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«No soy ni conservador ni progresista, soy de Cristo»

«No soy ni conservador ni progresista, soy de Cristo»

Nacido en Osuna (Sevilla) en 1960, Mazuelos fue ordenado sacerdote en 1990, se licenció en Teología Moral y es especialista en Bioética. Fue delegado diocesano en la Universidad para la Pastoral Universitaria, canónigo penitenciario de la Catedral de Sevilla y en 2009 fue nombrado obispo de Jerez de la Frontera. Ahora, afronta el reto de ejercer de obispo de Canarias sustituyendo a Francisco Cases, que se jubiló en octubre del pasado año.

Jueves, 1 de enero 1970

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— Confesó recientemente que estaba con muchas ganas y motivado ante este nuevo reto.

— Cierto, tengo ganas de poder aterrizar y empezar esta nueva misión, esta nueva etapa de mi vida y para mí es un reto poder desembarcar en Canarias. Ya tengo muchas ganas ya de viajar.

— ¿Qué espera encontrarse en las Islas Canarias?

— Cuando me dan un destino, primero espero encontrarme con el Señor que es el que maneja la barca de mi vida. Después, espero una Iglesia viva, dispuesta a trabajar y espero que afrontemos los retos de la nueva evangelización que nos marca el papa Francisco.

— ¿Una nueva evangelización pasa por acercar la iglesia a los jóvenes?

— Siempre tenemos que ser autocríticos y ver qué lenguaje estamos utilizando y si el interlocutor no está escuchando. Hay que tener cuidado porque muchas veces estamos hablando y nuestro interlocutor no nos está entendiendo. Debemos llevar este mensaje que sigue siendo actual que es la alegría de saber que no estamos solos, que Cristo está con nosotros, que merece la pena ser cristianos y es una aventura fabulosa seguir a Jesucristo. A mi encontrarme con él le ha dado sentido a mi vida y por eso quiero dar gratis lo que yo he recibido gratis.

— ¿Cree que la Diócesis de Canarias debe modernizarse? ¿Usted, como el papa Francisco, tiene redes sociales?

— Yo soy un profano en estas nuevas vías de comunicación pero poco a poco voy aprendiendo con mi delegado de medios que es un chico joven y nos va introduciendo en estas realidades. Lógicamente, vamos a intentar ser cercanos y escuchar a todos teniendo una comunicación fluida con todo aquel que me reclame y si la vía son las redes sociales, pues adelante.

— Nada es lo mismo después de la pandemia. ¿La iglesia precisa también de una reconstrucción o es ahora cuando más se necesita a esta institución en nuestra sociedad?

— El coronavirus nos ha producido un shock y estamos aún desconcertados. Lo que sí sabemos es que la fuerza está en la solidaridad, en ir todos a una, buscar el bien común y hay que luchar contra la pandemia médica y económica. En tiempos de crisis, los católicos no se reservan sino dan más y ese es nuestro lema. Tenemos que seguir ayudando a todos los que lo necesiten y hacer todo lo posible por buscar el bien común en esta sociedad, ese es el gran reto que afrontamos. También debemos de iluminar porque, ¿qué ha pasado? Pues que la pandemia nos ha puesto los pies en la tierra porque vivíamos en una realidad virtual en la que creíamos que todo lo controlábamos. Esto nos ha puesto los pies en la tierra y nos ha dicho que nos necesitamos los unos a los otros, debemos abrir las puertas del cielo y salir de la cárcel del individuo mismo.

— ¿Y cómo se abren esas puertas del cielo que usted comenta?

— Esa metáfora quiere decir que hay que relativizar las cosas que tenemos en la tierra y abrir los ojos del corazón para ver al vecino, del que hemos disfrutado durante este confinamiento cuando hemos salido a los balcones. Hemos encontrado que hay gente a nuestro alrededor y nos saludamos y abrimos nuestro corazón. Hemos visto a muchos voluntarios ayudando a lo ancianos hablando con ellos por teléfonos, dando de comer a los necesitados... Eso es abrir las puertas del cielo, descubrir que no somos el centro del mundo sino nos necesitamos los unos a los otros.

— ¿Qué les diría a aquellos que consideran que la iglesia se ha convertido solo en una institución de ayuda a los necesitados perdiendo peso específico en nuestra sociedad?

— Entiendo a lo que se refiere pero la cárita tiene que venir unida a la esperanza y la fe y no somos una ONG. Tenemos una razón de entregarnos que es Cristo resucitado. La Iglesia no se ha conformado solamente con llevar comida a los necesitados sino hemos fomentado las familias, han rezado juntas, hemos intentado llevar la unción a los moribundos, a aquellos familiares de fallecidos que no pudieron despedirse de sus seres queridos. Una iglesia que necesita mirar a los ojos a la Virgen del Pino para salir adelante. La Iglesia tiene que anunciar la misericordia y el perdón y eso lo tenemos que ver.

— La Virgen del Pino a la que usted menciona salió recientemente a recorrer los municipios afectados por los incendios, ¿la sacaría nuevamente a la calle por las víctimas del coronavirus?

— Pues si vemos que es necesario y una ayuda para todos, indiscutiblemente sí. No puedo decir que lo vaya a hacer porque no conozco aún la idiosincracia y la realidad de la virgen. No estoy en contra de sacar a una virgen a la calle y que manifieste cercanía con las personas. Hay realidades y devociones que tenemos que respetar y fortalecer.

