Víctimas y familias piden en la calle medidas reales contra el acoso escolar: «Nadie hizo nada»
Unas 300 personas, sobre todo estudiantado, protestan en la capital grancanaria por la muerte de la niña sevillana Sandra Peña y recuerdan que el «bullying mata»
«Hay muchos chiquillos que se han quitado la vida por problemas que la gente no considera importantes; los ven como cosas de niños», relata una joven que se hace llamar Shiro mientras muestra sus muñecas marcadas con cicatrices de sus intentos de acabar con su vida. Desde los seis años hasta la adolescencia sufrió acoso escolar. Ni siquiera denunciarlo acabó con el asunto. «Mi madre hablaba, hablaba, hablaba... y todo caía en saco roto», dice la joven, que se cambió de centro dos veces.
Aún sufre las secuelas de aquel largo y doloroso episodio que no desea para nadie. «Sigo teniendo pánico. Sufro ansiedad generalizada por culpa de eso», cuenta la muchacha. Por eso interrumpe su relato y se suma a las 300 voces de adolescentes y adultos para gritar: 'No más miedo, no más silencio'.
La protesta estudiantil, convocada en todo el Estado para condenar el acoso escolar que empujó a suicidarse a la niña sevillana de 14 años Sandra Peña, tuvo su réplica este martes en la plaza de España de la capital grancanaria.
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Los estudiantes exigen en la calle protección ante el acoso escolar
«No más bullying, más protección. Injusticia, manifestación», coreaban los púberes. Se sienten solos ante los insultos y agresiones reiteradas que convierten su vida escolar en un infierno.
A Andy le robaron la infancia. Desde los siete hasta los 14 años sufrió una tortura casi diaria. «Era llegar al colegio y empezaban a llamarme morsa, gordo seboso... Me decían que me muriese, me tiraban bolitas de papel, que es una chorrada, pero todo va sumando, y lo peor era que te dejaban solo», relata.
De nada sirvió que sus padres hablaran muchas veces con la dirección del instituto. Nunca se activó ningún protocolo. Su martirio terminó cuando el acoso llegó a las redes sociales. Sus padres vieron una publicación ofensiva en Instagram y presentaron una denuncia judicial. Hasta entonces, nada sirvió, recuerda el joven de 21 años.
Leire Núñez es otra superviviente. Comparte su experiencia en redes para ayudar a otros niños y niñas que estén pasando por lo mismo. No tuvo ideación suicida porque sintió el apoyo de su familia, pero confiesa que deseó desaparecer para dejar de sufrir.
Soledad y silencio
«Es algo que, por desgracia, les pasa a muchos niños y a algunos que ni siquiera llegan a contarlo», dice Núñez, que empezó siendo acosada por una niña a la que se unieron más personas a través de las redes. «Cada vez eran más», relata sobre unas actitudes a las que aún no encuentra explicación. «Al principio pensé: ¿Tendrán un mal día hoy? ¿Les caeré mal por algo? A día de hoy sigo sin saber por qué», afirma la joven, aún en tratamiento psicológico.
«Empiezan a dejarte de lado. Luego, las burlas. Te das cuenta de que algo pasa cuando toda la clase se pasa un post-it y nunca te llega a ti. Te hacen sentir como si no sirvieras ni pertenecieras a ese sitio». En su centro no adoptaron ninguna medida. «Se suponía que habían activado un protocolo, pero no fue así. Nadie hizo nada», lamenta. «Mi única solución fue cambiarme de instituto, mudarme y empezar de cero», dice la joven, que denunció su caso tras sufrir ciberacoso.
Dolor de madre
Adam, sin embargo, no pudo vivir para contarlo. En 2021, cuando tenía 12 años, puso fin a su vida ahorcándose con una sábana en el centro psiquiátrico donde estaba internado. El pequeño estaba en una transición de género, un momento de especial vulnerabilidad en el que fue objeto de acoso y burlas. Lo cuenta su madre, María del Carmen Armas, una grancanaria que con la muerte de Sandra Peña ha revivido los últimos días de su pequeño.
«Se llamaba Adam. Nació niña, pero a los 11 años me dijo que se sentía niño. Le apoyé y toda la familia también. Pero él sentía que no le importaba a nadie. Entró en depresión. Llegaba de clase y se encerraba en su cuarto», relata su madre, testigo del acoso escolar que sufrió y que lo obligó a cambiar de centro.
Protestas como estas, dice, sirven para tomar conciencia de que «el bullying mata» y pide a los padres que eduquen a sus hijos para no tolerarlo.
Educación ha recibido 47 denuncias de acoso sin confirmar ninguna
En lo que va de curso escolar, la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias ha abierto 47 expedientes por posible acoso escolar, aunque de momento no se ha llegado a confirmar ninguno de ellos.
Al parecer, los casos estudiados planteaban problemas de convivencia escolar que no cumplían los requisitos para ser considerados acoso, de acuerdo con las valoraciones llevadas a cabo por el Servicio de Prevención y Ayuda contra el Acoso Escolar (Spacae).
Durante el curso pasado, el protocolo contra el acoso escolar se activó en Canarias en 186 ocasiones y, finalmente, se confirmaron 34 casos de bullying.
Por otra parte, en los últimos días, la Consejería de Educación de Canarias está ultimando el borrador del nuevo decreto de convivencia y bienestar escolar. La comunidad educativa tiene de plazo hasta el próximo 19 de noviembre para revisarlo y realizar aportaciones al documento.