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Ellas están tomando el campo

Ellas están tomando el campo

Coralia González Quintana es una de las 434 mujeres que habitan en las medianías del municipio grancanario de Gáldar. Concretamente, Coralia regenta una quesería en Lomo El Palo, donde se respira aire puro, el paisaje natural se conserva casi intacto y la vida está marcada por largas jornadas laborales todos los días del año.

Jueves, 1 de enero 1970

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En el ámbito rural, hombres y mujeres son ejemplo de entrega al trabajo, aunque todavía queda mucho por hacer en materia de igualdad. Ellas, en muchos casos, han trabajo como el que más, dentro y fuera de sus casas, pero son ellos los que históricamente han poseído la titularidad de las tierras, de las fincas ganaderas o agrícolas, los que han cotizado y luego disfrutado de una jubilación remunerada. Para cambiar eso se celebra hoy el Día Internacional de la Mujer Rural, de mujeres como Coralia, aunque ella, a sus 40 años, se considera parte de las nuevas generaciones, una nueva hornada de mujeres que está cambiando las cosas.

«Yo cotizo y gestiono mi explotación. Yo creo que eso era antes, eso de que el marido cotizaba aunque ella estuviera trabajando de sol a sol», dice Coralia, de cuyas manos salen a diario «de 23 o 27 kilos de queso. Una parte hago de oveja y cabra; de oveja; o de cabra solo. Tengo variedad». Prudente, afirma que «cada uno manda en su casa y en su cartera», pero que «las compañeras que conozco, la remesa nueva, está bien metida» en el trabajo, trabajando y gestionando, con los mismos derechos que cualquier hombre.

Y resalta que pertenece a «una nueva generación», formada e informada. «Yo estoy metida en todas las asociaciones, de presidenta y eso no, no puedo con un cargo, no tengo cabida para tanto. Se me hace mucho», pero con una presencia activa en movimientos asociativos que le dan impulso para seguir adelante, al frente, junto a su hermano, de 200 animales, las tierras, la quesería, la casa, un hijo de 20 meses... «Pero por desgracia hay mucha burocracia» en el sector, dice, a pesar de las campañas institucionales para adherirse a proyecto, programas y ayudas.

Y Coralia sabe bien de lo que habla porque es una de las cinco queseras de Gran Canaria que produce Queso de Flor de Guía con Denominación de Origen, «con la esperanza de que se meta alguien más, aunque debe de pasar muchas pruebas para que le den la DO». En realidad, como todas, Coralia se convirtió muy jovencita en quesera por circunstancias de la vida. «Todo fue porque mi madre tuvo una discapacidad por enfermedad, y como la cosa iba funcionando bien, yo seguí». Su madre, pero también su abuela, eran queseras, «esto se hereda», dice. «Me metí en esto porque daba pena que una explotación se dejara cuando iba bien, Yo era una pibilla, y estaba estudiando», recuerda. Aunque la profesión de quesera le ha dado muchas satisfacciones, incluidos unos cuantos premios, «esto es trabajar 24 horas. Es un trabajo familiar, pero hay que tener un buen fondo económico para que sea una industria, una empresa. Esto son mini queserías familiares» en las que «es lo comido por lo servido». Así que si pudiera, reconoce después de tantos años de quesera, «me iría a mi sector, yo soy auxiliar de enfermería». Y lo tiene claro, «me iría por todo, por dinero, por trabajar, porque te tiene que gustar la profesión, y porque sabes que te ingresan a final de mes». Mientras, en la quesería, «si no te pones las pilas a vender lo que tienes no hay donde rascar. Y hay mucha competencia, y competencia desleal». Pero quizás contra lo que más lucha Coralia es contra la burocracia que tan difícil pone las cosas a la gente del campo. «Se pierde un día, o dos, en tramitar papeles para una ayuda que no va a llegar hasta fin de año». Mientras los animales deben estar en manos en alguien, la producción parada. «Y nos dicen que si no lo hagamos por internet. Qué más quisiéramos que tener internet en las zonas rurales».

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