Algunos casos de depresión remiten con estimulación magnética

En una entrevista a Efe, Padrón explica que si se utilizan determinados parámetros con un equipo especializado, la estimulación magnética transcraneal "está a la par que cualquier fármaco antidepresivo para tratar la depresión" puesto que su funcionamiento "está testado" y reconocido por la FDA, la agencia oficial que supervisa los medicamentos y técnicas sanitarias en Estados Unidos.

Este investigador del IUNE, que dirige el laboratorio de investigación cerebral no invasiva, precisa que en este centro de la Universidad de La Laguna colaboran con profesionales de la psicología y la psiquiatría para abordar el tratamiento de casos concretos de pacientes con depresión resistente que manifiestan una hipofunción en el dorso lateral prefrontal izquierdo del cerebro.

"Si sabemos que ese dorso lateral está apagado, lo que hacemos es aplicar estimulación cerebral no invasiva que aumenta las conexiones sinápticas para poder reestablecer la actividad metabólica que no está funcionando en la zona apagada", indica Padrón.

Con esta técnica, añade, se puede dar una remisión "total" de la depresión en algunos pacientes, mientras que otros consiguen estabilizarse en un período que varía entre el año y el año y medio, aunque hay una minoría de pacientes en los que la depresión es "resistente" y para los que se requerirá la aplicación de más sesiones que faciliten la reorganización funcional del cerebro.

Por otro lado, Padrón explica que el IUNE también cuenta con proyectos de investigación en pacientes con Alzheimer con el objetivo de hallar neuromarcadores tempranos de la enfermedad que anticipen la llegada de la sintomatología clínica e intentar así desarrollar tratamientos preventivos que permitan demorar lo máximo posible la demencia y añadir calidad de vida a los pacientes.

En este sentido, la neuromodulación puede ser una herramienta útil que puede ayudar a paliar parte de la sintomatología de los pacientes con Alzheimer, remarca el científico, quien además agrega que no se trata de una técnica como la resonancia, que sirve para ver y evaluar cómo está el cerebro, sino que estas técnicas de estimulación cerebral no invasivas tratan de modificar el cerebro tras conocer lo que ya hay en él.

"En algunos casos vemos cómo, según qué áreas del cerebro están sobreexcitadas o inhibidas, las técnicas de estimulación nos permiten, por decirlo de una manera coloquial, apagar y encender determinadas zonas del cerebro. Si vemos a un paciente con un área excesivamente encendida, se le apaga un poco para reequilibrar el funcionamiento metabólico que tiene el cerebro ante determinadas situaciones", matiza el investigador.

Padrón apunta que, de alguna manera, lo que se hace es una reorganización funcional del cerebro ya que, debido a la enfermedad, el paciente muestra una reorganización disfuncional determinada.

Y, a pesar de que a lo mejor sigue teniendo una vida relativamente normal, hay algunas áreas del cerebro, como la del lenguaje, donde puede haber una manifestación temprana de la enfermedad.

Padrón también trabaja con pacientes cuya manifestación temprana del Alzheimer es una afasia logopénica primaria. Se trata de pacientes que empiezan perdiendo la fluidez del habla y su capacidad para comunicarse correctamente con los demás, por lo que en vez de articular una frase común, tienen limitaciones para poder articular oraciones más allá de tres palabras seguidas.

Es entonces cuando se hace una intervención en la que, durante una resonancia, se le pide al paciente que hable para poder ver qué zonas de su cerebro “se encienden”.

En uno de los casos que ha tratado el IUNE, pudieron comprobar que el cerebro de los pacientes había trasladado la función del lenguaje hacia el hemisferio derecho, concretamente hacia áreas homólogas del área de Broca (área del lenguaje), un hecho “disfuncional” ya que en un cerebro sano la función del lenguaje se encuentra en el lado izquierdo.

“Nuestra intervención, basándonos en las evidencias que encontramos en la resonancia, fue modificar esa actividad disfuncional e intentar devolverla al lado izquierdo para que el paciente pueda volver a hablar con mayor fluidez. Eso no significa que estemos tratando el Alzheimer, sino que retrasamos el deterioro trabajando con una determinada sintomatología clínica”, comenta Iván Padrón.

El investigador añade que es común que los pacientes con una gran reserva cognitiva porque han trabajado o han tenido la posibilidad de tener estudios tengan la capacidad, gracias a los mecanismos fisiológicos de plasticidad neuronal, de desplazar las funciones a un lado del cerebro o a otro para frenar la sintomatología clásica del Alzheimer.

Sin embargo, Padrón dice que esto “no es adaptivo” puesto que llega un momento en el que, por mucho que el paciente desplace las funciones de un lado a otro, no consigue hablar como lo haría un cerebro sano. Es en ese momento cuando puede intervenir el IUNE y aplicar técnicas de estimulación cerebral no invasiva.

Sobre estas técnicas, Iván Padrón destaca que, “aunque pueda resultar sorprendente”, la relación de profesionales especializados en el uso de las técnicas de tratamiento de estimulación cerebral no invasiva en Canarias es “prácticamente nula”.

“Solo el Hospital Universitario de Nuestra Señora de la Candelaria ha comprado un equipo y se ha puesto en contacto con el IUNE para que entrenemos a los neurólogos del hospital y puedan utilizarlo. Esto significa que hay un conocimiento en el campo de la investigación bastante avanzado que no tiene una implementación práctica”, denuncia.

Por ello, incide el investigador, hacen falta “más recursos” para que los profesionales especializados incorporen estas técnicas de tratamiento a la cartera de servicios del Servicio Canario de Salud como algo rutinario.

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