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Cáritas sostiene a más de 6.000 familias

La entidad atiende a un 53,4% más de personas desde que se decretó el estado de alarma, un indicador clarificador del impacto que la pandemia está teniendo en un archipiélago en el que ya se registraba un 29% de exclusión social.

Jueves, 1 de enero 1970

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El crujido del coronavirus dejará una herida difícil de restañar que volverá a tener a los que menos tienen entre los más desdichados. Los efectos colaterales de la pandemia ya están manifestándose en los estratos más vulnerables de la sociedad insular, como muestra de ello lo que sucede en Cáritas, donde al cierre de esta semana se está atendiendo a 6.311 familias.

Desde que se decretó el estado de alarma el pasado 15 de marzo las peticiones de auxilio a la entidad han crecido en un 53,4%. Un número que no para de crecer día a día semana a semana. Una muestra de la fragilidad estructural de la sociedad canaria.

Los márgenes de la pobreza siempre han sido demasiado amplios en Canarias. El último indicador del informe Foessa, encargado por la propia Cáritas, cifró el año pasado en un 29% el total de la población canaria que se encontraba en esa zona de exclusión. Ese dato será triturado cuando pase la situación de emergencia y haya que hacer balance de daños. Nadie se atreve a pronosticar un dato. Da miedo.

Cáritas sostiene en la actualidad a 6.311 familias. Y no es la única entidad que en estos momentos, y en los que precedieron a la crisis, que trabaja con personas en exclusión social. Por lo que el dato total puede ser aterrador.

Dentro de esta nueva dinámica estrictamente asociada al confinamiento el abanico de perfiles que se han visto afectados es enorme. Lo refleja perfectamente Caya Suárez, secretaria general de Cáritas en el archipiélago. «Familias sin recursos porque han perdido sus empleos, autónomos a los que el cese de la actividad ha afectado especialmente, y todas esas personas que antes del estado de alarma ya se encontraban en pobreza severa», refleja en un balance complejo.

Vídeo.

Hay colectivos vulnerables a los que la propagación de la Covid-19 les ha resultado un tsunami. Las estadísticas de Cáritas estremecen de un simple vistazo. Es el caso de esa pobreza con nombre de mujer que normalmente pasa por tabú, ocupa pocos titulares y se enfoca con debates equivocados, el de las que se encuentren en situación de prostitución o víctimas de tratas con fines de explotación sexual. Las demandas de ayuda desde este colectivo se han disparado hasta un 347,4% más desde que comenzó la crisis.

Un flanco de batalla de difícil acceso además, con muchas de estas mujeres confinadas en las casas en las que ejercen en condiciones sanitarias especialmente deficitarias.

También se han disparado los marcadores de las familias en situación de exclusión residencial, con un volumen de un 135% más de demanda, O el segmento de las personas sin hogar, que ha solicitado un 121% más de ayuda en estos días.

El estadillo de sectores sociales que se han dirigido a Cáritas en estos días se ha multiplicado en muchos más casos, pero estos son bastantes clarificadores de la situación de emergencia en la isla.

¿Hasta cuándo podrán las entidades del tercer sector sostener esta situación? La pregunta todavía no tiene respuesta. «En Cáritas estamos atendiendo a estas personas con fondos propios. Con lo que teníamos proyectado para todo el año pero evidentemente eso nos va a afectar en un futuro. Lo que pasa es que teníamos muy claro que no le íbamos a decir que no a nadie», señala Caya Suárez.

Ahora mismo lo que está manteniendo a flote a estas personas son las redes de ayuda. En el caso de Cáritas reciben una aportación de las administraciones, pero el principal sustento llega desde sus voluntarios a algunas empresas que han colaborado con dinero, material o alimentos.

La pirámide debe empezar desde abajo, exponen. Y la red tiene que tejerse desde el mismo origen del movimiento comunitario, desde los barrios y los colectivos vecinales. «Muchas de esas personas, que están cerca de los que lo están pasando mal, son los que avisan de la situación y nos ponemos en marcha», expone la secretaria general de Cáritas en las islas.

Porque la pobreza y el epígrafe de la exclusión social siguen estando mal vistos. Arrastran estigmas de los que posteriormente es complicado desprenderse, y muchas personas en situaciones desesperadas tardan mucho en dar el paso por simple y llana vergüenza.

El retrato robot de estas personas es complicado de encasillar. Como lo define Caya Suárez «son personas a las que el sistema ha descartado, son invisibles». Un porcentaje demasiado elevado de la sociedad canaria que atraviesa por momentos muy complejos y que necesitan un salvavidas.

