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Se sabía quien iba a ser la pregonera y poco más. Este año problemas logísticos y de organización casi dejan a Lomo Magullo sin sus fiestas. El patronato que las monta, El Manantial, convocó una reunión de urgencia el 13 de julio y uno de sus vecinos, el empresario Salvador Santana (1963), levantó la mano y asumió el reto. «La gente pegó a aplaudir», recuerda sorprendido. Y enseguida se le sumaron voluntarios. Había que salvar las fiestas de Las Nieves, que se celebran entre finales de julio y la primera quincena de agosto. Lomo Magullo se mojaba, y no solo por la Traída del Agua.
No se había contratado el seguro. Ni las verbenas. Ni los conciertos. A los de Aseres los traen por amistades. Ni siquiera se había llamado a la Banda de Agaete, casi tan ligada a la fiesta de la Traída como el agua de la Heredad. «Oh, nos llamaron ellos a nosotros», apunta Santana. Pero con empuje, decisión y unas cuantas manos, en siete días salvaron las fiestas. Mucho ha tenido que ver el carácter, el impulso y la experiencia de Santana, curtido en estas lides, las de las fiestas, primero como alumno de dos históricos en las de Las Nieves, Juan Martel y Mario Torres, y después como hacedor y jefe de máquinas, ya por su cuenta, de las de su barrio natal, Lomo Cementerio. Las coordinó 13 años y las hizo grandes siendo un pago pequeño. Pero ahora lleva 7 años en Lomo Magullo y quiere aprovechar esta tarea para devolver al pueblo natal de su mujer, Guadalupe López, parte de lo que le ha dado. De hecho, fue aquí donde la conoció, cuando, de manos de Juan Suárez, lo fichó el club de lucha Unión Las Nieves, del que ella era una aficionada.
Su mano derecha en este desafío es el joven Daniel Rivero, estrecho colaborador de la parroquia y diseñador gráfico que en una noche ideó el programa en el que han presentado los actos. «Algo me olía de todo esto y ya hacía tiempo que por mi cuenta había diseñado el cartel». Y confiesa que salvaron in extremis el certamen de elección de la romera mayor, celebrado anoche. No había candidatas y juntaron a siete.
Pero ni Salvador ni Daniel son amigos de lamentos. «Aquí se viene a ayudar, no a llorar». Así que junto a un grupo de más de 30 personas no solo garantizan las fiestas, sino que las mejorarán y se reservan sorpresas. Por ejemplo, habrá fuegos. Y más carretas en la romería de mañana, a la que acudirán otros barrios, como La Viña, Ejido, Valle de los Nueve alto y bajo, Cazadores, Lomo Cementerio o La Breña. Ofrecerán 1.000 huevos sancochados y 700 bocadillos. Se dividieron por equipos. Uno lleva las verbenas, otro se encarga de recaudar el dinero,... Cada uno tiene un cometido. La máquina está engrasada.
«Noto a la gente ilusionada, me para por la calle y me pregunta en qué puede ayudar, o se ofrece a dar donativos», apunta. Salvador. Al final, parece que este revés vino bien para que el pueblo tomara conciencia de su fiesta.
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