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«No entienden por qué no hay chocolate»

«No entienden por qué no hay chocolate»

Con tres hijos de 17, nueve y tres años, un marido en paro y tras superar, no sin secuelas, un ictus cerebral, Leticia afronta su día a día con el apoyo de Cruz Roja. Las trabajadoras sociales Begoña Caballero y Laura Pérez se han convertido en parte de su familia desde que acudió a ellas en 2013. La canaria cuenta su historia arropada por el cariño y la entrega de estas mujeres.

Ibón S. Rosales y / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 1 de enero 1970

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«Tengo una pensión no contributiva de 368 euros, de los cuales 320 se me van en alquiler. Cuando vine, la acogida fue muy buena, mis hijos comen gracias a Cruz Roja. Eso lo agradeceré toda mi vida», relata la vecina de la capital, intentando contener las lágrimas. Lleva 9 años esperando por una vivienda social, ella y su marido han tenido que dormir al raso y dos de sus hijos tienen problemas de salud.

«Me preguntan: ‘¿Mamá hay chocolate? No. ¿Hay galletas? No’. Ellos no entienden la situación aunque me ven llorando. Cuando en Navidad nos llevan la compra a casa, mi hijo se vuelve loco porque sabe que en el paquete habrá Nocilla, zumos... Lo que le gusta a él».

Leticia es parte de los 286.429 canarios, el 13.6% de la población, que vive en situación de pobreza severa. Su marido, del sector de la construcción, tiene 43 años y no consigue trabajo. Su hija mayor camina cada día desde Pedro Hidalgo hasta San José para ir al instituto, no va al cine con sus amigos ni irá de viaje a Valencia como tienen planeado en clase. «Pero yo creo que ella lo entiende. El pequeño sí me sigue pidiendo una Play Station para Reyes. Yo lo único que quiero es una casa y no la quiero gratis, solo acorde con lo que cobro», anhela esta madre de familia.

Las trabajadora sociales, que hacen literalmente «una fiesta» cuando lo usuarios consiguen un trabajo, denuncian los problemas de salud derivados de la pobreza. «La alimentación, si tú no tienes una dieta variada, merma tus capacidades, también la salud bucal; un simple empaste es impagable o la necesidad de unas gafas. No son lujos», subrayan. «Hay quienes están así desde el año 2010 y su situación no cambiado nada, ha empeorado», sostienen las trabajadoras, que admiten lo difícil que es salir de la «pobreza crónica».

El testimonio de las trabajadoras sociales de Cruz Roja Las Palmas

La trabajadora social de Cruz Roja Begoña Caballero analiza la evolución de la pobreza en Canarias. Cuando comenzó, hace 30 años, no existía el departamento para el que hoy trabaja. Surgió a raíz de la crisis económica. «De estar haciendo proyectos de prevención a tener que volver al asistencialismo puro y duro. Porque estamos dando comida, hay que ser realista», dice Caballero, para quien «Cruz Roja es el termómetro de la vida», de la realidad del momento y a esas necesidades responde. Cada semana atienden a una media de 50 familias en riesgo de exclusión solo en la capital grancanaria. El perfil de pobreza mayoritario que atienden en Cruz Roja es una «mujer con menores a cargo».

Las personas que se acercan hasta Cruz Roja tienen una única preocupación, declara la trabajadora social Laura Pérez: «Lo que siempre piden es un trabajo, que es lo que les permitiría pagar recibos, comprar comida, cubrir las necesidades básicas que son la alimentación, vivienda y suministro». Otro fenómeno con el que se encuentran es el del trabajador pobre, quien, aun teniendo un empleo, se encuentra en exclusión. «Trabajan en situaciones precarias, por horas, por días, con sueldos muy bajos», describe, y siguen necesitando la ayuda de la ONG. «Cuando alguien consigue trabajo hacemos literalmente una fiesta porque tú has visto cómo ponen de su parte, hacen todo para salir a flote», relata.

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