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Criada y educada por el Estado hasta los 18, después la suerte

Criada y educada por el Estado hasta los 18, después la suerte

Sara Eddobyany vive en España desde 1995. Fue la primera extranjera de la Casa María Auxiliadora, en Granada, un centro de menores gestionado por la Junta de Andalucía que la crió y le dio una educación hasta los 18 años. Eso sí, «olvidaron» tramitar sus papeles y ahora, sin partida de nacimiento ni familia, se encuentra en un limbo.

Ibón S. Rosales

Jueves, 1 de enero 1970

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Sara no sabe por qué su madre decidió venir a España. Nunca tuvieron esa conversación. Ella tenía apenas tres años cuando se mudaron desde Tan-Tan, la actual región sur de Marruecos, a Córdoba. «Supongo que buscaba una oportunidad», dice. De esa etapa solo le quedan recuerdos «colapsados», sí sabe que estuvo «dando tumbos de aquí para allá». Con cinco años y en un contexto serio de «desestructuración» familiar, la pequeña Sara Eddobyany fue acogida por los Servicios Sociales de Granada, que la llevaron al centro María Auxiliadora, de la Fundación Mornese. Eddobyany sería la primera menor extranjera acogida en el centro, regentado por monjas en aquel momento.

«Fui creciendo con distintos educadores que a día de hoy son amigos y mi familia», relata la joven sobre toda su infancia, fueron nada menos que 15 años los que permaneció en el centro. «A los 17 se dieron cuenta de que tenía el régimen comunitario caducado desde hacía 6 años. Los trabajadores y educadores lo habían advertido: ‘Oye, qué pasa con el caso de esta niña’...», explica Eddobyany sobre la lucha que emprendieron algunos de sus educadores, personas que valora enormemente porque son los que «se están mojando el culo día a día con la educación de los niños», denuncia, «la administración lo único que tiene que hacer es dar recursos y todo eran limitaciones...», añade la saharaui. «Muchos educadores ponían dinero de su propio bolsillo y utilizaban sus coches personales para movernos por ahí», reconoce la joven.

Una vez en Gran Canaria

Cuando comenzó la formación para la emancipación de Sara en el centro de menores se dieron cuenta de su incongruencia burocrática y buscaron su partida de nacimiento. Pero nunca apareció. La madre de Sara murió hace cinco años y a su padre nunca lo conoció, con la administración mirando para otro lado Eddobyany desistió y se conformó con el permiso de residencia. Cumplidos los 18, con un billete de avión a Gran Canaria y 50 euros que le dio un educador llegó a la isla, a un piso de emancipados de Las Palmas de Gran Canaria.

«Nunca he sido consciente de todo lo que me supondría a nivel administrativo», reivindica Eddobyany, cansada de no encontrar respuestas. Culpa a la Junta de Andalucía por dejarla tirada cuando cumplió los 18 años y se pregunta por qué el país que la acogió, le dio una casa y una educación, no la reconoce como una igual. Sara no tiene ningún arraigo con Marruecos y le piden que vaya al registro de Tan-Tan, una localidad de un país que no conoce, a buscar una partida de nacimiento que ni si quiera sabe si existe.

En la isla se echó novio y, según relata, fue motivo suficiente para que la invitaran a marcharse del piso. «Gracias que él me ayudó en aquel momento», rememora. Después se fue a Málaga a trabajar con la ayuda de una de sus «dos familias colaboradoras», con quienes «salía de permiso en vacaciones y algunos fines de semana». María y Camille han sido lo más parecido a unas progenitoras que Sara tiene y sigue en contacto con ellas. Posteriormente se fue a Barcelona, donde estudió el ciclo de Enfermería e hizo las prácticas, poder estudiar la carrera es su sueño. Sara se define como una «buscavidas». Con incredulidad describe cómo desde la propia Delegación del Gobierno le han recomendado que se case con algún español para poder tener la nacionalidad. «¿Tú te quieres casar conmigo?, le pregunté al tipo que me lo dijo», asegura.

Eddobyany está en contacto con la Comisión Española de Ayuda Al Refugiado en Canarias (CEAR) para que le orienten y ayuden en su caso. Sin partida de nacimiento no puede comenzar los trámites para obtener su nacionalidad. Agradece a sus amigas canarias y a las madres de estas todo el apoyo que ha recibido durante estos años y lo único que quiere es regularizar su situación para estudiar y seguir con su vida. Una vida cargada de impedimentos a los que se ha enfrentado sola, una vida por la que peleará hasta el final.

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