Un regreso a casa por la cuarentena en el peor momento
Itahisa Pérez se ha visto obligada a volver a acoger a su hija, a pesar de que no cuenta con ingresos ni medios para mantenerla. El Gobierno de Canarias, ante la crisis sanitaria, está reduciendo el aforo de los centros de menores
Se quieren, pero no pueden vivir juntas. De eso se dieron cuenta hace tiempo Itahisa Pérez y su hija, y también el área de Servicios Sociales del Gobierno de Canarias. Por eso en los últimos años, las residencias de la joven han sido el Centro de Acogida Inmediata de Tafira y el centro de menores ubicado en La Isleta. Los ingresos cero de su progenitora y la situación familiar pésima en la que se encuentra, con varias ejecuciones de desahucios incluidas, hicieron que la tutela de esta menor de edad pasase a manos del ente regional.
«En Navidad no dejaron que volviese conmigo y ahora que estoy peor me fuerzan a que me la quede»
Sin embargo, el pasado lunes Pérez se llevó una inesperada sorpresa con una llamada por la mañana de Servicios Sociales. Le mandaban a su hija devuelta a casa. «No me dieron ni tiempo para prepararme, estaba todo recogido porque tengo una orden de lanzamiento y me vienen con esas de buenas a primeras», relata la teldense. Protestó, por supuesto, una decisión que veía totalmente injustificada y contraproducente. «En Navidad pedí que mi hija pernoctase en casa el 24 y el 31 de diciembre, pero me dijeron que no porque continuaba siendo muy vulnerable», recuerda Itahisa. Por ello no dio crédito al regreso de su hija. «Ahora estoy peor que entonces y es cuando me la devuelven. No tengo ningún tipo de ingreso, no entiendo nada», se queja.
La solución que obtuvo del Gobierno cuando explicó que no tenía comida para alimentar a su hija fue, según ella, ridícula. «Me dieron las sobras de comida del centro, kiwis machucados, una bolsa de pan de molde abierta, yogures a punto de caducar...». La justificación de la consejería, porque el de Itahisa no es el único caso, es que se considera que es mejor que algunos de los menores pasen el confinamiento junto a sus familias. Pero solo algunos casos avalados por informes que acreditasen que se tratan de situaciones en la que la reagrupación del niño con la familia fuese inminente. Una mayor que Pérez desmiente. «Los trabajadores sociales me aseguraban que lo mío era un proceso largo, que aún quedaba mucho para que mi hija volviese a casa. Y yo lo entendía», aclara.
Además, desvela que no le dieron ninguna autorización para poder hacerse cargo de su hija con todas las garantías. «No puedo ni llevarla al médico, me obligan a llamar al centro primero», explica con desesperación Itahisa Pérez, una mujer que representa otro ejemplo de víctima social que está dejando el Covid-19.