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Un paisaje apocalíptico y negro en una cumbre lunar

Un paisaje apocalíptico y negro en una cumbre lunar

El olor de la ceniza es nauseabundo. Se cuela por la nariz con la misma rapidez con la que las llamas avanzan desde el sábado. Las toneladas de cenizas que lo inundan todo sitúan al visitante en un enclave apocalíptico.

Jueves, 16 de julio 2020, 14:52

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Una cumbre que fue verde y ahora es lunar. Con pequeñas motas verdes, pero en su mayoría negra como el betún y el carbón que la tradición cristiana dice que le espera a los infieles y a los malvados que acaben en el infierno.

Este es el lúgubre panorama con el que se topó la caravana mediática que, guiada por dos agentes de la Policía Autonómica, partió en la tarde de ayer del puesto avanzado ubicado en el campo de fútbol de Valleseco y culminó su recorrido en una Cruz de Tejeda que, por los pelos y por el impagable esfuerzo de los medios aéreos y terrestres desplegados, permanece intacta.

También escapó sin una casa o calle afectada por las llamas el pago de Lanzarote, el casco de Valleseco, y una veintena de casas perdidas entre las laderas que llegaban hasta la Cruz de Tejeda. El trabajo de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la zona de El Prado fue capital para lograr contener lo que hubiese sido el acabose para la zona. Si las llamas hubiesen sobrepasado esa loma, Lanzarote y seguramente todo el casco de Valleseco hoy serían historia.

En las inmediaciones del puesto avanzado esperaban ayer por la tarde muchos vecinos, ansiosos por volver a sus domicilios. Recorrido el casco de Valleseco y Lanzarote, puede parecer un excesivo castigo obligarles a extender la tensa espera y la lógica ansiedad. Pero cuando se llega al entorno del barranco de Los Pajaritos, esa idea queda fulminada, aunque anoche fueron realojados.

Allí, en la zona cero de este terrible incendio, el infierno se hizo visible. Está todo calcinado. Los pinos no son más que líneas negras gruesas y carbonizadas que se erigen hacia el cielo. El suelo es ceniza y cuando se pisa, sale humo. Aún humean también distintos puntos de unas laderas que hoy y durante bastante tiempo serán negras.

El panorama no mejora a medida que se avanza hacia la cumbre. Por el camino se puede entender cómo avanzaron las llamas hace unos días. El fuego fue muy rápido, lo que hizo que unos pinos luzcan intactos, o casi, mientras que el siguiente está carbonizado.

También hay por este camino árboles traicioneros, que son unos mentirosos compulsivos. Así denominan los especialistas a los eucaliptos. Su madera está negra y lucen como si estuvieran apagados. Pero en su interior albergan una sorpresa. Están ardiendo y varios días después ese fuego sale al exterior... y el apocalipsis puede volver.

El cruce de Ariñez es también el inframundo. Todo arrasado, desde los pinos y ecualiptos hasta los quitamiedos de hierro y madera de la carretera. Aquí, de nuevo, las laderas aún humean, aunque las llamas fueron apagadas hace horas, incluso días, y las cenizas lo cubren casi todo. Y la noche se acerca, se avecina un fenómeno curioso y traicionero, advierten los especialistas en la materia. Se produce una inmersión térmica y a medida que caen las temperaturas, emerge el calor de la tierra que está arrasada, lo que explica, también, por qué el retorno a casa de los desalojados es tan pausado.

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