un pegamento contra parásitos, trampa mortal para la fauna silvestre

El producto recomendado por el Gobierno de la Generalitat de Valencia para atajar la plaga de 'cotonet' atrapa a pájaros y pequeños mamíferos en los naranjos y limoneros

Carlos Bonell

Lunes, 5 de abril 2021, 11:04

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Los productos a base de colas y pegamentos que se están aplicando en los troncos de naranjos, como medio físico para frenar la propagación del 'cotonet' de Sudáfrica -una cochinilla denominada Planococcus citri-, se están revelando como trampas de efecto no deseado, puesto que dañan a ejemplares de diversas especies de fauna silvestre, sobre todo a pájaros insectívoros y pequeños mamíferos, que quedan allí atrapados y mueren. De esta manera, un sistema recomendado desde la Consellería de Agricultura de la Generalitat de Valencia para contribuir a la lucha contra la citada plaga, en sustitución de los plaguicidas eficaces que ya quedaron prohibidos, está teniendo unos resultados muy contraproducentes, por lo que se debería dejar de aconsejar su uso, si no a prohibirlo directamente.

En realidad lo que está pasando es muy similar a lo que ocurría con procedimientos artesanales de caza en 'parany' o 'enfilat', que se prohibieron hace años porque se suponía que eran sistemas no selectivos y abusivos. Los cazadores utilizaban 'ligas' para facilitar la caza de pájaros. Esas 'ligas' son sustancias pegajosas que se colocaban de manera estratégica en algarrobos, olivos o sembrados dispuestos a propósito. Se atraía a los pájaros con el canto de otros enjauladas, y, al pasar por entre los palillos o ramitas con 'liga', al rozar con las alas quedaban sin capacidad de vuelo y caían al suelo.

La labor del 'cazador honesto' consistía en recoger enseguida los ejemplares caídos, limpiar el pegamento, examinar su especie y soltar los que no debían capturar, además de todas las hembras. De manera que, en principio, lo que no estaba permitido quedaba liberado al momento y el animal no sufría. No como está sucediendo ahora con el pegamento destinado a insectos, que atrapa también a vertebrados y acaban muriendo, porque no hay nadie allí para ponerlos a salvo. Sin embargo, lo que se prohibió en su día, ahora está autorizado y aconsejado de forma inopinada.

Ante la falta de medios suficientemente eficaces para luchar contra la nueva plaga venida de Sudáfrica (se prohibió el metil clorpirifos), el Boletín de Avisos de la Conselleria de Agricultura recomendó en enero pasado la combinación de distintos procedimientos, aún a sabiendas de que ninguno de ellos es definitivo y tienen «una eficacia limitada». En tal sentido, los técnicos contra plagas aconsejaron a los citricultores combinar medios biológicos (suelta masiva de insectos beneficiosos), medios biotecnológicos (colocación masiva de trampas de captura y muerte), medios físicos (barreras de paso en troncos) y en última instancia los medios químicos (insecticidas).

Faltas de trampas

La realidad es que no hay disponibilidad de trampas, la fabricación es muy limitada y su colocación se ha reservado a dos comarcas valencianas (La Plana Baixa y Camp de Morvedre) de forma muy escasa. Tampoco se dispone de fauna útil; la adquisición de 'criptolaemus' es hoy casi imposible, no hay existencias y además no es su época, es más adecuado para el verano, cuando esta plaga ya ha hecho el daño. En cuanto al parasitoide 'Anagyrus aberiae', en el que se basaron todos los anuncios y esperanzas oficiales, su multiplicación es aún muy lenta y testimonial. Nada de sueltas masivas.

En lo referente a la «colocación de barreras físicas, a base de pastas o colas» -como explica el Boletín de Avisos- se deben situar «alrededor del tronco, en su parte baja, a la salida del invierno, con el objeto de evitar la presencia de hormigas en la copa». La razón técnica para esta estrategia estriba en que las hormigas hacen de 'pastores' con otros insectos: esparcen pulgones y cochinillas entre las plantas y árboles para tener el 'ganado' bien alimentado y después nutrirse de las melazas que segregan. De modo que si se hace algo para frenar a las hormigas, en la práctica se está frenando también a las plagas que propagan. En este caso el 'cotonet'. Las existencias de pegamentos se han agotado, y el problema sobrevenido es en esas trampas, tan latosas de poner, no sólo caen hormigas, sino también pájaros y otras especies de la fauna silvestre.

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