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Jueves, 16 de julio 2020, 09:36
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David Ojeda / Las Palmas de Gran Canaria
Lo suyo parece una película de aventuras de los 80 pero con la angustia de un dramatismo tan veraz como surrealista. Un grupo de seis ciudadanos con nacionalidad española, entre los que se encuentran dos aruquenses, se encuentran ahora mismo habitando discretamente en un hotel vacío en Perú. A la espera de una noticia que se dilata en el tiempo: cuándo podrán volver a casa.
Las cotas de surrealismo han llegado hasta el punto de no tener contacto con la embajada de España en Lima. «Cuando acudimos a ella nos topamos conque estaba cerrada a cal y canto. Les mandamos un correo electrónico y no hubo respuesta. Y una vez que hablamos por teléfono les dijimos si nos podían llamar para darnos más información en otro momento y nos dijeron que no tenían saldo para eso», cuentan presos de la impotencia.
Es parte de la pesadilla que viven desde hace días Manu y Montse de Bilbao, Mar y Carlos de Alicante y Sofía y Luis, de Gran Canaria. Presos en una pesadilla que nunca imaginaron vivir. «El día nueve llegamos para un viaje por distintos lugares del país y el pasado 16 llegamos a Lima, ya con todo lo del coronavirus en marcha, para intentar regresar a casa. Pero seguimos aquí atrapados», exponen.
No saben cuándo podrán regresar. Hoy sale un vuelo de Iberia con rumbo a Madrid pero ellos viajan con Latam. «Es una compañía que incluso utiliza la T4, pero en principio no podemos volver», señala Sofía desde el lugar en el que se encuentran confinados.
Porque esa es la experiencia que está padeciendo. «Cuando fuimos a la embajada y vimos que no había nadie empezamos a buscar dónde quedarnos. Contactamos con hoteles y con pisos de Airbnb. Pero no quieren atender a europeos y mucho menos a españoles por miedo al contagio, aunque está claro que no tenemos nada. Al final, gracias a un taxista que nos estaba llevando por Lima conocimos a una señora que tenía un hotel ahora mismo cerrado y allí nos estamos contado», expone Sofía.
Manu interviene en la conversación para explicar cómo lo están pasando. «La señora nos pidió que no hiciéramos ruido para que nadie se de cuenta de que estamos aquí porque el peligro de que denuncien es muy alto», indica.
Por suerte el hotel en el que se encuentran resguardados cuenta con agua y luz y por lo pronto tienen comida. «Uno de nosotros logró ir al supermercado e hicimos una compra de las cosas básicas. Aunque se nos están agotando. El problema es que también se nos han acabado los soles –la moneda oficial peruana– y nos quieren cambiar euros porque dicen que ahora mismos es imposible saber el valor del cambio», expresan.
Lo que sí tienen claro es que se sienten solos. «Es brutal, nos hemos sentido desde el primer momento desamparados. Como ciudadanos de segunda, además, porque hemos visto otros casos, por ejemplo de deportistas, en los que se han movido pronto para que regresaran al país», exponen.
«Todo va cambiando de día a día», aclara Sofía. Se supone que esta ese avión en el que muchas personas pueden volver del día 25 pero también se suponía que iba a haber otro la semana pasada que nunca despegó. Así que no sabemos bien que va a pasar», incide.
Y lo peor de todo es la sensación de que andan a ciegas. Solo obtienen información a través del Facebook de la embajada de España en Perú. Toda una agonía de la que esperan salir pronto. Pero lo que sí que saben que no podrán olvidar es la escasa implicación que han percibido desde las instituciones para poder salir del complicado entuerto en el que se encuentran.
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