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Juan Cano
Málaga
Martes, 13 de febrero 2024, 08:16
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En su perfil de WhatsApp se lee «soy peor que el FBI». Y no exagera. Carmen Sánchez, una joven malagueña de 23 años, practica 'kick boxing' y defensa personal desde hace tiempo. Es técnico de farmacia en una botica de la zona de la Térmica, en Málaga, trabajo que compagina con el de empleada de seguridad en una discoteca los fines de semana.
En la noche, está acostumbrada -y entrenada- para reaccionar ante cualquier imprevisto. Lo que no imaginaba es que iba a tener que poner en práctica la técnica del 'mataleón' vestida con la bata blanca de la farmacia. Hace unos días, Carmen redujo, ante la mirada atónita de su compañera, a un hombre que estaba destrozando el establecimiento.
Serían las cinco y media de la tarde. Carmen se encontraba en la rebotica con la otra auxiliar preparando unos carteles para una promoción de la farmacia. «Vimos que entraba un hombre pegando voces. Mi compañera le dijo que cogiera las cosas y se marchara. Pero él no se iba e hizo ademán de pasar por dentro del mostrador», relata la joven.
Carmen salió de la rebotica y le repitió en varias ocasiones que cogiera lo que había ido a buscar y se marchara, «pero él comenzó a tirar al suelo los artículos del mostrador», continúa la técnico. «Le dije: 'Por favor, vete. Como no te vayas te voy a echar por la fuerza'. Le advertí que iba a llamar a la policía, pero no me hacía caso. Me puse muy nerviosa».
El hombre, que iba sin camiseta y descalzo, se dirigió a una estantería que había al lado del mostrador para tirarla: «Yo me acerqué y le di un manotazo para quitársela [la estantería] de la mano. Él me respondió con un empujón, se dio la vuelta y se fue hacia el mostrador».
Carmen supo que era el momento oportuno de actuar. Está entrenada para ello. «Hago kick boxing desde hace dos años y entreno defensa personal desde hace cuatro. Empecé a practicar porque siempre me ha gustado el deporte de contacto, pero después, viendo cómo se ha puesto la vida, decidí continuar por mi propia seguridad».
Al ver que el hombre le daba la espalda, se abalanzó sobre él, lo tiró al suelo y lo redujo. «La maniobra se llama 'mataleón'. No se la llegué a hacer bien porque no lo dejé inconsciente. Yo lo único que quería era inmovilizarlo. Y el tío empezó a gritar: '¡Policía, policía!». Carmen asegura que nadie la ayudó: «La gente pasaba por allí y entraba a comprar como si nada. Hubo incluso quien me pidió que lo soltara».
Pasaron -recuerda- unos 10 minutos hasta que llegó la policía. Carmen desconoce la motivación del hombre ni si iba armado. «Llevaba un objeto que parecía una navajilla pequeña, aunque no lo vi bien. En ningún momento llegó a atacar ni a robar nada, sólo rompía cosas. Yo pensaba que iba drogado, pero la policía me confirmó que no». El hombre, de origen búlgaro, fue arrestado por amenazas y desórdenes públicos. Al parecer, es indigente.
A Carmen le vino el bajón tras el suceso. «En el momento soy capaz de reaccionar, pero luego me vengo abajo. Me pegué todo el día temblando». Cuando su jefa vio el vídeo de la cámara de seguridad, alucinó con su actuación. «Me dijo que lo importante era que estuviésemos bien y me dio las gracias por defender así su farmacia. Fue como me salió. Soy así». Peor que el FBI.
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