Borrar
Directo Sanidad aborda los programas de atención a la salud mental
1.300 años de relato indígena en Tirajana

1.300 años de relato indígena en Tirajana

La empresa de arqueología Tibicena edita una obra en la que recorre la evolución de la población de los antiguos canarios en la caldera, desde la llegada de sus primeros habitantes, en el siglo III, hasta la rendición ante los castellanos.

Jueves, 16 de julio 2020, 16:04

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La historia indígena de Gran Canaria se ha escrito a menudo a retazos, a golpe de hallazgos, de investigaciones monográficas, a partir de nuevas dataciones o gracias a resultados de excavaciones arqueológicas. No ha sido ni es fácil hilar una narración que le dé sentido desde los primeros asentamientos hasta la llegada de los conquistadores. Faltan referencias y quedan muchos huecos por rellenar. De ahí la importancia de la aventura a la que se ha lanzado Tibicena Arqueología y Patrimonio. Ha compilado años de trabajo arqueológico en la caldera de Tirajana y ha construido un relato, con base científica, sobre el devenir de los indígenas en este singular espacio geográfico de la isla a lo largo de 1.300 años.

Eso es loque ofrece Tibicena en el libro El tiempo perdido. Un relato arqueológico de la Tirajana Indígena, apunta el gerente de esta empresa, el también arqueólogo Marco Moreno. Es una publicación ambiciosa que acaba de editar gracias a la colaboración del Cabildo, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias y los ayuntamientos de San Bartolomé y Santa Lucía de Tirajana, los que rigen los dos municipios que comparten territorio e historia en esta depresión natural de 35 kilómetros cuadrados.

«1.300 años en 172 páginas con un enfoque tan divulgativo que está narrado como si fuera un cuento». Así lo describe Moreno. Es una obra pensada, añade, para «gente que no es arqueóloga», pero sin que eso implique descuidar el cimiento empírico. O dicho de otro modo, se ha hecho sin perder de vista el «registro arqueológico». Con ese fin didáctico, la obra, de cuidada edición, incluye ilustraciones, infografías y fotografías (recreaciones). Y por primera vez se han usado levantamientos fotogramétricos renderizados en 3d que permiten una nueva visión de los elementos arqueológicos.

Este ensayo, que construye un relato a partir de lo que hoy se sabe, parte de una hipótesis: que el estudio de la vida de los indígenas y su evolución a lo largo de los siglos en esta caldera puede ser un reflejo, a pequeña escala, de lo que pasó en el resto de la isla. Tienen una baza a su favor, Es el espacio arqueológico con los registros más antiguos y más modernos de los antiguos canarios, desde la llegada de sus primeros habitantes, allá por los siglos III-IV d.C., hasta la rendición de los aborígenes y la ocupación de aquella zona por las antiguas y nuevas poblaciones, en el XVI.

Y en ese marco subrayan, por ejemplo, su idea de que a partir del siglo VII, en esta caldera pudo estar Umiaya, uno de los grandes riscos sagrados que tenía Gran Canaria y que darían fe del relevante papel que jugó todo este enclave en la isla. Según Moreno, hay datos que apuntan a que pudo estar frente al yacimiento de La Fortaleza, en los altos de Amurga, donde hay otros vestigios vinculados a creencias de los antiguos. Es más, La Fortaleza, sobre todo su cima, pudo ser un espacio complementario.

Desde 2007

Tibicena hace esta apuesta, la de sacar el libro, tras años de investigaciones en este yacimiento concreto de Santa Lucía, con el que tuvieron su primer contacto hace 13 años, cuando ganaron una licitación del Cabildo para crear un proyecto integral de puesta en uso del enclave. De ahí nació el propio edificio, diseñado por Guacimara Delgado, que hoy alberga el centro de interpretación y que esta empresa gestiona desde 2015. «De ahí nuestro esfuerzo por investigar y difundir su historia y por hacer un museo vivo y cambiante», cuenta Moreno. Pero el primer trabajo de campo en este lugar fue en 2011, aunque se limitaron a quitar piedras añadidas y vegetación. «Ahí nos dimos cuenta del trabajo que nos quedaba por delante», confiesa.

Ahora saben, y lo desarrollan en el libro, el importante papel que jugó La Fortaleza. Debió ser uno de los epicentros del mundo aborigen que vivía en la caldera, a los que se sumaría Udera (antiguo topónimo para la Montaña de Rosiana rescatado a partir de una investigación en el archivo de Tunte junto al historiador Jesús Álvarez), Tunte, la actual Taidía y otros enclaves más pequeños como El Ingenio. Y es que hace ya tiempo que los arqueólogos de Tibicena han ampliado el foco de su mirada científica a toda la caldera de Tirajana, de donde ha salido esta propuesta integral recogida en el libro. Gracias al Gobierno regional, han prospectado todos los bordes de este anfiteatro natural y han datado los materiales de varios yacimientos. Tanto es así que en los 11 capítulos de esta obra siguen la pauta de las casi 50 dataciones que hay del lugar.

Tras su lectura, advertirá, por ejemplo, cómo evolucionaron los indígenas. Al principio cada poblado era más autónomo, tenía mucho peso la ganadería, no había pintaderas, ni ídolos, ni casas de piedra y enterraban a sus muertos en las cuevas del propio poblado. Y la población que se rinde en la conquista, tras más de un siglo de contactos con otras culturas, pérdidas demográficas y cinco años de guerra, es más compleja, de grandes poblados, con ídolos, pintaderas, almogarenes y escritura líbica. Todo eso se ve en Tirajana a pequeña escala y Tibicena se lo condensa en este libro esencial.

Ya lo puede conseguir vía online en el enlace http://www.tibicena.com/sotre/product/el-tiempo-perdido, pero muy pronto también estará disponible en las librerías.

Hitos históricos.

Moreno los resume en cuatro: la primera ocupación de la caldera (los primeros restos, que son también los más antiguos de la isla, son de los siglos III y IV d.C.); la construcción del santuario de la cima de La Fortaleza (alberga enterramientos desde los siglos V y VI, pero el santuario sería del VII, es la primera gran construcción comunitaria que sobrevive en el tiempo); los siglos VIII-X (se percibe un crecimiento demográfico, y ya a partir del X se llega a esa sociedad indígena final con graneros, casas de piedra, cuevas, etc.); y Ansite («es quizás el límite mítico final», que hoy se sabe que no fue así, la sociedad aborigen no acabó ahí, y es probable que la rendición fuera cerca de Los Silos, no en La Fortaleza).

Artículos de especialistas

El libro incorpora análisis de Antonio Tejera, Jacob Morales, Xavier Velasco, Germán Santana, Rosa Fregel, Verónica Alberto, Pedro Henríquez y Paloma Vidal. Para la parte gráfica se contó con Fernando Montecruz, Iñaki Diéguez o Agustín Cassasa.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios