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La pareja atrincherada esquiva el ingreso en Psiquiatría del Negrín

La Policía les trasladó al hospital en la noche del miércoles tras seis horas amenazando con prenderse fuego en la azotea de un edificio. Una vez allí rehusaron la posibilidad de tratamiento.

Jueves, 1 de enero 1970

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La pareja que se atrincheró durante seis horas en la tarde del pasado miércoles en la azotea de un edificio ubicado entre las calles Doctor Apolinario Macías y Padre Anchieta, en el barrio de Escaleritas en Las Palmas de Gran Canaria, no llegó a ingresar en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario Doctor Negrín de Gran Canaria, según confirmaron este jueves fuentes cercanas a los hechos.

José H.S., de 59 años, y María G.B., de 38, fueron trasladados por una ambulancia medicalizada del Servicio de Urgencias Canario (SUC) escoltada por la Policía Nacional hasta el citado centro hospitalario, tras horas de negociación con los agentes y con el firme propósito de ingresar en dicha unidad, según habrían aceptado a los agentes. Finalmente tras llegar al hospital, la pareja decidió desistir de su ingreso abandonando el recinto por sus propios medios.

Ingreso consentido

El ingreso en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Universitario Doctor Negrín de Gran Canaria se realizó solo con el consentimiento del afectado y no de forma obligatorio. En casos de intento de autólisis, como el de la pareja que llegó a amenazar con prenderse fuego, el protocolo habitual establece el traslado a un centro hospitalario para que sean evaluados, extremo que no se llegó a cumplir. La pareja no estuvo en ningún caso detenida tras el incidente, al no haber cometido delito alguno.

El rincón del barrio de Escaleritas donde ocurrieron los hechos en la tarde del miércoles amaneció este jueves con su tranquilidad y trasiego habitual, tras la tarde de expectación y nervios vivida.

El edificio donde vive la pareja y donde se atrincheraron fue precintado por orden del Juzgado de Instrucción número 8 de Las Palmas de Gran Canaria el 27 de abril de 2012 cuando albergaba la residencia para mayores Nuestra Señora del Buen Consejo, al carecer de la licencia.

Rutina

En el supermercado donde María suele pedir la voluntad, a escasos metros de un concurrido gimnasio en el mismo barrio, ayer ocupaba su sitio otro hombre sintecho. «A veces suele venir por las tardes y otras por la mañana y por la tarde», explica el hombre mientras pide la voluntad a los clientes que salen del comercio.

Esa suele ser la rutina de María según los vecinos del barrio que están acostumbrados a verla pasar las horas delante del supermercado en la que es su forma de buscarse la vida para salir adelante. Su pareja, el padre de sus ocho hijos, suele frecuentar el barrio de Arenales con un carro de la compra en el que va recogiendo chatarra y enseres que pueda luego revender. A media tarde es cuando suele volver a la vivienda que ocupan desde hace unos años y donde tuvo lugar el incidente.

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