Aumenta la exclusión residencial en Canarias: Cáritas asiste este año a más familias que en 2024
Los voluntarios y usuarios de la entidad salen a la calle para concienciar a la sociedad de la situación de las personas sin hogar
Cualquier persona, incluso con empleo, puede acabar en situación de calle. De hecho, la exclusión residencial acecha cada vez a más familias en Canarias, según denunció este jueves Cáritas, coincidiendo con el Día Mundial de las Personas sin Hogar.
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Con la pérdida de la vivienda, muchos otros derechos se esfuman y estas personas comienzan a ser invisibles para el resto de la sociedad. Por eso, Cáritas salió a las calles para exigir a la sociedad que se detenga ante este problema, que mire de cerca estas realidades que se intentan esconder y que actúe. «El sinhogarismo no es un problema individual, sino colectivo», reza el manifiesto leído este viernes en la avenida Mesa y López de la capital grancanaria, donde voluntarios y usuarios de la entidad protagonizaron una marcha y diversas actividades para llamar la atención sobre este problema social.
Coreando consignas como «sin hogar no hay vida, sin derechos no hay salida» o «sin hogar pero con sueños», algo más de medio centenar de personas recorrieron la rambla en una manifestación que tenía como propósito dar a conocer y denunciar la situación que viven las personas en situación de calle. «No disponer de una vivienda digna y adecuada hace que no puedan acceder a otros derechos fundamentales, como el cuidado de la salud física y mental, encontrar un empleo digno o mantener su intimidad», señaló la responsable de vivienda de Cáritas Diocesana de Canarias, Eugenia Rocha Suárez.
Durante 2024, Cáritas atendió a 1.571 personas en situación de sin hogar en la provincia de Las Palmas, mientras que este año, hasta el pasado 30 de septiembre, la entidad ya ha asistido a 1.053 personas en esta misma situación, explicó Rocha.
Perfil de las personas sin techo
La mayoría de las personas sin hogar son hombres, aunque en los últimos años ha aumentado el número de mujeres en situación de calle. En general, suelen ser personas desempleadas, con estudios primarios, con escasos recursos económicos o con prestaciones sociales. «Un 30% son nacionales y el resto, personas migrantes, de las cuales el 63% están en situación irregular», apuntó Rocha.
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«Nos estamos encontrando ante situaciones bastante cronificadas, donde se combinan problemas de salud mental y adicciones», advirtió Rocha, quien aseguró que los recursos alojativos de Cáritas para atender los casos más graves ya están casi llenos.
La situación se ha visto agravada por la crisis habitacional que sufre Canarias. «El no poder acceder a una vivienda y los precios abusivos de los alquileres» dejan a muchas personas al borde de la exclusión social y con dificultades para llevar una vida normalizada, comentó Rocha.
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Invisibles y deshumanizados
Los voluntarios subrayaron que las personas en situación de sin hogar «no solo necesitan derechos garantizados, también necesitan vínculos humanos que les recuerden que todavía pertenecen, que aún forman parte de la sociedad». Estos vínculos son muy importantes para devolver la esperanza a las personas más vulnerables.
Además, son muchas las familias que están teniendo problemas para poder mantenerse bajo techo. «En el área de vivienda de Cáritas Diocesana no solo atendemos a personas en situación de sin hogar, sino que también estamos atendiendo a familias. Durante todo el año pasado atendimos a unas 200 familias y, hasta el 30 de septiembre de este año, ya hemos prestado apoyo a 263 hogares», destacó la trabajadora social, quien subrayó el considerable aumento de las personas al borde de la exclusión residencial.
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El apoyo que presta la entidad a estas personas en materia de vivienda consiste en orientarles sobre cómo acceder al derecho a un recurso residencial y prestarles ayuda económica para costear el alquiler. «Tenemos un convenio con el Cabildo de Gran Canaria para ofrecer ayudas al alquiler», explicó. El objetivo, «evitar que pierdan la vivienda en la que ya están residiendo».
Andrea: «Algo tan duro como vivir sin tener nada, si no te mata te forma»
José, de 28 años, llegó desde Perú a España hace dos años con un permiso de estudios, pero no de residencia. Su intención: formarse y trabajar. Ahora, gracias a Cáritas, ha terminado su formación como técnico electricista. Pero su periplo ha sido duro y sigue alojado en un recurso de Cáritas debido a su situación irregular.
Tras unos meses en la península, llegó el invierno y un amigo le pagó un billete a Canarias.
Sin poder trabajar por falta de papeles, no le quedó otra que vivir en la calle. Durmió al raso tres meses. «Los primeros días dormí en la playa, sobre un cartón. Tenía miedo de que me quitaran mis documentos». Luego se mudó a un parque. Alguien se apiadó y le dio una caseta. Allí se refugió de la lluvia y las ratas hasta que Cáritas lo acogió, relata el joven, cuyo deseo es «vivir como un ciudadano normal, trabajar y aportar a la sociedad», y que lanza un mensaje claro a quienes están en la misma situación: «Todo tiene solución: pidan ayuda, luchen».
El periplo de Andrea, de 57 años, fue muy distinto. «Vivía en un barrio problemático en Italia: mucha delincuencia, mucha droga, y esto me llevó, a lo largo de casi 40 años, a perderlo todo: primero la salud, luego la casa; no tenía familia. Me encontré desesperado», relata. Huyó de allí y, cuando llegó a Canarias, se percató de que su deriva lo estaba matando, «literalmente». «Pese a no tener un hogar, no saber dónde comer o dónde descansar, pedí ayuda y la encontré. En Cáritas me dieron un techo, la posibilidad de encontrar trabajo y también de acompañarme a organizar mi vida», reconoce agradecido este italiano. Aun así, se muestra positivo: «Vivir una experiencia tan fuerte como la de no tener nada te forma. Si no te mata, te forma», sostiene.
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