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Familiares de la víctima, al salir del domicilio tras confirmarse el fallecimiento de Antonia, en la foto detalle. MIGUE FERNÁNDEZ
El detenido por matar a su madre: «Le he pegado un palizón»

El detenido por matar a su madre: «Le he pegado un palizón»

El hombre pidió a su hermana que lo encubriera simulando un robo y agresión en el domicilio familiar

Juan Cano

Málaga

Jueves, 19 de enero 2023, 09:50

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El teléfono estuvo sonando desde las cuatro de la madrugada del domingo 15 de enero. Vanessa llegó a oír el tono de alguna de las llamadas, pero pensó que su hermano estaba borracho y no respondió. A las ocho de la mañana, descolgó. Al otro lado escuchó la voz de José y una frase que le heló la sangre: «Gorda, no te asustes. He pegado a mamá un palizón que no veas, le he puesto los dos ojos morados. Ven al Duque a recogerme y vamos los dos p'arriba».

'El Duque' es un salón de juegos del mismo nombre que está en la calle Duque de Rivas, en la barriada malagueña del Molinillo, donde reside la familia. Vanessa (37 años) corrió hasta allí sin querérselo creer y encontró a su hermano José (39) en la puerta del local tomando una cerveza. Él la recibió dándole dos besos y ella, entonces, rompió a llorar.

Cuando entró por la puerta, encontró a su madre, Antonia (60), sentada en el sofá del salón. Estaba completamente amoratada. A Vanessa le pareció que exhalaba, como si, al verla llegar, la hubiese reconocido en esos últimos momentos. «Yo creo que estaba casi en coma, o algo así, y pensó: 'Ya está aquí mi hija'».

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José buscó la ayuda de su hermana para ocultar lo sucedido. Le pidió que no llamara a la policía y le propuso avisar a un médico y decir que alguien había entrado a robar y había agredido a su madre, según relata Vanessa. «Vete al cuarto, que no llamo a nadie», le respondió ella. E hizo todo lo contrario.

Al llegar, los sanitarios trataron de recuperar a Antonia, que no murió en el acto. Todos sus esfuerzos fueron en vano. Aunque la mujer había sobrevivido durante un tiempo a la brutal agresión, la paliza fue de tal envergadura que le provocó gravísimas lesiones internas que terminaron por costarle la vida.

La autopsia reveló que la mujer había sufrido numerosos traumatismos craneales. A tenor de la reconstrucción policial, la habría golpeado contra la pared de la vivienda y probablemente también contra la barandilla de la escalera, además de, supuestamente, arrastrarla por el suelo.

En comisaría, José reconoció a los agentes haberle dado un par de puñetazos y dio su versión de los hechos. En el juzgado, se acogió a su derecho a no declarar. Pero aunque hubiese intentado ocultar el crimen, aunque no se lo hubiese confesado a su hermana, José conservaba la principal prueba de cargo en sus manos. Concretamente, en una de ellas. Cuando lo pasaron a disposición judicial, aún la tenía hinchada a causa de los golpes.

Antonia, a la que definen en el Molinillo como una «madraza», nunca quiso denunciar a su hijo pese a que, según cuenta su entorno y confirman fuentes de la investigación, no era la primera vez que le pegaba. «Yo le tenía susto, a mí también me amenazaba, pero ella no quería que lo denunciara. 'Por favor, hazlo por mí', me decía. Es muy buena», afirma Vanessa, que sigue hablando en presente de su madre, una mujer «luchadora y muy trabajadora» que se ganó la vida como cocinera y limpiadora.

La relación entre ambas era muy estrecha. Aunque ella ya no vivía con Antonia, iba a verla a diario a su casa. Vanessa, que perdió hace dos años a su padre, y ahora a su madre, confiesa que su hermano le dio «mala vida» a Antonia desde que empezó a beber, cuando aún no había entrado en la treintena. «Yo la defendía, pero mi madre lo evitaba porque sabía que me iba a pelear con él», explica la hija de la fallecida.

Antonia también había intercedido con sus parejas y los conflictos que con ellas mantuvo. No en vano, José tenía antecedentes por maltrato. Su última novia lo fue hasta la víspera del crimen. Justo ese día, el sábado 14, decidió poner fin a la relación y acudió a recoger sus cosas a la vivienda del Molinillo donde madre e hijo convivían.

Al parecer, José tenía cierta obsesión con el dinero, hasta el punto de que había puesto un candado en la puerta de su dormitorio. Cuando su ya exnovia acudió al domicilio familiar, fue Antonia quien la recibió y le ayudó a recoger las pocas pertenencias que había dejado en el cuarto de su hijo.

Esa noche, cuando José volvió a casa, echó en falta una cantidad de dinero en efectivo -algo más de mil euros- que tenía guardado en su habitación y montó en cólera, según reveló en su declaración policial. Para los investigadores, ese sería el detonante del crimen.

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