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Menos fe de camino a Teror

Menos fe de camino a Teror

Mientras miles de peregrinos seguían subiendo a Teror y entrando en su basílica para saludar a la Patrona de Gran Canaria, la villa mariana acogía este viernes los actos oficiales de la festividad del Pino. En su homilía, el obispo Francisco Cases reconoció un «enfriamiento de la fe» y se preguntó los motivos.

Jesús Quesada y / Terror

Jueves, 16 de julio 2020, 14:23

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Los actos oficiales, los religiosos y los populares de la festividad del Pino están marcando fronteras en la participación en las fiestas en honor a la Patrona de Gran Canaria. Los primeros, limitados a autoridades y poderes públicos; los segundos, con menos devotos que en anteriores ediciones; y los terceros, divididos entre peregrinos más o menos devotos y legiones de amantes de la fiesta; van cada vez más por separado. El casco urbano y la basílica de Teror evidenciaron ayer esta mayor separación, que no divorcio.

Mientras miles de peregrinos seguían caminando en oleadas hacia la villa mariana para cumplir alguna promesa o pedir ayuda a la Virgen, mientras cientos de ellos se colaban en la basílica para tocar con la punta de los dedos su trono, en la plaza del Pino y en el templo de Teror se desarrollaban desfiles militares, pasamanos de autoridades y eucaristías. En la calle, menos público que otros años, en su mayoría de cierta edad. En la iglesia, menos devotos que en anteriores 8 de septiembre.

El obispo de la Diócesis Canariense, Francisco Cases, aprovechó su homilía para preguntarse los motivos de la «falta de arraigo serio de la fe» y el alejamiento de la sociedad de la cultura cristiana. Llegó a cuestionarse si «la solemnidad de las fiestas» no estará tapando «como un barniz las heridas que denotan la superficialidad»,... En esta línea invitó a cuestionarse «qué parte de responsabilidad tenemos todos en estos alejamientos, en qué medida hemos contribuido cada uno al enfriamiento de la fe de nuestros hermanos».

Hablando del alejamiento y la pérdida de sus hijos que experimentan algunos padres, concluyó que frente a esa generación, educada por la familia, la escuela y la parroquia, fundamentalmente, «hoy la calle pesa más, y la televisión, internet, los espectáculos, transmiten una nueva cultura». Sin límites ni controles «condicionan mucho más el crecimiento de niños y adolescentes», dijo, declarándose dolido de que «haya padres, educadores y poderes públicos que no se duelan de tantas pérdidas. Que no desanden los caminos para buscar a los perdidos».

Sobre los recientes atentados en Cataluña, resaltó «con qué facilidad hemos sentido que podía vivirse, aún entre los buenos y pacíficos ciudadanos, la tentación del odio como reacción inmediata y espontánea a la crueldad y la locura de los acontecimientos terroristas».

En su discurso, Cases también se declaró preocupado por «el crecimiento de la desigualdad social, la tasa de paro juvenil y la fractura social que supone que el tener trabajo no conlleve salir del nivel de pobreza».

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