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Universidad en tiempos de virus

Universidad en tiempos de virus

Los estudiantes piden la suspensión de la normativa de Progreso y Permanencia, que exige un buen rendimiento en todo el curso para evitar la expulsión: “Hay personas sin Internet que ni siquiera pueden seguir el ritmo de las clases”.

Natalia G. Vargas

Jueves, 1 de enero 1970

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A pocos meses de que termine el curso académico, la crisis del coronavirus ha desbaratado el sistema educativo español en cuestión de días. Esta emergencia sanitaria sin precedentes ha obligado a las universidades canarias a buscar alternativas en tiempo récord y al alumnado a velar por que ninguno de sus derechos se vea vulnerado. Conservar las becas, hacer las prácticas en empresas, mantener la calidad de los contenidos o llegar a los exámenes con las competencias adquiridas son algunas de las preocupaciones que inquietan a los estudiantes de la Universidad de La Laguna. “Todos los agentes de la comunidad universitaria están dando lo que pueden para que el daño sea el menor posible. Debemos hacerlo todos juntos y de forma equilibrada”, apunta el portavoz del Consejo de Estudiantes, Moisés Rodríguez.

El teletrabajo ha sido la herramienta estrella a la que los centros educativos se han agarrado para poder continuar con las clases, pero no todos los universitarios pueden acogerse a ella. “En la ULL hay alumnos que no tienen recursos para tener conexión en casa. Este jueves tuvimos una reunión telemática para resolver dudas y una compañera que no tiene Internet tuvo que emplear los pocos megas que le quedaban. Todos apagamos las cámaras para consumir menos y fue solo de audio”, ejemplifica Rodríguez. “El aislamiento no es igual para todos”, sostiene.

Esta dificultad para seguir las clases, sumada a la incertidumbre y a la novedad de las medidas adoptadas, hace que el rendimiento académico del estudiantado se pueda ver comprometido. Por ello, otra de las propuestas del colectivo es suspender la normativa de Progreso y Permanencia este año. Esta orden recoge una serie de criterios que el alumnado debe cumplir para evitar la expulsión. Entre ellos la superación de un número mínimo de créditos en el primer curso y mantener un adecuado rendimiento a lo largo de los estudios. “El rendimiento va a cambiar. Además, las guías docentes, que plasman el plan de estudios de cada asignatura, tampoco tienen que ver con lo que se está haciendo realmente por las circunstancias en las que nos encontramos”, matiza el portavoz del Consejo de Estudiantes. Lo mismo sucede con las becas, que para mantenerlas y solicitarlas el próximo año los universitarios también deben cumplir con unos criterios de calidad concretos. “Es difícil aún saber cómo se puede gestionar, pero es algo que nos preocupa”, añade Rodríguez.

Las dos universidades públicas canarias han ampliado hasta finales de abril el plazo para pagar la última parte de la matrícula. Una opción que no convence a los alumnos que, a pesar de ello, “agradecen la intención”. “Planteamos a la vicerrectora de estudiantes que se prorrogue a mediados de mayo. Pagar una matrícula a final de mes es complicado y más en las circunstancias económicas en las que se encuentran cada vez más familias”, señala el representante del Consejo.

Las prácticas en empresas

En esta fase del año académico, muchos estudiantes de cuarto curso se preparan para el mundo laboral haciendo prácticas en empresas. Algunos han podido continuar de forma telemática, pero otros se han visto afectados por la imposibilidad de desempeñar su labor a distancia o por el cierre de entidades. En este último caso la ULL los está intentado reubicar en otras compañías. Las dificultades aumentan para los estudiantes de Medicina, Enfermería, Fisioterapia o Farmacia. “Ellos no pueden hacer las prácticas durante la cuarentena, ni online, ni cuando termine la alarma porque son en centros sanitarios”, concreta Moisés Rodríguez. Entre las soluciones que se barajan está permitir que se ejecute solo el 50% de las prácticas y no el 100% y compensarlo con cursos de formación en línea o con test al alumnado para mostrar que saben hacer lo que se les exigiría en un puesto de trabajo.

El profesorado de cada asignatura está “haciendo malabares” para intentar conservar la calidad de los contenidos de forma virtual, incluso aquellos que no estaban tan familiarizados con la plataforma. En el caso de los contenidos prácticos, hay algunas carreras más dañadas, como aquellas en las que este tipo de clases se dan en laboratorios. A pesar de ello, el Consejo de Estudiantes insiste en que “no convienen las distinciones”. “Somos más de 18.000 estudiantes con un contexto distintos, carreras diversas y muchas asignaturas. Poco a poco vamos coordinandonos entre todos con el equipo de gobierno, el personal administrativo y los docentes”.

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