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Rita debe esperar un año y medio por una plaza en un centro ocupacional

Rita debe esperar un año y medio por una plaza en un centro ocupacional

Rita tiene 21 años, 76% de minusvalía psíquica con diagnóstico sin especificar y una lista de espera de un año y medio para poder entrar en el centro de día o en el centro terapéutico, que gestiona la Consejería de Bienestar Social del Cabildo. La espera conlleva, entre otras desventajas, que la madre no pueda trabajar.

Jueves, 1 de enero 1970

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Rita Blanco Alberto, que tiene una enfermedad rara con la que nadie da, finalizó el curso pasado en el aula en clave del IES Puerto del Rosario donde no puede seguir por su grado de minusvalía, su edad y porque entre sus habilidades no se encuentra saber leer y escribir. El paso siguiente sería entrar en uno de los centros específicos, pero la espera es larga y conlleva, entre otras consecuencias, que la madre no pueda trabajar y por tanto aportar dinero al hogar.

«No hay nada más que hacer, salvo esperar, pero yo no lo voy a hacer: no voy a quedarme sentada en mi casa». Habla su madre Eva Alberto y lo dice con conocimiento de causa: vendiendo camisetas y almanaques, organizando rifas y celebrando dos galas benéficas, esta mujer y su familia consiguieron recaudar 20.800 euros con los que sufragó el tratamiento de estimulación de los sentidos durante casi cuatro años en una clínica especializada de Madrid. «Todo, por Rita. Le sentó tan bien: antes no podía estar sola ni diez minutos, ahora puede estar autónoma durante horas dejándole apuntadas las tareas en una pizarra».

«¿Cómo pago?»

Durante cuatro cursos, la chica permaneció escolarizada en el IES Puerto del Rosario donde ya no puede continuar y es aquí donde empiezan las numerosas preguntas de la madre que se ve obligada a renunciar a su trabajo para cuidarla. «Porque estoy casada y mi marido trabaja, si no ¿cómo le doy de poner?, ¿cómo pago agua y luz?, ¿cómo pago los tratamientos que necesita?».

Rita no vive ajena a esta espera. Está acostumbrada a estar activa tras su paso por el colegio y el IES. «¿Qué haces con ella? No lo entiende y tampoco puedes estar todo el día en la calle llevándola al centro comercial o la playa». Cierta actividad sí puede realizar la chica por sí sola, sobre todo tareas de la casa que ha conseguido a fuerza de tratamientos y empecinamiento familiar, como por ejemplo hacer la cama o tender una lavadora. Pero aún no puede ni siguiera salir sola a la calle, «hasta ir a comprar el pan es una tarea que le supervisamos sin que nos vea».

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