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Viviendo de la caridad porque la PCI se retrasa cuando más falta le hace

Viviendo de la caridad porque la PCI se retrasa cuando más falta le hace

María Jesús lleva dos años residiendo en una cueva de Caserones y ahora, en plena crisis sanitaria, sobrevive gracias al altruismo de un vecino porque la Prestación Canaria de Inserción no le ha llegado.

Jueves, 1 de enero 1970

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Aunque parezca imposible, ya se ha acostumbrado a vivir, sin luz ni agua, en una casa cueva del poblado prehispánico de Caserones Bajo que se cae a cachos. Porque lo que iba a ser una solución temporal que logró gracias a su expareja, se ha terminado por convertir en la realidad fija de María Jesús Cáceres. Lleva así dos años y tiene asumido que su situación no tiene pinta de que vaya a mejorar. «Soñaba con una casa, pero en el Ayuntamiento me han dejado claro que las familias con niños tienen prioridad», acepta esta teldense, pero recuerda que ella también posee hijos que viven con su padre. «Tengo cuatro varones y una niña, y por supuesto que me encantaría poder estar con ellos, pero sin una vivienda digna es imposible», razona sobre una situación que le obliga a estar alejada de sus seres queridos.

Luchó durante muchos meses por cambiar su penoso estado llamando a todas las puertas posible, pero fracasó en su intento de lograr una vida mejor. Y aún así, cuando creía que ya había tocado fondo, que peor no se podía estar, llegó esta crisis sanitaria. «Gracias a que un hombre se enteró de cómo estaba y me hizo una compra, porque me vi sin nada de comer», desvela Cáceres. Su principal problema ahora es que aún no se le ha abonado la Prestación Canaria de Inserción. «Es el único ingreso que tengo y sin eso me terminaría muriendo de hambre. El Gobierno prometió que adelantarían el pago, pero mintieron», se queja.

María Jesús no entiende que los pensionistas y los parados hayan cobrado ya, y que sin embargo ella tenga que sobrevivir a base de la caridad de la gente. «Encima dicen que el 31 de marzo me llamaron desde la Cruz Roja para darme comida. Eso es mentira, no me avisaron de nada», asegura una mujer que se ve, junto a sus cuatro perros, más desamparada que nunca.

Además, al no disponer de internet en la cueva ni en el móvil, tampoco se puede beneficiar de la ayuda económica extraordinaria que ha habilitado el consistorio teldense durante el estado de alarma. «Me dicen que haga los formularios en la página web, pero no tengo cómo. Además, cuando llamo a Servicios Sociales no me atienden y tampoco puedo presentarme allí porque no se puede salir a la calle. Ya no sé que hacer», concluye María Jesús Cáceres, una de las tantas vecinas de Telde cuya situación de vulnerabilidad se ha visto incrementada por una pandemia mundial que golpea con especial virulencia a los más débiles.

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