— ¿Entonces apuesta por abrir las puertas a la sociedad e incluso sacar sus símbolos para mostrarlos?

— Por supuesto, soy de Andalucía y estamos habituados a hacer salidas extraordinarias de nuestras devociones.

— A usted lo sitúan en el sector conservador de la Iglesia, ¿se identifica con ello?

— No soy ni conservador ni progresista, soy de Cristo y por el bien del hombre. Hay algunos periodistas que me llaman conservadores y otros más avanzados. Yo intento buscar el bien de todos y hacer la voluntad del Señor. ¿A qué le llaman conservador esos periodistas? He leído esos artículos y tenga claro que ninguna de esas personas me ha preguntado qué soy.

Pues por eso yo le pregunto...

— ¿A qué se refiere con eso de ser conservador?

— Respóndame usted.

— Pienso que busco el bien de la gente y acercar el Evangelio a Cristo.

— Le planteo esta cuestión de otra manera. ¿Con quién se identifica más? ¿Con Juan Pablo II, Ratzinger o Francisco?

— Pues con los tres porque cada uno jugó un papel fundamental. Juan Pablo II fue el cura de la aldea global. Benedicto VI hablaba de profundidad y de la fe como encuentro con Jesucristo sin moralismo y normas y Francisco está aterrizando ese magisterio que nos habla de la Iglesia en salida, de la misión, el amor de dios y la misericordia. Los tres han aplicado una doctrina que ha tenido continuidad. Juan Pablo II hacía una profesión de la cultura de la muerte y Francisco decía que ya estaba aquí esa cultura y la economía del descarte. Uno lo profetizó y al otro le tocó denunciarlo. Veo un magisterio continuo.

— Pero a usted lo han vinculado con el movimiento llamado Camino Neocatecumenal, conocido como el de los kikos, que es de tintes conservadores pero a la vez rompedor en las formas y tiene muchos adeptos...

— Es un movimiento más de la Iglesia y yo, que estaba alejado trabajando en la medicina, me reencontré con Jesucristo a través de él. Si alguno dice que vengo de allí, pues es verdad, no lo niego. Pero es una realidad más de la Iglesia, ahí me encontré con Jesucristo y considero que lo importante no es kiko, sino ser cristiano.

— Usted que es sevillano y con una gran influencia gaditana, vivirá con intensidad los carnavales. Aquí es la fiesta por excelencia, pero en los últimos años se ha vivido una agria polémica entre un drag queen Drag Sethlas y la Diócesis de Canarias por sus espectáculos con imágenes y motivos cristianos. ¿Está al tanto? ¿Qué opinión le merece?

— Veo que la libertad de expresión no está reñida con el respeto, pero de los carnavales ya no me asusta nada porque aquí en Cádiz se viven con intensidad y ves de todo. Uno puede ser crítico con la Iglesia, con el obispo, con quien sea, pero no se puede pisotear la creencia del otro. Estamos en una frontera entre la libertad de expresión y el respeto a la dignidad del prójimo. ¿Que en un carnaval hay unas fronteras? Es verdad. ¿Que alguno pega un pisotón más allá de dichas fronteras? Pues habrá que tener un poco de perdón y misericordia y no pasa nada. Alguno se puede dejar de llevar por un odio u otras creencias pero hay que convivir y debemos de respetarnos, incluso a aquellos que han podido experimentar alguna dificultad con la Iglesia. Si pudiéramos mantener el respeto a la libertad dentro del respeto a las creencias, sería lo ideal.

— ¿Apuesta entonces más por el diálogo y entendimiento que por la denuncia en un juzgado?

— No conozco los pormenores de ese caso concreto, pero estoy dispuesto a hablar con todo el mundo y también, por supuesto, con ese chico que se ha podido meter con la Iglesia. Recuerde a esa concejal de Madrid –se refiere a Rita Maestre– que hace un tiempo entró en una iglesia sin la parte de arriba. Pues si hay que hablar con ellos, se habla y se le pide que no tienen por qué pisotear las creencias de nadie. Lo más importante que hay es el diálogo y el respeto aunque alguno se salga de la raya. No le tengo miedo a hablar con nadie.

— En Gran Canaria hay un sacerdote, el padre Báez, que también es muy polémico con sus vídeos y escritos criticando, por ejemplo, a políticos, y profiriendo insultos de todo tipo... ¿Qué le diría?

— Pues que las normas de respeto las tenemos todos y la libertad responsable está en manos de cada uno. Este caso no lo conozco y el cura, el obispo y los políticos tendrán que tener cuidado con sus palabras. Hay que respetar a todos los fieles de la Iglesia que son muy plurales. Ya tendré tiempo de llegar y analizar todas estas cuestiones.

— Usted dijo que estaba dispuesto a ser canario y que el obispo no es de donde nace, sino donde ejerce. Aún así, ¿comprende la desilusión de algunos que esperaban un obispo nacido en las islas?

— Lo importante es que sea un obispo santo y que me entregue. Después, ¿de dónde es uno? Pues es secundario. Yo soy andaluz y ahora seré canario.

— ¿Cómo espera ser recordado?

— Le pido al señor que me vuelque y soy consciente de que el 100% del apoyo nunca lo tendré, pero mi lema cuando trabajaba de médico, sacerdote o de obispo, cuando se pasa del 35% de gente en contra, el problema empieza a ser mío.

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