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La lucha ante los ojos del fuego

La lucha ante los ojos del fuego

El dispositivo de extinción exprimió todos los métodos existentes en la pelea con las llamas.Más de 1.200 efectivos han participado en la actuaciones terrestres en dos semanas de incendios en la isla.

Jueves, 1 de enero 1970

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Gran Canaria se ha visto abrasada en las dos últimas semanas por tres incendios que han puesto a prueba la capacidad de reacción de sus servicios de emergencia y que han tenido en el trabajo de los medios terrestres una de las claves para acabar confinando las llamas. Más de 1.200 efectivos, sumando los incendios que comenzaron en Artenara y Valleseco, han conformado un despliegue inédito en la historia del archipiélago.

Estos fuegos se han llevado por delante más de 12.000 hectáreas, aunque no hay que lamentar la pérdida de vidas. «Eso siempre ha estado por delante. Priorizar que no hubiera fallecidos porque estábamos actuando ante un incendio con mucha voracidad», indica Luis Fernando Arencibia, jefe del servicio técnico de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria.

Lo que sí dejan claro los responsables del operativo es que el origen del fuego no determina para nada el trabajo de contención y extinción que se establece como respuesta. «El origen no influye en la extinción. Empiece como empiece el problema es la evolución que tenga. La topografía favorable y el viento en ascendente hizo que recorriera de Valleseco y Cueva Corcho hasta la cumbre en cuestión de media hora. Luego lanzando pavesas hasta la cuenca de Tejeda, después lo que se abrió hacia el norte fue tremendo», indica para explicar lo que se vivió con el incendio de la semana pasada.

Un fuego muy complejo de afrontar, que obligó a exprimir todos los métodos de extinción posibles, y que fue muy diferente al que aconteció en Artenara hace ya dos semanas. Para comprender por qué es imposible atacar el frente del incendio tiene que borrar de su mente la imagen de los incendios urbanos. Estos suelen estar confinados y no alcanzan las dimensiones y la vivacidad de los forestales. En el caso del que se produjo en el centro de Gran Canaria hace dos semanas, se calcula que las llamas alcanzaron los cinco o seis metros de altura en la zona arbustiva; y entre los veinte y los veinticinco metros, en el pinar. Estamos hablando, por tanto, de temperaturas que pudieron rondar los 1.000 o 2.000 grados. «Con llamas de más de un metro y medio o dos metros de alto no puedes hacer un ataque directo, no puedes ni acercarte a ellas por mucha ropa ignífuga que lleves», explicó Arencibia.

Por eso, en estos casos, la acción se plantea desde el borde, donde hay menor radiación, hacia el interior: primero se controla y luego se apaga. Más complicado todavía fue enfrentarse al de Valleseco, donde las llamas alcanzaron alturas de 50 metros que hacían inviable enfrentarse a ellas de manera directa por los equipos terrestres, que tuvieron que recurrir a prácticas como el fuego técnico para originar cortafuegos.

El dispositivo

Además de los medios aéreos, más visibles para la ciudadanía de Gran Canaria, en la lucha ante los ojos del fuego, por medios terrestres, cada incendio tuvo un dispositivo de cerca de 600 efectivos trabajando en las zonas afectadas.

Fue un trabajo coordinado en el que distintas administraciones aportaron sus efectivos. Empezando por el Ministerio de Medio Ambiente, que aportó tres unidades de las BRIF provenientes de Daroca (Aragón), Tabuyo (León) y Pino Franqueado (Extremadura). Además, de las dos unidades que llegaron de La Palma. Cada una de estas unidades está conformada por una media de 18 personas. El Gobierno de Canarias, a su vez, aportó las EIRIF de La Gomera, La Palma y El Hierro. A todo eso, por supuesto, se suman los casi 300 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias, que llegaron de la unidad de Gran Canaria y que fueron reforzados por Tenerife, Sevilla y Zaragoza.

Todo eso con un despliegue de logística y seguridad muy grande, reforzado con medios de los cabildos de La Palma, Tenerife, los consorcios de Lanzarote y Fuerteventura. Bomberos de Las Palmas de Gran Canaria y San Bartolomé de Tirajana, más los propios equipos del Cabildo con bomberos, equipos Presa y Bravo, las patrullas y los técnicos.

Un concatenación de incendios que, como cuentan los responsables de extinción, fueron muy diferentes entre ellos. Por la superficie alcanzada por las llamas y por la propia coordinación de medios.

El despliegue es considerado un éxito por los que lo desarrollaron.

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