Así era el dueño de Cervantes en Argel

Nacido en Venecia y esclavizado de niño cuando el barco en el que era grumete fue capturado, Hazán Bajá ha pasado a la historia como un tirano astuto, cruel y codicioso

J. Arrieta

Viernes, 12 de septiembre 2025

Alejandro Amenábar plantea en su última película, 'El cautivo', una posible relación homoerótica de Miguel de Cervantes con el que fue su último propietario durante ... sus cinco años de cautiverio en Argel, Hazán Bajá, al que el autor del Quijote recreó en 'Los baños de Argel'. Pero Hazán Bajá fue un personaje histórico, no literario. Aunque su vida real fue digna de una novela memorable.

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Hazán Bajá, conocido también como Hassán Veneziano, ha pasado a la historia como un tirano cruel y sádico con sus desdichados cautivos, sobre todo cuando estos cometían la osadía de intentar fugarse. Su biografía y carácter han sido marcados por la literatura y la visión de sus enemigos. Es decir, buena parte de las fuentes de las que disponemos para saber de su vida le son hostiles, lo que conviene tener en cuenta a la hora de considerar su crueldad o de su gusto por los muchachos jóvenes.

Como su sobrenombre recuerda, Hazán Bajá no nació en Argel ni en el mundo musulmán, sino que fue un cristiano veneciano capturado en su niñez. Sobre sus orígenes escribió Antonio de Sosa, sacerdote y compañero de prisión de Cervantes, en su 'Epítome de los reyes de Argel', parte de su 'Topografía e historia general de Argel'. Era un grumete de Venecia que «siendo muy mozo y navegando en una nave esclavona o ragusea que Dragut Arráez, Rey de Trípoli, combatió –sirviendo de mozo del escribano de la nave–, fue cautivado de los turcos y llevado a Trípoli de Berbería». El chico se llamaba Andreta. «Cupo en la división de la presa a un turco levente, el cual le hizo renegado», es decir, converso al Islam. «Y le tuvo mucho tiempo, hasta que, muriendo sin hijos, vino toda su hacienda y el mismo Andreta –o Hasán, que así le pusieron nombre haciéndose turco— al poder de Dragut Arráez».

El cervantista José Manuel Lucía Megías, asesor de Amenábar para 'El Cautivo', dedica un capítulo de su recién publicado 'Cervantes íntimo' al personaje. Según explica, Hazán Bajá llegó a ser rey de Argel en 1577, apenas cumplidos los 30 años, en una ciudad marcada por la inestabilidad política y en el punto álgido de su historia como plaza corsaria y centro esclavista. Su gobierno fue una carrera contra el tiempo: debía enriquecerse antes de que el viento político de Estambul cambiara de dirección y su vida estuviese en peligro. Para lograrlo, y según Antonio de Sosa, desplegó un sistema de exacciones sistemáticas: exigía partes más altos de los botines a corsarios y capitanes, monopolizaba y encarecía productos de primera necesidad (trigo, aceite, miel, etc.), y se apropiaba de los cautivos mejor rescatables para obtener los mayores beneficios.

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Crueldad inusitada

Quienes no podían pagar su rescate, sobre todo los cautivos más pobres, eran víctimas de terribles castigos. De Sosa le achacaba a Hazán Bajá un sadismo inusitado: disfrutaba presenciando castigos físicos brutales, llegando incluso a mutilar personalmente a algunos desgraciados. «Antonio de Sosa, con toda la inquina que le tiene por ser un rey codicioso y sádico con los cristianos, le reconoce también una cierta sensibilidad, haciéndose eco de la hermosa tumba que le hace levantar a uno de sus hijos muertos en uno de los cementerios de la ciudad», apunta Lucía Megías en su ensayo.

Es inevitable comentar su «fama de ser uno de los mayores sodomitas de Argel». ¿De dónde viene? «Todo procede de un dato de su juventud, cuando se convierte en un bardaje, es decir, un garzón, un sodomita joven que tiene el papel de pasivo en la relación con un hombre mayor que él, el conocido como bujarrón», explica Lucía Megías. Cautivo y renegado, al morir su amo en 1565, Hazán pasó a depender «de Euch Alí, uno de los hombres más poderosos e influyentes del imperio otomano, y que será su benefactor, 'muy querido' de su amo. Y lo será por su carácter (siempre astuto, entremetido, audaz, atrevido y desenvuelto, en palabras de Sosa), pero también por 'otras bellaquerías de turcos', que es una manera elegante de denominar la sodomía».

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