Cáritas se encuentra desbordada en su capacidad operativa. No solo se trata de que tenga que exprimir los recursos financieros sobre los que cada año trabaja como el que navega en una tabla de salvación. Es que las demandas de ayuda superan en mucho la cantidad de personas que integran su red de voluntariado.

«Estamos al límite de nuestras capacidad», admitían hace un mes cuando las peticiones se iban multiplicando. Ya la pregunta ni se hace. «Lo que tenemos claro es que en estos momentos de lo que se trata es de atender la urgencia», asegura Suárez.

Mientras tanto, la imagen se repite en las sedes de las distintas entidades sociales que trabajan en Gran Canaria. Las colas a las horas de la comida son kilométricas. Y el trabajo de los voluntarios agotador.

Pero no es el único colapso. «En muchos de los servicios en los que colaboramos tenemos listas de espera para poder atender a las personas. Esto, como a todos, nos ha obligado a acelerar nuestra transformación digital. Por ejemplo, en el apartado de asesoramiento en la búsqueda de empleo, que además se encuentra muy condicionado porque está todo parado», cuenta.

La esquina rota de la sociedad sufre en sus carnes el doble impacto de la estratificación de la población canaria.

El impacto del coronavirus es claramente el principal motivo de que instituciones como Cáritas se hayan tenido que multiplicar ante el desborde de peticiones de ayuda a gente en situación de exclusión social. Pero como bien refiere Caya Suárez, de Cáritas, está situación en Canarias venía de lejos. «Esta es una crisis sin precedentes pero la causa es estructural», indica.

Cáritas publicó el año pasado, como cada ejercicio, el informe Foessa sobre la pobreza en las islas. En él quedaba reflejado que el 29% de la población de las islas se encontraba en situación de pobreza severa. Pero como bien reflejaba en el documento su autor Guillermo Fernández, un porcentaje similar de ciudadanos del archipiélago caerían en ese limbo en caso de un escenario de crisis o recesión económica. Y sin demorarse mucho ese momento llegó de la mano de la Covid-19. «Lamentablemente acertamos en nuestras previsiones y se cumplieron todos los pronósticos», indica Suárez.

Toca por lo tanto pasar a la acción. Desde Cáritas saben que las administraciones están muy centradas en estos momentos en superar los obstáculos sanitarios y sociales derivados de la llegada de la pandemia pero también pide que se empiecen a trazar estrategias para superar este estallido social. «Esto no se puede afrontar con un plan de choque. Se tiene que afrontar con una estrategia clara, en la que se afronten asuntos estructurales como los referentes a vivienda o empleo», señala Suárez.

En estos momentos en los que se debate sobre la reconstrucción después de la pandemia se habla mucho de la reactivación económica desde la óptica de las empresas y los vectores de la actividad económica. Poco desde el punto de vista de los que peor lo pasan, aunque sean vasos comunicantes. Caya Suárez indica que «esto debe ir en paralelo. Está claro que se debe atender de manera prioritaria la situación de urgencia que hay en estos momentos, pero se debe pensar en las propuestas estratégicas para atender a la realidad social que está quedando», comenta.

Trabajo coordinado

Se espera que los departamentos sociales de las administraciones públicas atiendan a la realidad social que en estos momentos hay en Canarias, que ya venía reflejando datos muy complejos desde hace muchísimos años. Pero desde Cáritas también tienen claro que hace falta sumar desde la experiencia que tienen los órganos que ya vienen lidiando con la situación. «Lo que es fundamental es trabajar de forma coordinada. Está claro que las instituciones tienen que tomar la iniciativa pero tienen que contar para ello con las entidades sociales, que son las que ahora mismo están afrontando el tema. Tienen que haber una transformación importante, especialmente en el ámbito digital, para atender a todas las personas que lo están pasando mal en estos momentos», señala la secretaria general de Cáritas en el archipiélago.

Por eso apunta que es muy necesario crear una infraestructura que parta desde lo más local para superar la crisis que existe y las secuelas que dejara. «Es muy importante tejer las redes de apoyo desde los barrios. Trabajar desde abajo hacia arriba para poder ir sumando. Todos tenemos que tener claro que va a hacer falta mucha solidaridad y ayuda porque de esta situación va a haber mucha gente que se va a quedar pasándolo muy mal», comentó.

En cualquier caso, es la crónica de una crisis que ya se venía anunciando desde distintos sectores pero que pocas veces se ha afrontado a a medio y largo plazo, como ahora exigen las entidades del tercer sector para superar esta situación.

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