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Un gato callejero, miembro de una colonia que habita en una casa abandonada, en Madrid. Pablo Cobos
Diez millones de gatos libres, estériles o muertos

Diez millones de gatos libres, estériles o muertos

Los científicos alertan que una ley nacional que proteja a estos felinos amenaza a aves y reptiles, pero sus protectores defienden las colonias silvestres

Sábado, 25 de junio 2022, 18:22

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La posibilidad de que los gatos silvestres pasen a tener una protección especial, como plantea el anteproyecto de ley de Bienestar Animal, enfrenta a los científicos y a los animalistas, sobre todo a aquellos que se dedican a alimentar a estos pequeños felinos en parques y callejuelas españoles. La cuestión es que el gato logra adaptarse a cualquier entorno si le abandonan o escapa. Son magníficos cazadores, tienen una alta reproducción y carecen de depredadores, salvo excepciones. La evidencia científica muestra que los gatos -tanto los que tienen dueños, pero acostumbran a pasar horas en el exterior, como los asilvestrados- representan una amenaza para las demás especies.

Las alertas de los biólogos son contundentes. «La depredación de los gatos domésticos es la causa más importante de muerte de pequeños mamíferos y aves», citan los científicos españoles Martina Carrete y Miguel Clavero, en un artículo publicado al conocer la iniciativa parlamentaria. La especie 'Felis catus' acaba con entre 100 millones y 350 millones de aves cada año en Canadá; en Australia son 377 millones; en Estados Unidos, hasta 4.000 millones, según el artículo científico 'Los gatos domésticos y sus impactos en la biodiversidad', del especialista en leyes ambientales de la Universidad de Tilburg (Países Bajos) Arie Trouwborst, publicado hace dos años. En España, no hay datos ni suficientes estudios. Pero se calcula que existen 10 millones de gatos en los campos, parques y ciudades, según SEO BirdLife.

Si las aves están amenazadas, los reptiles se llevan la peor parte. Los gatos matan el doble de estas criaturas cada año. «Hay bastante evidencia del serio impacto que tienen en Canarias, por ejemplo, donde amenazan al lagarto gigante», expone Miguel Clavero, investigador de la Estación Biológica de Doñana y del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los 'mininos' también afectan a mamíferos protegidos, como el lince.

«En Doñana, la leucemia felina, que transmiten los gatos, estuvo a punto de acabar con la población de lince», sostiene Clavero. «Los machos los atacaban para defender su territorio y se contagiaban. Es un caso documentado porque allí se hace un seguimiento intensivo. Pero habrá otros casos desapercibidos».

Francia, Polonia, Reino Unido o Bélgica son otros países que han realizado estudios sobre el impacto de los gatos sueltos. En los campos polacos se estimó que al año 136 millones de aves y el triple de mamíferos sufren sus ataques mortales. Los gatos domésticos, por su parte, llevan a sus domicilios una media mensual de tres animales muertos, indica el reporte británico 'La vida salvaje depredada por el gato doméstico'.

Reacción animalista

A pesar de las plumas esparcidas al amanecer por las zonas donde se establecen las colonias de gatos, la realidad de su impacto en los ecosistemas no había generado debate hasta ahora en España. Con una legislación específica en algunas autonomías, la posible entrada de una ley nacional para proteger a los individuos gatunos que van por libre (adquiriendo un estatus legal distinto al del perro) provocó la reacción de los científicos. Y la de ellos soliviantó a los animalistas.

«Nos preocupa toda la alerta que se ha generado por los biólogos», asegura Eva Aznar, responsable de La Gatoteca, una de las asociaciones que luchan por «el rescate y la reinserción» de los gatos abandonados. «A los que cuidamos gatos urbanos no nos alegra que estén repartidos por colonias, ni que tengan que malvivir en riesgo de enfermedades o atropellos. Pero eso ya existe».

La propuesta de los defensores de los gatos que deambulan libres se basa en regular la problemática «de forma ética y funcional», sostiene Aznar, cuya asociación prepara la campaña 'No me toques los gatos'. «Estamos preocupadísimos por el rechazo a un anteproyecto que valora que el mejor método a nivel nacional es coger, esterilizar y retornar al animal. El objetivo es que se reduzca la población felina, falleciendo de vieja».

Reubicaciones forzosas

Los protectores de los gatos también denuncian que «se están viendo más casos de envenenamientos» y «avalanchas de cachorros», advierte Aznar, que calcula que en la ciudad donde vive, Madrid, hay unas 1.500 colonias. «Se habla de las colonias como si tuvieran una entidad natural, pero en realidad son puntos de alimentación, creados por una persona que les lleva comida», refuta Clavero. «Los gatos nunca viven en colonias. Es la provisión de alimento la que mantiene el grupo social».

Los defensores de gatos rebajan la peligrosidad de estos animales. «Puede que te cacen algún animal, pero no es su mayor pretensión», asegura Aznar, a lo que replican los científicos. «Los gatos son extraordinarios cazadores y, aunque nosotros los alimentemos, está demostrado que cazan muchos animales por instinto. Estamos hablando de millones de aves, mamíferos y reptiles en España», afirma Juan Carlos Atienza, responsable de Gobernanza Ambiental de SEO BirdLife. «Nosotros no estamos en contra de los gatos, pero tienen que permanecer dentro de las casas de sus propietarios, identificados y esterilizados. No hablamos de sacrificar, sino de actuar con garantías de bienestar animal».

Pero la realidad se impone, también los recursos. «Es evidente que 10 millones de gatos no se pueden gestionar y cada ayuntamiento tendrá que tener un plan para reducir esas poblaciones, en el que valoren incluso la velocidad con que tiene que actuar», sentencia Atienza. «Es muy importante que no haya gatos en hábitats de especies protegidas o endémicas».

También el científico del CSIC es escéptico con el contenido de la ley: «Para lograr que no haya gatos sueltos, en algunos casos podría funcionar la captura, esterilización y suelta, pero supone una inversión enorme en un área geográfica muy grande y no está claro que sea viable», dice Clavero.

Frente a esta posición, la contraria: «Yo conozco pueblos y zonas rurales donde todo esto está perfectamente gestionado», opina Aznar. «Es mejor tener el control de la población con una persona encargada. Además, la naturaleza también sabe hacer su trabajo».

El anteproyecto de ley de la controversia todavía tiene un largo recorrido por delante. En el último borrador conocido no se habían recogido los comentarios sobre el control de las poblaciones gatunas que proponen los científicos. Luego volverá a Consejo de Ministros. «Confiamos en que nosotros tenemos una posición muy sensata», sentencia Atienza.

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