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Las visitas al cañón de Barafonso, un riesgo en la carretera a Temisas

Las visitas al cañón de Barafonso, un riesgo en la carretera a Temisas

Coches aparcados en el arcén y peatones en una vía estrecha. Son dos indicadores de peligro en una calzada que no es muy ancha. Agüimes ya ha advertido al Cabildo y a la Guardia Civil

Agüimes

Jueves, 1 de enero 1970

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El impresionante cañón geológico que el agua cinceló a su paso durante miles de años en un pequeño y estrecho tramo del barranco de Barafonso, en Agüimes, se ha convertido en un destino turístico, incluso para los grancanarios. No hay fin de semana que no se acerquen decenas de visitantes. El problema es que este espectáculo hecho de cenizas volcánicas, situado cerca de la carretera GC-550, que une Temisas con el casco de Agüimes, se halla en un lugar sin accesos adecuados ni aparcamientos, por lo que la saturación de coches estacionados en el arcén y el tránsito de peatones por una vía que no es ancha y cuenta con curvas de poca visibilidad se han erigido en un serio riesgo para la seguridad vial.

El Ayuntamiento de Agüimes no tiene competencias ni para regular los accesos a este icónico tajo geológico ni tampoco las tiene sobre la carretera que permite acceder al enclave, una vía insular gestionada por el Cabildo. Sin embargo, según advierte su alcalde, Óscar Hernández, hace tiempo que ha tomado conciencia de los peligros que se están generando y ya ha informado de su inquietud, tanto a la corporación insular como a la Guardia Civil, que es la fuerza de seguridad competente en esa calzada.

«Se ha puesto de moda en las redes sociales y la gente acude sin conocerse la zona, así que no solo aparca donde puede, sino que, en lugar de usar el camino real que conduce al barranco, camina por la carretera, con el peligro que conlleva en una vía con curvas cerradas donde como se crucen dos coches y uno tenga que aproximarse mucho a una orilla, se puede llevar por delante a uno de esos peatones», se queja el alcalde de Agüimes.

Por ahora, la suerte ha querido que no haya pasado nada. Desde la Guardia Civil informan de que no les constan incidencias. Al fin y al cabo, apuntan, la mayor parte de los visitantes está teniendo la precaución de estacionar sus vehículos en el arcén de la carretera y por dentro de la línea blanca que delimita la zona de tránsito circulatorio. Las obras de ampliación a las que se sometió esta calzada hace unos años la dotaron de cuneta, una orilla ancha e inclinada para canalizar las aguas pluviales que ahora facilita el aparcamiento de todos esos coches.

Daños

En todo caso, no son solo los visitantes los que corren riesgos. También los sufre el propio paisaje, que ahora se ve sometido a una presión humana mucho mayor que hace unos años. No en vano, ya ha sufrido algunos daños en forma de grafitis grabados en la piedra. El material del que están hechas estas paredes es muy frágil. Son como capas de cenizas cinceladas por el agua durante millones de años. Dado que es inviable poner un vigilante 24 horas en el lugar, las instituciones apelan al civismo del visitante.

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