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El Obispado de Tenerife hizo oficial lo que ya era un secreto a voces, la suspensión de la 69 edición de la Bajada de la Virgen de las Nieves, en La Palma, para las fechas en las que estaba prevista, los meses de junio, julio y agosto. La magia de la popular Danza de los Enanos o la del Minué, dos de los actos tradicionalmente más emblemáticos de las llamadas Fiestas Lustrales, tendrán que esperar. Como tantas otras, se han visto afectadas por las medidas de distanciamiento social que ha obligado a fijar la lucha por frenar el contagio del Covid-19. Es la primera vez que no se celebra desde 1680, desde hace casi 350 años.
El obispo Bernardo Álvarez, que este miércoles hizo público un mensaje por vídeo para difundir este anuncio, justifica la decisión por «las previsiones que se vienen realizando sobre la evolución de esta pandemia», las medidas que implican «su contención y superación» y «la incertidumbre de cara al futuro inmediato». Álvarez no aclara cuándo podrán celebrarse, pero da una pista. Solo adelanta que entre todas las partes han convenido la conveniencia de organizar una Bajada, «con todos sus componentes habituales, en una fecha extraordinaria que, en coordinación con todas las instituciones implicadas, oportunamente se señalará». Es decir, que los palmeros y los incondicionales de esta fiesta no tendrán que esperar, en principio, hasta 2025.
En todo caso, todo apunta a que ya no será en este año 2020. No al menos para todo lo que conlleva. El propio obispo lo deja entrever cuando advierte de que, en el caso de que en lo que queda de Año Lustral, las autoridades sanitarias permitiesen, cita textualmente, «algún acto exclusivamente religioso», en sintonía -aclara- «con el espíritu del compromiso votivo de La Palma con su patrona para los tiempos de calamidades públicas», se organizaría en el modo y en el momento que sea posible. No lo precisa porque, dada la situación, no es realista anticiparlo.
Explica el obispo que para esta medida ha consultado previamente al alcalde de Santa Cruz de la Palma y al presidente del Cabildo, y que ha dialogado con el vicario episcopal, los arciprestes, el rector del santuario de las Nieves y con los párrocos de la capital palmera. Y todos, indicó, estaban de acuerdo en la suspensión de la Bajada.
La decisión, pese a que se daba más o menos por sabida o asimilada, no deja de ser un mazazo para la Isla Bonita. Los palmeros llevaban cinco años esperando por una cita que trasciende más allá de su relevancia religiosa, que la tiene. Es un acontecimiento histórico muy arraigado que trae consigo una enorme repercusión social, cultural, económica y turística.
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