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Doña Eugenia al fin tiene su calle

Doña Eugenia al fin tiene su calle

El Ayuntamiento de Haría reconoce en Punta Mujeres a Eugenia González Luzardo, fallecida hace un año, por su talante colaborador y en reconocimiento a su labor en pro del núcleo costero

Jueves, 1 de enero 1970

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El pueblo de Punta Mujeres y el municipio de Haría al fin rindieron el homenaje que se merecía una de sus vecinas más queridas y entrañables, Eugenia González Luzardo, a quien el pasado viernes se le dedicó una calle de este núcleo costero, «en reconocimiento a su talante abierto y colaborador que la convirtieron en una de las personas más queridas y apreciadas por todos sus vecinos», tal y como se encargó de exponer el alcalde, Marciano Acuña, en un emotivo acto.

La decisión de designar la hasta ahora calle de La Graciosa (donde vivió doña Eugenia hasta su muerte, en agosto de 2017) con su propio nombre, fue adoptada en pleno municipal meses a atrás, a propuesta del propio alcalde norteño, aunque fue el viernes cuando se materializó el acuerdo, haciéndose coincidir con el pistoletazo de arranque de las fiestas de este popular núcleo costero, con el descubrimiento de una placa por parte de sus tres hijas. El acto fue muy sencillo, aunque contó con una amplia presencia de vecinos de la localidad pues, no obstante, Eugenia era muy popular y enormemente querida en todo el norte.

El homenaje consistió en el descubrimiento de la placa que desde ahora llevará el nombre de la protagonista, mientras el alcalde Marciano Acuña leyó unas palabras en reconocimiento a su espíritu siempre colaborador con los vecinos. De este modo, el primer edil narró una breve biografía y como doña Eugenia (Nacida en Haría el 4 de enero de 1947) fue la más pequeña de cuatro hermanas del matrimonio formado por Juan González González y Carmen Luzardo Rijo.

Pasados algunos años el matrimonio se trasladó a Punta Mujeres, a la calle de La Graciosa, (que desde ahora lleva su nombre), en los años en los que este pequeño pueblo era un lugar de veraneo que quedaba prácticamente deshabitado durante el resto del año. A pesar de ello, tal y como explicó el alcalde, Doña Eugenia decidió poner en marcha una pequeña tienda de abastos en su vivienda para dar servicio a los vecinos del lugar.

Al poco tiempo, ante la existencia de teléfono en toda la localidad solicitó autorización para poner un aparato de telefonía en su tienda. De este modo y sin darse cuenta se convirtió en el único medio de comunicación de todo el pueblo con el exterior.

A partir de se momento todo el mundo llamaba a la casa de doña Eugenia para dar los recados, fueran importantes, asuntos domésticos sin mucha importancia o recados de parejas. Nunca durante años, hasta que llegaron otros teléfonos al pueblo, dudó en trasladar los recados que iban llegando a los vecinos, fuera la hora que fuera, del día o de la noche. Incluso no solo transmitía los mensajes, sino que incluso permitía que los novios de todo el pueblo se comunicaran a través de su aparato, «todo un ejemplo de generosidad, buena vecindad y ayuda a los demás», recordó el alcalde.

También destacó su afán colaborador en la celebración de las fiestas del Pino de Punta Mujeres, junto a Julián Dorta y los amigos del Gran Chaparral de Gran Canaria. Durante mucho años, y hasta su muerte, fue la creadora de los famosos Costeros (machangos de trapo que con tanto cariño hacía, para ser quemados en el asadero que servía de colofón a las fiestas), convirtiéndose en uno de los eventos más populares y siendo un elemento diferenciador de los festejos de esta localidad.

También formó parte del grupo de vecinos que organizaron las colectas para la construcción de la iglesia de Punta Mujeres.

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